El país que sólo ardía en la TV

Desde que comenzaran las revueltas en Venezuela, el pasado12 de febrero, que sentía la necesidad de viajar a Caracas y verificar con mis propios ojos lo que allí estaba ocurriendo. La experiencia de anteriores viajes me hacia dudar fuertemente sobre cómo se nos estaba presentando la situación en Venezuela a través de la prensa internacional.

El país que sólo ardía en la TV

Autor: Sebastian Saá

venezuela

Estaba en Brasil cuando todo comenzó. Se presentaba por televisión una situación de caos nacional, en la que el país ardía por los cuatro costados y donde una brutal dictadura, liderada por Nicolás Maduro, arremetía sistemáticamente contra los derechos humanos de manifestantes pacíficos que pedían libertad, democracia, comida y como no, papel toilette.

El avión viajó casi sin pasajeros y nunca antes había visto el aeropuerto internacional de Maquetia tan vacío. El miedo sin duda había sido inoculado.

He visitado Venezuela con bastante frecuencia desde el año 2011, sé de su historia y de su proceso revolucionario, por lo que no caí en la trampa de las denuncias de la oposición, amplificadas por las grandes corporaciones mediáticas, sobre la falta de democracia en el país. La revolución bolivariana cuenta con una legitimidad avalada por el pueblo a través de 19 procesos electorales de los que han salido vencedores en 18, a lo largo de 15 años de revolución bolivariana. Con una participación ciudadana que supera el 70% de promedio y que han sido catalogadas, por expertos y los propios observadores internacionales, como unos de los procesos electorales mas transparente y confiables del mundo. El proceso bolivariano cuenta con record democrático innegable y la población esta inmersa en una vida altamente politizada, consciente y participativa.

Otra de las denuncias de la oposición apunta a que en Venezuela no hay libertad de expresión. En este país basta con acercarse a cualquier kiosco del país, encender la radio o la televisión para comprobar que la mayor parte de los medios están en manos de la oposición y que por estos, no solo se dice lo que se quiere y en todos los tonos posibles, sino que además se insulta abiertamente al oficialismo y se instiga a la sublevación. Esto no se permite tan abierta y libremente en Chile, ni en Brasil, ni tampoco en España. Resulta paradójico entonces que la oposición en Venezuela utiliza todos sus medios de comunicación y la red implementada en el extranjero para denunciar a todo pulmón la falta de libertad expresión que supuestamente sufren.

La realidad es que el denominado “movimiento estudiantil” en Venezuela no es representativo del gigantesco y vigoroso universo universitario venezolano. Hasta el año 98, cuando el Comandante Hugo Chávez llegó a la presidencia, existían en el país alrededor de 600 mil cupos para estudios universitarios. Hoy los cupos universitarios se ampliaron hasta beneficiar a más de 2 millones 500 mil estudiantes. Se han construido 11 nuevas universidades, el 75% de los estudiantes lo hacen en instituciones publicas y si de educación se trata, la revolución erradicó completamente el analfabetismo en tan solo 6 años de proceso revolucionario. Según la UNESCO, Venezuela es el quinto país con mayor matrícula universitaria del mundo y sin embargo no se conoce una sola lucha del actual “movimiento estudiantil” para lograrlo. Los que marchan hoy en Venezuela lo han hecho por papel higiénico, defendiendo la propiedad privada sobre medios de prensa o negocios de consumo, produciendo violencia y muerte durante más de 6 semanas de protestas focalizadas.

Se calcula que los estudiantes que hoy se levantan y que han prendido fuego, incluso a Universidades que quedaron reducidas a escombros y a servicios de abastecimiento de alimentos (en momentos de supuesta escases) no superan los 40 mil a lo largo de todo el país. Los estudiantes que se nos presentan por CNN , BBC o FOX News, como si fuesen “el movimiento estudiantil” en realidad representan a universidades tradicionales y privadas, es decir a las clases acomodadas. Son los hijos de la oligarquía local. Los estudiantes que hoy se levantan, no han participado en las legítimas luchas estudiantiles de los años 80s y 90s que han conducido a estos inmensos logros. Ellos, pretenden un retroceso que garantice los privilegios de su clase, que se diluyen a favor de las mayorías a cada paso que esta revolución da al frente.

En los últimos 15 años de proceso de profunda transformación social, cuya clave económica radicó en la nacionalización del petróleo, la redistribución del gasto social y en la puesta en marcha de una multitud de programas sociales para mejorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría de los venezolanos, la oligarquía local ha perdido las insolentes ganancias que recibieran antaño por gestionar el negocio del petróleo en favor de los intereses de las trasnacionales estadounidenses.

La realidad es que de los 335 municipios en el país, las protestas se focalizaron en sólo en 14, todos ellos municipios gobernados por la oposición y en donde la policía municipal sencillamente desapareció y dejó actuar a sus anchas a los grupos violentos que se instalaron en las denominadas “guarimbas”. En algunos casos los alcaldes participaron activamente facilitando a las guarimberos maquinarias y materiales de construcción para intervenir las vías de forma contundente.

Me parece que es importante comprender que no es casual que hayan sido estudiantes los elegidos para levantarse hoy en Venezuela y digo elegidos por que los vínculos de este supuesto “movimiento estudiantil” con la oposición política mas radical, son púbicos y notorios y hasta ahora no se ha destacado ningún líder estudiantil, en su lugar, son los lideres opositores como Leopoldo López y la diputada María Corina Machado, implicados ambos en planes desestabilizadores en la historia reciente de Venezuela, quienes han aparecido incitando las “guarimba” y quienes han solicitado una intervención extranjera. Digo que no es casual la elección de este segmento de la sociedad para liderar aparentemente el levantamiento, ya que los movimientos estudiantiles latinoamericanos disfrutan hoy de una amplia aprobación y simpatía ciudadana, precisamente por que se ha tratado de estudiantes que luchan por reivindicaciones educacionales que ponen en jaque las políticas neoliberales con que se han vulnerado los derechos de nuestros pueblos durante décadas. Paradójicamente las demandas de los estudiantes en América Latina son equiparables o incluso superadas por los logros alcanzados en esta materia durante el ejercicio de la revolución bolivariana. El actual “movimiento estudiantil” venezolano intenta apoderarse de los símbolos y del lenguaje revolucionario del pasado. Disfrazan sus verdaderos intereses con las consignas tradicionalmente de la izquierda, apelando a la sensibilidad de la comunidad internacional para ser “liberados” de la tiranía del “dictador” Maduro.

Para comprender cómo la oposición fabrica las demandas que enarbolan en sus protestas, hay que tener en cuenta algunos datos sobre la realidad de Venezuela. Una de las banderas de lucha que se levantan es la de la escases y las colas. De acuerdo a la FAO y la OMS, Venezuela fue uno de los cuatro países con menos hambre en Latinoamérica en 2012 y en lo que a la actual coyuntura refiere, el diario británico The Economist publicaba a finales de febrero, durante el punto álgido de las protestas, que la escasez sólo había afectado a un 28 por ciento de los productos. Y así es, los supermercados en Venezuela están abastecidos. Efectivamente se ha visto afectada la distribución de productos básicos como harina, leche, aceite y claro, papel toilette y para obtenerlos muchas veces hay que hacer cola. Colas como las que se vieron en Chile en 1973, colas que, al igual que en el Chile de Salvador Allende, fueron provocadas por una escasez planificada por el Departamento de Estado y la oligarquía local para generar las condiciones objetivas de un golpe de estado, es decir; caos nacional, zozobra y malestar entre la población, elementos que suma instigaran un alzamiento militar.

Para comprender aún mejor la presente asonada contra el legitimo gobierno de Nicolás Maduro hay que comprender lo que ha ocurrido en los últimos meses o más precisamente desde la muerte del Comandante Hugo Chávez.

Mientras la mayoría de los venezolanos lloraban su muerte y comenzaban un largo luto, que aún no acaba, en el Departamento de Estado se destapaban botellas de champagne al tiempo que se ponía en marcha el plan desestabilizador definitivo, con el que la derecha internacional y local pretendían derrocar al recién electo presidente Nicolás Maduro. Se inició así la primera fase en el marco de una guerra económica. El acaparamiento de productos, la especulación y el sobreprecio se hicieron presentes en el escenario nacional. La inflación se disparo y los salarios se devaluaron drásticamente. Pese a estos esfuerzos de la derecha por lograr el malestar de la población, el pueblo venezolano, consiente de la estrategia que se estaba tramando, ha sabido soportar el embate económico sin manifestar malestar, como se esperaba en Washington. Para revertir esta situación el presidente Maduro impulso la “ley de precios justos” que castigaba la usura, el trafico, el acaparamiento y el sobreprecio.

La oposición Venezolana se la jugó entonces a fondo de cara a crear suficiente descontento como para arrasar en las elecciones municipales de diciembre, elecciones a las que ellos dieron un carácter plebiscitario. Pretendían con esta elección lograr una mayoría que les permitiera llevar adelante una acción política, enmarcada dentro de la constitución bolivariana, como es convocar a un “referendo revocatorio”, mecanismo mediante el cual se puede convocar a una votación popular para remover al presidente en medio de su ejercicio. Es importante señalar que esta es la única constitución del continente que contempla un mecanismo democrático de esta naturaleza, que garantiza el escrutinio del ejercicio del ejecutivo. De hecho el mismo Hugo Chávez, impulsor del proceso Constituyente en Venezuela, que le otorgó a este país una de las mas avanzadas constituciones del planeta, debió someterse a este escrutinio popular en 2004, del cual salió victorioso con un 60 por ciento de aprobación popular. Pese a todo su esfuerzo, los candidatos de la revolución arrasaron en las elecciones municipales de diciembre pasado, quedándose con mas del 70% de los municipios del país.

Fue precisamente en los municipios donde gano la derecha que se iniciaron las “guarimbas” y junto a ellas se activó una de las ofensivas mediáticas más violentas de las que se tenga recuerdo. Las grandes corporaciones de la prensa internacional se sintonizaron entorno a una línea editorial beligerante contra el gobierno revolucionario. Para lograr su objetivo, los grandes medios no dudaron en usar material grafico de otras latitudes, adjudicándolas al actual momento que vive Venezuela. Así las imágenes de la represión estudiantil en Chile o México, la represión a los indignados de España, o las revueltas en Egipto fueron expuestas como si se tratase de Venezuela. Tambien se ha podido ver como las redes sociales han sido utilizadas, infiltradas y cooptadas por los grandes medios. Se trata de las llamadas ”guarimbas virtuales”. Al no requerir de verificación y al estar dotadas de un carácter “espontaneo y genuino” los grandes medios las utilizan y apelan con ellas a la sensibilidad del telespectador frente a la supuesta barbarie narrada por presuntos testigos directos.

Estas protestas, que forman parte del proyecto de un sector violento de la oposición denominado “La Salida”, han derivado en numerosos hechos vandálicos que ha dejado hasta el momento a 34 personas fallecidas. La oposición venezolana ha intentado hacer creer que las víctimas les pertenecen, dando a entender que se trata de muertos por la represión policial o de grupos armados chavistas, cuando en realidad la gran mayoría de las muertes se han producido entorno a la violencia de la oposición en las guarimbas. Es importante aclarar que en los casos en que funcionarios de las fuerzas de seguridad cayeron en provocaciones y abusaron de sus atribuciones, estos se encuentran detenidos y procesados y que en ningún caso se ha tratado de una política de Estado frente a las violentas manifestaciones. Muchas de las victimas han sido ciudadanos o policías que han intentado remover alguna de las barricadas que impiden el paso en las acomodadas urbanizaciones donde las guarimbas se cobijan. La mayoría de las muertes se han dado por arma de fuego, en su mayoría certeros disparos en la nuca desde las azoteas cercanas, es decir que se trata de francotiradores profesionales.

La oposición ha intentado hacer creer que las cárceles están abarrotadas de estudiantes en calidad de “presos políticos”. Sin embargo el gobierno informó que de las 1.529 personas que habían sido detenidas por hechos violentos hasta mediados de marzo, sólo 105 permanecían detenidas. De estas sólo 558 eran estudiantes, es decir poco más de 36% de los aprehendidos. Se detalló que estos 105 ciudadanos permanecen privados de libertad porque se les confiscaron armas de fuego y explosivos C4. Se aclaró que de ese total hay 21 funcionarios entre guardias y policías nacionales que se ha comprobado que cometieron abuso y exceso en el uso de la fuerza. El presidente Nicolás Maduro recordó que “la orden desde el Ejecutivo a los cuerpos de seguridad es que el uso de la fuerza debe estar en correspondencia con nuestras obligaciones constitucionales y la defensa del derecho a la paz de los ciudadanos y respetando los derechos humanos». Por su parte la ONU desestimo todas las denuncias de torturas que la oposición quiso instalar ante el CIDH por no ajustarse al concepto, excepto dos casos que están siendo estudiados.

La estrategia golpista apuntaba a diezmar el animo y disciplina de los colectivos chavistas haciendo estallar el odio y la violencia en las calles. Los violentos buscaron mediante el asesinato de algunos miembros de estos colectivos chavistas que se generara una reacción, que los colectivos chavistas tomaran las calles y así crear un enfrentamiento, el que sería cuidadosamente presentado al mundo como una guerra civil en proceso que requeriría de la presencia urgente de la policía mundial, quienes tendría que intervenir con carácter “humanitario” para rescatar al país de la barbarie revolucionaria. Sin embargo el plan fracaso, principalmente porque el pueblo, el cerro, la clase históricamente pisoteada no cedió ante la provocación y en su lugar se alineó tras las políticas del presidente Maduro de contención y calma, en un llamamiento constante a la paz, abriendo una mesa de dialogo permanente a la que los estudiantes y los lideres opositores se han negado sistemáticamente a asistir.

En Venezuela, durante estos 15 años de revolución, que son también 15 años de constantes planes desestabilizadores por parte de la derecha mundial en connivencia de sus lacayos locales, el pueblo ha ido tomando conciencia de la operación que se realiza. Quizás uno de los constantes errores de la oposición sea que parte importante de su estrategia se basa en un calculo estrictamente económico. Piensan ellos que haciendo “aullar de dolor a la economía venezolana” y creando un artificial desabastecimiento, el pueblo chavista podría levantarse contra su gobierno. Pero lo que ellos no entienden es que la revolución bolivariana revivió la dignidad perdida de un pueblo y que la dignidad, cuando de alcanzá, no se vende ni se tranza.

Pese a no haber podido provocar el enfrentamiento deseado, Estados Unidos logró instalar, gracias al apoyo irrestricto de las corporaciones mediáticas internacionales, el discurso de la violencia desatada, de la ingobernabilidad y de la violación sistemática de los derechos humanos por parte de los organismos de seguridad del Estado venezolano, por lo que se dio inicio a la siguiente fase de su estrategia intervencionista. Consiguió para este efecto la interlocución del lacayo gobierno de Panamá, quien planteó ante la OEA los deseos de Estados Unidos (que así mantiene su mano oculta, coherente a la política exterior de “acciones encubiertas”) en el sentido de solicitar la intervención en Venezuela. Sin duda los cálculos de EE.UU. en materia de política exterior, han sido en las ultimas semanas, los mas errados de su historia reciente. Su propuesta de intervención en Venezuela por razones “humanitarias” fue rechazada por casi todas las naciones del continente, excepto por supuesto, Panamá, Estados Unidos y Canadá. Dos días mas tarde una nueva estocada al orgullo y la estrategia imperial es asestada en Santiago de Chile cuando los cancilleres de UNASUR declararon de forma unánime su apoyo a la democracia Venezolana y donde además se denunció la violencia opositora y por sobre todo se condenó la injerencia extranjera. Estas acciones simultáneas en el escenario político regional, sumado al apoyo de presidentes de naciones y potencias del mundo entero, dan cuenta de la configuración de un nuevo escenario geopolítico, en el que Estados Unidos es el único perdedor y va así profundizando su progresiva perdida de influencia en la región.

Venezuela, geográficamente abre la puerta el sur del continente, es simbólica y prácticamente quien hoy contiene a las fuerzas imperialistas del norte lo que ha permitido, en estos últimos 15 años, el advenimiento de los procesos liberadores que hoy conoce el continente y que dibujan un nuevo rostro, orgulloso, consiente, digno y esperanzado.

Venezuela va superando así su primera gran prueba sin el comandante Chávez a la cabeza, pero llevándolo mas que nunca bien situado en el corazón de cada uno de los millones de venezolanos que protegen este proceso revolucionario y por el que estarían dispuestos a dar su vida, como lo demostraron en abril de 2002, cuando en medio del golpe de estado, salieron a las calles a exigir el retorno del presidente Hugo Chávez. Aquí dicen que “Chávez no murió, se multiplico” y si, ya que no esta aquí para velar por el proceso, todos y cada uno de los bolivarianos han tenido que asumir el desafío de hacer carne la revolución. De cierta manera, el aún joven proyecto bolivariano está llegando a una madurez forzosa, y quizás no sea casual que su actual líder se apellide Maduro.

Por Diego Marín Verdugo

El Ciudadano

Desde Caracas, Venezuela.


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