En un mundo lleno de divisiones, la pizza se destacó como un elemento unificador. Este alimento global trasciende fronteras y deleita los sentidos con su sinfonía de sabores y texturas. Las estadísticas confirman su popularidad: en Estados Unidos se consumen 350 rebanadas de pizza cada segundo y cerca del 40% de los ciudadanos la disfrutan al menos una vez por semana.
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A nivel global, el mercado de la pizza congelada ha crecido hasta alcanzar un valor de 16.200 millones de dólares en 2020.
Pero ¿qué hace que la pizza sea tan apetecible? Según Jeffrey Miller, exchef y profesor asociado de Gestión de Hostelería en la Universidad Estatal de Colorado, la pizza es deliciosa porque combina ingredientes irresistibles para el paladar humano. Los humanos nos atraen los alimentos grasos, dulces, ricos y complejos, y la pizza tiene todos estos componentes: el queso es graso, los ingredientes cárnicos como el pepperoni son ricos y la salsa de tomate es dulce.
Un secreto del sabor de la pizza reside en el glutamato, un compuesto presente en ingredientes clave como el tomate, el queso y ciertas carnes. Este compuesto activa nuestras papilas gustativas y envía señales al cerebro que intensifican nuestro deseo por más. Además, la preparación de la pizza desencadena reacciones químicas fascinantes que mejoran su sabor, como la caramelización y la reacción de Maillard, que dotan a la pizza de su característico borde crujiente y dorado.
En un estudio publicado en la revista científica especializada en sabores ‘Chemical Senses‘, descubrió que aquellos alimentos ricos en almidón resultaban muy distinguibles para el paladar de los seres humanos, que a su vez alude a alimentos que poseen gran cantidad de azúcares complejos o son ricos en carbohidratos. Por ello, a los otros cinco sabores añadió el de «almidonado» en referencia a esta clase de platos entre los que se encuentra la pizza.
Otro estudio publicado en el ‘US National Library of Medicine’ demostró que la pizza pertenecía a la lista de alimentos denominados «addictive-like eating» («comida propensa a la adicción») entre los que también se encontraban el chocolate, las patatas fritas o las hamburguesas.
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Foto: Redes
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