Nadie la tiene fácil. La partida del 2014 sólo parece ofrecer desafíos a las fuerzas políticas que en estas semanas están enfrascadas en la batalla electoral. Del show mediático y las propuestas ante las cámaras, se pasará a la concreción, a las respuestas, a ver qué tan en serio se toman al país candidatas y candidatos y sus respectivas coaliciones y partidos.
Todo apunta a que la vencedora presidencial será la pediatra Michelle Bachelet, ya sea el 17 de noviembre o el 15 de diciembre. De acuerdo a su programa, entre otras cosas, tendrá 100 días para cumplir 50 medidas. No solo eso: tendrá que cumplir con llevar adelante una profunda reforma tributaria y educacional, cambiar la Constitución (con la complejidad del mecanismo a usar), lograr modificaciones en el sistema electoral y concretar el aumento de consultorios, personal médico, salas cunas, etc.
Por lo demás, y sobre todo si finalmente el Partido Comunista entra al gobierno bacheletista, la probable futura Presidenta tendrá que lidiar con los fuertes matices de la coalición Nueva Mayoría que se aparecerán en el paisaje de su gobierno, sin lugar a dudas, en temas de política económica, relaciones exteriores (la DC buscando golpear a Venezuela y Cuba), salud pública (aborto terapéutico) y maneras de encarar lo que serán las manifestaciones del movimiento social y ciudadano que se auguran extendidas y fuertes.
Además, el gobierno de Michelle Bachelet tendrá la fina tarea de salir con números azules de la probable crisis económico/financiero que llegue desde las potencias económicas y de zonas territoriales europeas y estadounidenses.
En todo eso, será decisivo el liderazgo de la doctora. Si su rol como candidata fue determinante para potenciar a la oposición y garantizar un triunfo electoral, su papel como Presidenta de la República será decisivo no sólo para cumplir las metas, sino para la construcción política y las perspectivas de la alianza del progresismo con la izquierda.
Nada menor lo que depara la era pos/electoral. En una revista conservadora se concluía que Bachelet, de todas maneras, terminaría herida. Es una probabilidad. Pero puede terminar muy sana. Es la otra posibilidad.
LA DERECHA EN SU LABERINTO
Al contrario de la Nueva Mayoría, todo indica que la candidata presidencial de la derecha, Evelyn Matthei, tenderá a esfumarse y no tendrá ni el espacio ni la atribución de un liderazgo único, sobre todo si se cumple el presagio de los sondeos y los análisis en cuanto a que tendrá una estrepitosa derrota electoral, da lo mismo si es en primera o segunda vuelta. Ya está arriba del columpio.
A ello se suma la advertencia de los presidentes de Renovación Nacional y de la Unión Demócrata Independiente, de la mano de sus analistas electorales, en cuanto a que no les irá bien en la elección parlamentaria, pudiendo perder cupos en el Senado y la Cámara de Diputados.
Como sea, lo claro es que para el 2014 el desafío que se le aparece a la derecha es re/construirse, re/armarse, re/dimensionarse, re/potenciarse y salir del laberinto de las disputas de ideario expresadas en la fidelidad doctrinaria que quieren mantener “los coroneles” de la UDI, en la promoción de “la nueva derecha” que levantan sectores de RN y el relevo político-generacional con un nuevo ideario que parecen expresar dirigentes de nuevo calado provenientes la mayoría de RN, aunque los hay de la UDI. Todo esto ha estado presente durante esta campaña.
Un factor no menor es que un segmento de poderes fácticos de la derecha termina el 2013 e iniciará el 2014, con la mirada en el 2017. A ese grupo lo lidera Sebastián Piñera. Uno de sus plus, es que en el piñerismo están convencidos de que no hay liderazgos en la derecha capaces de posicionarse en los cuatro años del próximo gobierno. Entonces, Piñera volvería por sus fueros; como afirmó el secretario nacional de la DC, en esta campaña del 2013, la derecha ha corrido dos carreras presidenciales. Ahí estará la otra batalla donde no sólo cuenta la construcción o re/construcción de un ideario: la derecha en 2014 se verá enfrentada a una fuerte disputa interna entre quienes querrán instalarse como líderes del sector y, por cierto, convertirse en la carta presidencial de RN y la UDI.
En ese marco, una de las tareas de los conservadores en 2014 será torpedear al gobierno de Michelle Bachelet como uno de sus grandes objetivos, incluso asumiendo argumentos y narrativa progresista para re/encantar a ciertas áreas de la ciudadanía. Todo indica que la derecha, como lo ha hecho durante esta campaña, apuesta al descrédito de sus opositores para poder ganar. No en vano ese factor le fue decisivo a Piñera: el voto “contra la Concertación” pudo más que el voto “por la derecha”.
LOS TELONEROS Y SUS DESAFÍOS POS/ELECTORALES
Desde las otras candidaturas teloneras, que le dieron más contenido y diversidad a la puesta en escena político/electoral, al canto mediático y programático, los desafíos no son menores. El primero, para varios, es establecer que no van a desaparecer del escenario, que podría ser el caso de Sfeir, Ricrado Israel o de Tomás Joceyl Holt.
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En otra escala, el desafío tiene cierta similitud con agrupaciones políticas que dieron base a postulaciones presidenciales. Todos coinciden en que el futuro de Franco Parisi y Marco Enríquez-Ominami estará marcado por si quedan terceros o cuartos en la presidencial (ni hablar si se cumple la predicción de ambos comandos de que saldrán segundos y pasarán a disputar votos con Bachelet en diciembre). Como en el deporte olímpico, la medalla de bronce tiene su efecto; el primero es quedar, al menos en teoría, disponible para la de plata o la de oro. En todo caso, el que se ubique cuarto, sufrirá una derrota que se antoja difícil de remontar.
En esos casos hay dos tareas que parecen de primer orden para el 2014: mantener el liderazgo y reforzar la orgánica política (el Partido Progresista en el caso de MEO).
Otro elemento tiene que ver con los sectores hegemónicos. Parisi en un tercer lugar le generará un flanco abierto a la derecha por donde se cuelen adeptos, más las disputas y controversias y donde el joven liberal (que tiene demandas e imagen de malas prácticas en los negocios, lo que le da también un sello de identidad dentro de la derecha) puede entrar a disputar el liderazgo y aspire a romper el eje RN-UDI. Ese podría ser tema a partir del 2014.
Con Enríquez-Ominami, en un tercer lugar, seguramente todo tenderá a lo mismo; mostrarse en ruptura con la derecha y crítico con la Nueva Mayoría, siguiendo su objetivo de convertirse en una nueva fuerza política de centro capaz de imponerse por sí sola. Quién sabe si en la era pos/electoral, las cosas ya más decantadas, haya un giro y un acercamiento a Bachelet, para apoyar sus transformaciones y a ella misma; es una interrogante del 2014.
Hay que tener en cuenta que en esa dupla Parisi/MEO se mete otro personaje, pese a que no le alcanzó para ir a las presidenciales (perdió en las primarias): Andrés Velasco y su movimiento Fuerza Pública. Otro personaje y otra organización que tiene al 2014 como el año de consolidarse o debilitarse, potenciarse o congelarse.
Roxana Miranda ya tuvo un logro: darle espacio y posicionar su línea discursiva dura y antisistémica, y al Partido Igualdad. Quizá es en este grupo donde todo parece más claro para el año que viene: seguir el mismo lineamiento político/ideológico y construyendo fuerza en sectores sociales a lo largo del país. Que ello les sea fructífero o no, que queden estancados, quedará por verse. En esta fuerza, eso sí, tenderá a radicarse un frente de ataque al gobierno de la Nueva Mayoría con un alto nivel de agresividad. En esa perspectiva, a Roxana Miranda le dará lo mismo el porcentaje que saque en las presidenciales.
Algo parecido se podrá esperar de Marcel Claude y su movimiento “Todos a La Moneda”… si sobrevive al 2014. Se afirma que su candidatura convocó a gente y militantes de izquierda, a jóvenes, a segmentos sociales. No habría tenido efecto la difusión de situaciones engorrosas en que se habría visto inmiscuido el candidato (en el ámbito político y de gestión), las cuales él o desmintió o relativizó. Su proyección de votación ronda el 3 al 5 por ciento, pero nunca se sabe (para la baja o para el alza). La votación que obtenga será reivindicada como un triunfo (a menos que sea menos de dos puntos). El desafío de Claude y sus seguidores apuntará a transformar aquello en un movimiento político capaz de seguir incidiendo en la realidad nacional, pero no en un periódico o programas de medios, sino en el quehacer cotidiano de las luchas sociales, políticas, reivindicativas y con carácter nacional.
PARLAMENTO CON UN LEVE CAMBIO DE ROSTRO
Si se hace casos a las encuestas, los análisis electorales y las declaraciones de personeros políticos de las distintas corrientes, las parlamentarias se definirán a favor de la Nueva Mayoría y la derecha estará ante una derrota, que no fracaso.
Es que con el sistema binominal, el que saca el tercio tiene la misma representación que el que obtiene los dos tercios. Entonces así es bien difícil que la derecha sufra un rotundo fracaso; la Constitución de Augusto Pinochet y Jaime Guzmán los dejó protegido. Es una distorsión con la que se vivió esta campaña -como las anteriores-, por lo que los doblajes son tan vitales.
De tal manera que la singularidad -sino enfermedad- del sistema electoral chileno, no refleja con toda franqueza las opciones de los electores. Peor aun, esa minoría está en condiciones actualmente de echar abajo propuestas de reformas y transformaciones que sí quiere la mayoría. Es la fastidia de los quórum calificados y todas esas instrumentaciones destinadas, finalmente, a darle filo a las mayorías.
Producto de este periodo electoral, probablemente el Congreso que inicie labores el 2014 tendrá dos señas llamativas, una institucional y la otra más política: que pese al triunfo de la Nueva Mayoría y otros candidatos del sector, la derecha mantendrá su poder de veto pese a todo; y que entrarán a la Cámara de Diputados al menos tres nuevos parlamentarios, jóvenes, provenientes del movimiento estudiantil y con arraigo en el movimiento social y ciudadano (Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Karol Cariola). Está por verse, pero algunas encuestas apuntan a que el dirigente sindical Cristian Cuevas podría obtener el porcentaje necesario para llegar al Parlamento. En esto hay una formalidad no menor a la hora de legislar: podría ampliar la Bancada o Grupo Parlamentario de la izquierda, estableciéndose ciertas alianzas, como la que ya existe, por ejemplo, con Sergio Aguiló de Izquierda Ciudadana. Aquí, en marzo de 2014, se podría afianzar la punta de lanza de la izquierda en el Parlamento.
Así que el rostro del Congreso tendrá un leve cambio; pero esencialmente seguirá mostrando lo mismo, lo que dejaría de nueva cuenta en primera línea avanzar en la reforma electoral para pasar a un sistema proporcional, más equitativo y representativo.
En un marco extra/institucional queda todo el movimiento que llamó a marcar el voto AC (Asamblea Constituyente) y la incertidumbre de cómo se evaluará el resultado final, después de que el Servicio Electoral (Servel) negó el derecho a que esas letras fueran escrutadas.
No es secreto que algunas candidaturas (presidenciales y parlamentarias) pese a estar de acuerdo con la Asamblea Constituyente y el cambio de Constitución, temen a la marca AC por los problemas que podría acarrear a la hora del conteo, porque podría confundir al elector que caiga en anular involuntariamente el voto (rayando en una zona que no debía) y no les gusta aquello de que los sufragios queden en la categoría de “objetado”.
Sin embargo, el movimiento AC agarró vuelo y varios partidos respaldaron la marca en el voto, con una promoción educativa de cómo y dónde poner las dos letras para no invalidar el sufragio.
Como sea, ésta será la primera vez que se use de una manera muy definida el voto para hacer una demanda ciudadana como lo es el cambio de la Constitución y la conformación de una Asamblea Constituyente. Ya como ejercicio tendrá su efecto positivo. El tema se aparece con el periodo pos/electoral y lo que el movimiento haga con ese porcentaje que logre contabilizar y demostrar.
Aunque parece claro que si hay un tema que estará en la agenda 2014, es el de la Asamblea Constituyente y la nueva Constitución, cruzando a todas las fuerzas políticas.
Por Hugo Guzmán R.
El Ciudadano Nº148, noviembre 2013