El 2 de junio de 2024 marcó un momento crucial en la historia política de México, con la pérdida del registro nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Este evento es significativo no solo por el fin de un ciclo, sino por las implicaciones que tiene para la izquierda mexicana y para la democracia en general. Como fundador y militante del PRD durante 28 años, renuncié a mi militancia en 2017, me permito reflexionar respecto a las decisiones que condujeron a esta situación, no con el ánimo de hacer leña del árbol caído, sino con el propósito de aprender de los errores y abrir un debate constructivo.
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La primera decisión: el voto por voto en 2006. En 2006, el PRD se encontraba en su momento más fuerte, habiendo obtenido su mayor porcentaje en las encuestas. Sin embargo, la elección presidencial fue extremadamente cerrada, con solo un 0.56% de diferencia entre Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón. El partido optó por exigir un recuento total de los votos, una decisión que, aunque legítima, no logró revertir el resultado. La falta de confianza de López Obrador en la estructura del PRD y la insuficiente cobertura de representantes de casilla lopezobradorista fueron factores que debilitaron esta estrategia. Este momento marcó el inicio de una serie de decisiones que debilitarían al partido a largo plazo.
La segunda decisión: la candidatura de 2012. En 2012, Marcelo Ebrard, entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal, ganó la encuesta interna del PRD, pero cedió su candidatura a López Obrador en un gesto de unidad. Aunque este acto buscaba evitar divisiones, subrayó la influencia predominante de López Obrador y sembró semillas de descontento entre los seguidores de Ebrard. Esta decisión, que en el momento pareció estratégica, contribuyó a la fragmentación interna y debilitó la cohesión del partido.
La tercera decisión: el Pacto por México. La firma del Pacto por México en 2012 fue un error crítico. Este acuerdo, promovido por Enrique Peña Nieto, buscaba implementar una serie de reformas estructurales con el apoyo de los principales partidos, incluido el PRD. Aunque se presentó como un momento histórico similar al Pacto de la Moncloa en España, terminó siendo una trampa política que facilitó la aprobación de reformas controversiales, como la energética. La participación en este pacto provocó la salida de López Obrador del PRD y la creación de Morena, una fuga de talento y liderazgo que debilitó aún más al partido.
La cuarta decisión: la respuesta a Ayotzinapa. La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en 2014 fue un punto de inflexión. La respuesta titubeante del PRD, sumada a sus vínculos con el presidente municipal de Iguala y el gobernador de Guerrero, ambos acusados de complicidad, deterioró su credibilidad y provocó la salida de figuras emblemáticas como Cuauhtémoc Cárdenas y Alejandro Encinas. Este episodio no solo erosionó la confianza pública en el partido, sino que también dejó una mancha indeleble en su historial.
La quinta decisión: la presidencia de Agustín Basave. En 2015, el PRD eligió a Agustín Basave como presidente, un académico sin militancia, apego o liderazgo. Aunque Basave aportó una perspectiva intelectual, su falta de conexión con la militancia y la base del partido impidió una gestión efectiva. Esta decisión reflejó una desconexión entre la dirigencia y las bases, agravando las divisiones internas y la pérdida de identidad del partido.
La sexta decisión: la elección en el Estado de México en 2017. La elección del Estado de México en 2017 fue otra oportunidad perdida. En lugar de apoyar a la candidata de Morena, Delfina Gómez, el PRD lanzó a Juan Zepeda, una figura emergente, pero sin posibilidades reales de ganar, al final Zepeda abandonó al PRD y se refugió en MC. Este movimiento, percibido como una táctica para dividir el voto de la izquierda, no solo fracasó en su objetivo, sino que también profundizó las fisuras dentro del partido y consolidó la percepción de que el PRD actuaba más como un obstáculo que como una verdadera alternativa progresista.
La séptima decisión: la alianza con el PAN y Movimiento Ciudadano. En 2018, el PRD se unió al PAN y a Movimiento Ciudadano para formar un frente electoral. La candidatura presidencial de Ricardo Anaya, del PAN, fue un desatino para un partido de izquierda. Esta decisión provocó una desbandada masiva de militantes hacia Morena, exacerbando la crisis de identidad del PRD. Movimiento Ciudadano, al reconocer su error, compitió solo en elecciones subsecuentes, logrando consolidarse en lugares como Jalisco y Nuevo León, mientras que el PRD continuaba su declive.
La octava y novena decisión: alianzas con el PAN y el PRI. El colmo. Las alianzas con el PAN y el PRI en las elecciones intermedias de 2021 y en las de 2024 fueron los clavos finales en el ataúd del PRD. Al asociarse con sus antiguos adversarios, el PRD perdió completamente su esencia y su base de apoyo. En 2018, el PRD aún tenía un lugar en la mesa con el PAN y MC. En 2021, mostró signos de subordinación, y en 2024, recogía las sobras que el PAN le arrojaba, evidenciando su irrelevancia y dependencia.
El epitafio del PRD reza: «Aquí yace el Partido de la Revolución Democrática, 1989-2024. Lo mataron las corrientes«. Estas decisiones, tomadas en diferentes momentos y bajo diversas circunstancias, fueron erosionando la estructura y la esencia del PRD. La falta de autocrítica, la desconexión con sus bases y la incapacidad de adaptarse a un entorno político cambiante fueron factores determinantes en su desaparición.
La derrota, como dice el refrán, es huérfana. Es crucial reconocer estos errores para evitar que se repitan en el futuro de la política mexicana. El legado del PRD, a pesar de su triste desenlace, debe servir como una lección para futuras generaciones de líderes y militantes de izquierda que busquen construir un México más justo y democrático. Nunca dejar de las bases. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.
Mole de Cadera. En la gira de la victoria, el presidente en funciones y la presidenta electa están juntos en eventos públicos en varios estados del país, esta semana en Durango y Coahuila; sin embargo, es un grave error de seguridad nacional. No basta que vuelen separados, no deben estar juntos en actos masivos. Dicen que el que nada debe, nada teme, pero qué necesidad de tentar al destino.
@onelortiz