La guerra es el crimen contra la humanidad

Esta semana del 20 de mayo de 2024, la Corte Penal Internacional ha pedido el arresto de Benjamín Netanyahu, primer ministro del Estado de Israel. Definitivamente la movilización social internacional -denunciando un crimen de lesa humanidad- puede y debe ser escuchada.

La guerra es el crimen contra la humanidad

Autor: Pealo Carvallo

Devi Prasad titulaba casi así su «Historia de la Internacional de Resistentes a la Guerra» (War Resister’s International IRG/WRI)[1] publicada por vez primera en los bélicos años ’70 del siglo pasado. Relataba con detalles las vueltas y revueltas antimilitaristas y no-violentas que llevaron a la fundación de esa internacional en el año 1921 y que marcaron su desenvolvimiento en los decenios posteriores. Los años ’20 del siglo pasado fueron años de Internacionales: desde la famosa Tercera Internacional a la Internacional Anarcosindicalista (la AiT) solo por hablar del ámbito que se asumía revolucionario. La Primera Guerra Mundial había dejado una impronta antinacionalista al mismo tiempo que internacionalista, pacifista al mismo tiempo que belicista. También dejó, por otro lado, una derecha militarizada y revanchista que, aprovechando los millones de veteranos de guerra, inventarían el fascismo en Italia, que en la década siguiente se perfeccionaría en su aberración en el genocida nazismo. Para romper el internacionalismo creciente se volvió norma el pasaporte, inexistente como obligación hasta antes de esa guerra, como muy bien relata B. Traven en su brillante novela El barco de la muerte. El antimilitarismo mundial de ese momento histórico se reunió en la IRG/WRI y declaró su oposición activa a toda guerra con un contundente ¡War is a crime against humanity!

Este crimen se ha perfeccionado. La guerra tiene academias, aprende de sus errores y “aciertos”, desarrolla maestrías y doctorados, posee think tanks, empresas de cabildeo, así como una industria armamentista universal que realiza ferias y eventos internacionales y locales para desplegar sus productos y hacer más y más clientes estatales y privados. Parte de sus logros es que nuestra Latinoamérica sea la zona “sin guerra” con más muertes por armas de fuego del mundo. El impulso a un mercado libre para las armas de fuego forma parte esencial de la propaganda de la guerra y de la normalización del asesinato. Porque que un uniformado mate a otro uniformado no ha dejado de ser un asesinato, por más que los medios noticiosos no nos digan “asesinado/a” sino baja cuando nos relatan las muertes militares en guerras, que suelen ser las menos, puesto que son la gente “civil” quien siempre lleva la peor parte, esto debido a la premisa propagandista “por los hechos” de instalar que en una guerra es más seguro estar en las fuerzas armadas que fuera de ellas.

La propaganda sistemática de la guerra a través de los noticieros, así como los juegos bélicos, en plataformas virtuales o no, han ido creando una humanidad cada vez menos instintivamente reacia a asesinar por la razón que sea y a dar una salida explosiva a los rencores que las sociedades del bullying que vivimos nos van creando en el día a día. Toda guerra es un negocio y hasta un juego regalado para navidad puede ser parte de ese negocio.

Toda guerra es genocida, incluso desde antes que se inventara el concepto genocidio para describir un hecho terrible que venía sucediendo desde que se inventó la guerra como la forma más ineficientemente dolorosa de solucionar un conflicto. Todo genocidio es una guerra coincidiendo en el objetivo de eliminar de la faz de la tierra a lo que se ve como un obstáculo de la mismidad que se es en ese momento.

Entre todas las guerras que suceden en este momento nos preocupa la que el Estado de Israel impulsa impúdicamente como un genocidio contra el pueblo palestino, todo él y no solo el que está confinado en Gaza. Los antiguos genocidas ocultaban su crimen y lo negaban. Hoy no lo ocultan, pero lo niegan.  Pareciera ser algo que no podemos evitar -y que sucede aunque estemos mirando. Por suerte no es así: cientos de movilizaciones mundiales congregando millones de personas, declaraciones, compromisos de no comprar ni consumir productos que financien la guerra han llevado, por ejemplo, a que el Consejo de Seguridad de la ONU haya, por vez primera, pedido un alto al fuego sin veto alguno.

Es noticia que gobiernos, ante la presión de sus pueblos, han tenido que volverse activos contra el genocidio y así otros tantos ejemplos para evitar esta guerra que, como todas, es hambruna también. Aun así, es insuficiente; corresponde a los pueblos que habitan el Estado de Israel iniciar un proceso de desmilitarización, que experiencias como la de la organización antimilitarista israelí New Profile, vienen impulsando y pidiendo hace décadas. Israel es hoy presa de una industria militar y de una cultura y sociedad militarizada, que requiere de un largo proceso de desmilitarización (como en su momento en Alemania y Austria fue de desnazificación), que nadie más que ellos y ellas mismas pueden llevar a cabo, pero que nosotros y nosotras, como parte de esa humanidad víctima del crimen de la guerra, podemos exigir como reparación… en esta guerra y en todas.

Parece ser que no es una voz en el desierto: esta semana del 20 de mayo de 2024, la Corte Penal Internacional ha pedido el arresto de Benjamín Netanyahu, primer ministro del Estado de Israel. Definitivamente la movilización social internacional -denunciando un crimen de lesa humanidad- puede y debe ser escuchada.

Por Pelao Carvallo

Mayo de 2024


[1] War is a crime against humanity. The story of War Resister’s International. Devi Prasad. Londres 2005, segunda edición, WRI/IRG.

Fuente fotografía

Leer más:

De la militarización no se vuelve ni rápido ni fácil


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano