A propósito de Mandela: “He luchado contra el dominio Blanco. He luchado contra el dominio Negro”.
La consolidación de una estructura de segregación en todos los sentidos es una degeneración que mortifica a sus adherentes y detractores. Pero son los detractores los que más mueren. Es un represión impuesta por unas mentes sin humanidad. Creada para que todos se repudien. Los pocos adherentes se encierran en su jaula de oro y los millones detractores oprimidos se cagan de hambre. Le hacen el quite.
Nadie gana. Todo es miseria. En la dominación nadie crece. Algunos pocos pelotudos juran en su paraíso artificial que está todo armonioso. Un viaje del DHARMA perfecto. No son capaces de ver la frustración de sus hermanos viviendo afuera del muro que irguió su segregación. Ellos caminan en la soledad del cómplice. Pero también guardan su resentimiento creado. Pero sufren menos.
Todos se atreven hablan de concentración económica. Concentración del poder. Concentración de las farmacias, educación, salud, energía, etc. Pero nadie se atreve hablar de la concentración cultural. Ese nicho defendido a ultranza por un reducido grupo de productoras y artistas complacientes que ven todo estupendo. Un mundo cultural idílico sin mayores conflictos. Un mundo separado de la realidad nacional. Una isla metafísica que se codea con lo exclusivo. Una colusión con la belleza internacional. Una experiencia formidable de la cultura generada en un RED SET secular. Un paradigma burgués socialista que no admite críticas, competencia, fiscalización, y menos intromisión a su separación auto impuesta. Un exclusivo APARTHEID CULTURAL.
Si todos aquellos separatistas que se han merecido cuatro, cinco, seis, siete, ocho, diez fondos se hicieran la pregunta del porque el 85 % no recibe nunca nada… Si tan solo un aún más reducido grupo de estos ciudadanos auto separados se percataran del daño cultural que le están imponiendo a sus colegas y desistieran en algún momento de seguir acaparando todos los fondos, se avergonzaran un poco, y lucharan para que su vergüenza revierta esta política de APARTHEID CULTURAL y se invierta -ahora ya- un punto porcentual del PIB en cultura para que nos llegue a todos, no solo a los segregadores. (Mínimo)
Solo la gran productora se enriquece. Nadie la menciona. Todos le tememos. Se ha convertido en la diosa innombrable descrita en los cuentos de horror de H. P. Lovecraft . Si alguien osa en mencionarla equivocadamente se enfrentará a los horrores proveniente del centro abyecto del estatuto kuo. El ojo inquisidor del dios arquetípico te perseguirá para que no prospere tu crítica. Te veras expuesto a una jauría de accidentes hambrientos que te devorarán.
Hay un temor soslayado de luchar. El poder de segregación cultural que han logrado es tan poderoso que ya no deja ver lo perjudicial que han sido y la cantidad de cadáveres que han dejado esparcidos en la trayectoria de su éxito. Una IDEOLOGIA pensada para que la CULTURA puede ser dirigida desde una UNICA productora que define quien participa y a quién deshechan. Un sometimiento idiológico que aterroriza a los que están en el interior por perder sus privilegios y desquicia a los segregados por el sueño futuro posible de ser integrados. Todos sin admitirlos por una u otra razón están amordazados a una esclavitud institucional que crece a cada año como el poder inconmensurable de AKIRA sin regulación hacia la depredación cultural.
Los embajadores de mentes libres como Jon Benjamin (GB) siendo extranjeros se dan cuenta de esta situación. Lo relatan. Lo avergüenzan: Cómo el chileno A humilla al chileno B.
Solo los sobrevivientes, ya ni negros ni blancos, ni adherentes o detractores; sino que los embajadores, los viandantes, los que han conocidos otras constituciones, los libres pensadores, son los únicos que pueden reconocer nuestra segregación cultural.
Estos guerrilleros culturales, los cultores clandestinos, son los llamados resentidos. Son los de la BRIGADA REPUBLIKA que luchan ocultándose de ser alcanzados por los controladores de la maquinaria que escupe la belleza a MIL. Solo ellos podrán tener la integridad de contar en un futuro la historia del lado segregado de la cultura.
No se debería permitir que crezca una vorágine privada que concentre todo el financiamiento de la belleza.
Por Nikanor Molinares