Cada noche, nuestro cerebro experimenta una transformación. Entra en un estado de sueño REM (Movimiento Ocular Rápido), durante el cual se altera su conducta y su misión, atenuando nuestra conciencia y creando conexiones neuronales que quizás nunca habíamos formado en el plano consciente.
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El cerebro, que en estado de vigilia se optimiza para recoger estímulos externos, se enfoca cuando está dormido en consolidar la información recibida. Durante el sueño REM, la actividad cerebral se produce en planos tan profundos que no se registran bien en un electroencefalograma. Sin embargo, con la ayuda de tecnologías más modernas, hemos deducido lo que ocurre a nivel físico y químico.
El sueño REM es un estado de psicosis en el que soñamos, volamos, caemos y creemos en dragones. Durante este período, el gobierno del cerebro deja de estar en los centros lógicos y las regiones que controlan los impulsos. Además, se suprime la producción de dos elementos esenciales para la comunicación de las neuronas, la serotonina y la norepinefrina.
Nuestra capacidad de aprendizaje y memoria durante el sueño REM se ve gravemente mermada, aunque el cerebro está activo y consume tanta energía como en la vigilia. El sueño REM está regido por el sistema límbico, la región del cerebro profundo donde surgen algunos de nuestros instintos más básicos.
El verdadero misterio puede no ser por qué dormimos, sino por qué, cuando la alternativa es tan portentosa, nos molestamos en estar despiertos. Tal vez, debamos ocuparnos de nuestros cometidos básicos sólo para que el cuerpo esté en condiciones de dormir.
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Foto: Redes
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