Voto libre y sin secreto(s)

Primero diré, que si bien sé que el voto “es secreto”, sé igualmente que ese secreto es un derecho que yo poseo.

Voto libre y sin secreto(s)

Autor: Sergio Tapia

Esta semana es la última antes de las elecciones. Estoy seguro de que la enorme mayoría de la gente tiene ya decidido su voto, incluso si ese voto es una abstención. Después de todo, y contra lo que presenta la ilusión del escapismo, no decidir es también una decisión. Igualmente, sé, porque los estudios así lo dicen, que en este momento nada de lo que diga de forma racional, podría cambiar la decisión de alguien respecto al sentido de su propia elección. De forma general, la decisión está ya tomada, y la única forma en que esto puede cambiar, es por un acto sorpresivo, con una fuerte carga emotiva (que genere ira, enojo o bien, esperanza) a favor de un candidato específico.

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Por ello, es que esta ocasión, como en todas las anteriores, quiero externarles las razones de mi voto. No porque tenga la intención de convencer a alguno de ustedes de votar de la misma forma, sino porque considero que la discusión de estas razones mejora la calidad democrática de nuestro país.

Primero diré, que si bien sé que el voto “es secreto”, sé igualmente que ese secreto es un derecho que yo poseo. No una obligación que me sea impuesta desde afuera, porque aunque como todo derecho fundamental, este es irrenunciable, no puede considerarse bajo ningún supuesto que el ejercicio de un derecho sea obligatorio o limitante para quien es su poseedor. En esto, el Tribunal Electoral se ha equivocado algunas veces, aunque comprendo la razón para hacerlo: si no se limita la expresión supuestamente voluntaria, podría colocar en peligro a algunas personas que estén en situación de vulnerabilidad, lo que claramente no es mi caso. Mi voto es totalmente libre y, como dice el título, para quienes me conocen, no tiene secretos.    

Mi voto para presidencia de la república será para la doctora Claudia Sheinbaum. Será, los números no lo dicen, la primera presidenta de nuestro país. Votaré por Morena para este encargo, con la firme convicción de que las otras dos opciones no han presentado un proyecto alternativo de nación que sea real y verdadero. En el caso de la alianza del Prian, porque los elementos ideológicos de los partidos que le conforman, son tan diferentes que no es posible hacer un proyecto congruente. En el caso de MC, porque no se trata de una candidatura seria, sino de un proyecto de marketing dirigido a venderse mejor en un futuro inmediato.

En elecciones legislativas, votaré por los candidatos del Partido del Trabajo (que son, de nueva cuenta, parte de la alianza con Morena). Lo hago por la misma razón por la que me opongo a la eliminación de los diputados plurinominales y por la que rechazo el desdibujamiento de los partidos en grandes alianzas universales: porque la democracia requiere muchas voces distintas, aunque a veces sigan la misma partitura. No, no hay ahorro si algunos partidos desaparecen. Simplemente, los ganadores se quedarían con más dinero y listo. Mejorar los mecanismos de vida interna, de transparencia de fondos y reducir los gastos. No eliminar actores. Ese es el camino que pide nuestra democracia.

No creo en votar de forma diferenciada, porque quienes promueven esto lo hacen simplemente desde la hipocresía. Ellos saben que su candidata presidencial perderá, e intentan, por lo menos, ganar el poder legislativo. Exigen que nosotros, que votaremos por Morena, votemos por otro partido para el Congreso, pero ellos jamás harán eso: ellos sí votarán, en cada caso, por su propia alianza. Si en verdad creyeran que es necesario realizar esta acción, entonces, serían los primeros en hacerlo. Pero no lo hacen.  

Más aún, votar por la alianza en materia legislativa me resulta imposible porque sus políticas me son totalmente ajenas: Marko Cortés ha firmado, en días recientes, un compromiso con asociaciones y movimientos de ultraderecha para garantizar que Acción Nacional buscará eliminar derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTTQ, criminalizando y patologizando a quienes han luchado durante décadas para ser reconocidos. No lo haré tampoco por MC, debido a que lo que ellos presentan como elementos pragmáticos de políticas progresistas, no pasa de ser elementos efectivistas para beneficiarse políticamente. No confío en que, cuando las aguas de la opinión pública viren hacia la derecha -que lo harán, en algún momento, de forma inevitable- ellos no sean los primeros en cambiar su orientación para mejorar sus números. Más aún: creo que esa es la estrategia que articulan hasta el momento.

Para los gobiernos locales, votaré, igualmente, por Morena y el PT: Alejandro Armenta y Pepe Chedraui, para Gobernador y Presidente Municipal, respectivamente. El trabajo que desarrollaron en las distintas áreas en las que se han participado, me parece adecuado, y contrario a quienes intentan desacreditarles por haber actuado políticamente antes de que Morena existiera, veo en ellos una sintonía con los fines que la llamada Cuarta Transformación persigue.

Estos votos, sin embargo, no son un cheque en blanco. Voto por cada una de estas personas con el firme convencimiento que harán lo que han prometido, o que me verán a mí, como a muchos otros, tomando nuevamente de ellos lo que les estamos entregando ahora: nuestra voz y nuestra fuerza para cambiar al estado y a nuestro país. Sin ese convencimiento, no podría votar por ninguno de ellos. Mi voto no extingue mi responsabilidad al respecto, sino que, por el contrario, la aumenta. Por ello no creo en la abstención ni en el voto nulo. Porque me parece la salida fácil de quienes han decidido escapar de sus propias responsabilidades con la comunidad.

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