Gabriel Boric y su intervención en debate del Bono Marzo

Estimad@s, comparto mi intervención de hoy en la Cámara de Diputados en el marco de la discusión del Bono Marzo

Gabriel Boric y su intervención en debate del Bono Marzo

Autor: Director

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Estimad@s, comparto mi intervención de hoy en la Cámara de Diputados en el marco de la discusión del Bono Marzo. Agradezco la gentileza de Pablo Violler por permitirme utilizar como base de mi intervención su reflexión sobre este asunto publicada durante el año pasado en su blog

Señor presidente: En primer lugar, creo importante recordarle al presidente de la Cámara (y a su vez agradecerle al diputado Auth por considerarlo en su presentación), que la unanimidad para esta discusión no fue otorgada solo por los comités de la UDI y RN, sino también por el comité independiente del que formo parte, el cual hará valer su existencia y su peso específico cuando corresponda.
Entrando al debate, el proyecto en comento soluciona deficiencias que tenía el bono como estaba antes concebido. Se considera la carga familiar y no la familia como unidad a la hora de otorgar el beneficio, se prefiere a la mujer cuando ésta tiene a su cargo los hijos, y no depende del gobierno de turno (carácter permanente). Es por lo anterior, y por el impacto que tendrá en la realidad inmediata de miles de familias, que adelanto desde ya que votaré a favor de este proyecto. Sin embargo, dado que este parlamento es el espacio donde deben discutirse, además de los aspectos técnicos y concretos, principios e ideas, me interesa plantear un debate de corte ideológico.
La política de los bonos en general, más allá del debate específico del bono Marzo,  es producto de una ideología concreta, la del rational choice, una especie de determinismo economicista utilizado por los neo-liberales que asume que la gente toma decisiones racionales. Pero el problema no es que las personas no tomen decisiones racionales. El problema es que la realidad cuenta con muchos más factores que los que la tecnocracia pretende imponer. Básicamente, esta misma forma de pensar en materia de regulación educacional, torpedeó el proyecto de una Comisión Nacional de Acreditación que no fuese espurio (como ha quedado demostrado con casos como el de la Universidad del Mar), aduciendo que las personas siempre iban a optar por Universidades de calidad, y que la competencia entre ellas haría que el precio se mantuviese bajo. Ambos supuestos resultaron ser dramáticamente falsos.
Se ha instalado a su vez la noción de que la idea de entregar bonos es «populista», sin embargo creo que la principal crítica a la política de los bonos no debiera pasar por ahí.
La entrega de un bono es la negación de la idea de derechos sociales universales. Un derecho social universal existe cuando alguna prestación está garantizada para toda la población, sin importar quién. Es el reconocimiento que nos hacemos unos a otros como ciudadanos iguales parte de una misma comunidad. Un buen ejemplo es el National Health Service de Inglaterra, cuyo lema es «desde la cuna hasta la tumba». Los bonos son la negación de esta idea porque constituyen un mecanismo de focalización, es decir, en vez de asegurar salud, educación, vivienda, pensiones para todos sin importar su origen se argumenta que esto sería «regresivo» ya que los ricos pueden pagar esos servicios y por lo tanto los pobres los estarían «subvencionando». Neoliberalismo puro. Una idea contra la cual nos hemos movilizado intensamente los últimos años.
Por el contrario, un bono, lo que permite es hacer transferencias directas a la demanda. Se le entrega directamente a los más pobres dinero en efectivo para que lo gasten en lo que estimen conveniente. Pueden invertirlo en educación para sus hijos, o pueden ir al mall. Es la misma idea detrás de los vouchers. Permite mantener los sueldos bajos, al mismo tiempo que no se atenta contra la demanda efectiva. Es decir, precarización y negación de derechos. El gobierno se ahorra plata, privilegia a los privilegiados, y se da el lujo de hacerse pasar por caritativo con los más necesitados.
Quisiera además poner sobre la mesa otro tema. La irresponsabilidad que ha tenido el gobierno anterior del ex presidente Piñera, en el proceso de actualización de la Ficha de Protección Social. Mucha gente en la región que tengo el honor de representar, la Región de Magallanes y la Antártica chilena, se ha visto imposibilitada de enviar a sus hijos a jardines JUNJI o INTEGRA, de postular a proyectos de aislamiento térmico de vivienda, de recurrir en definitiva a los diferentes servicios que presta el Estado, por no contar con su ficha al día.
Además, creo importante tocar un tema de fondo que espero sea parte de nuestros debates futuros. La pobreza escondida que existe en la región que represento, y que el mecanismo de la Ficha de Protección Social no hace más que disfrazar. En Magallanes, donde todo es más caro, si tienes sobre 12.000 puntos en la ficha, no tienes acceso a los beneficios que otorga el Estado subsidiario. ¿Que derecho tiene un funcionario de alguna repartición pública, desde sus oficinas en Santiago, decidir quien es susceptible de apoyo del Estado y quien no? ¿Cómo es posible que nos permitamos discriminar a nuestros ciudadanos por tener un peso más, o un peso menos? Detrás de esta herramienta se encuentra consagrado uno de los principales desafíos que espero enfrentar como diputado, que es terminar de una vez por todas con el carácter subsidiario del Estado, opuesto a un Estado garante de derechos sociales universales que no discrimina entre su pueblo por razones de cuna y origen.
Por Gabriel Boric
El Ciudadano

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