Por Margarita Labarca Goddard
Francia siempre nos ha importado mucho: la revolución francesa, la comuna de París, De Gaulle y la liberación; la literatura, la pintura, en fin, lo que sea. Me acuerdo de que, en el siglo XX, casi toda la literatura política llegaba de Francia. En esa época en Chile se hablaba mucho francés y casi nada de inglés.
Bueno, pues entonces tenemos que saber lo que está pasando ahora, porque los franceses se han metido en tremendo lío con motivo de las elecciones europeas. Francia está en la Unión Europea (UE), naturalmente y allí se hacen elecciones. Se acaba de elegir el Parlamento de la UE, en el cual a Francia le corresponden 87 escaños. Este Parlamento no es tan importante, porque la UE está dirigida por la Comisión Europea, que es el órgano ejecutivo compuesto por 27 integrantes, uno por cada país. Y en la práctica, dado el gran número de países, quien maneja en los hechos la Comisión y toma las principales decisiones es su presidente.
¿Y saben quién es la actual presidenta de la Comisión Europea? Pues esa dama tan guapa que se llama Ursula von der Leyen, aunque ese no es su verdadero nombre sino el de su marido, y ella lo usa como casi todas las mujeres de Europa y de Estados Unidos. Eso le conviene pues le da cachet, ya que tiene un tinte de nobleza. En cambio, su apellido de nacimiento es Albrecht, algo tan común que hasta en Chile hay una familia Albrecht.
Seguramente ustedes se han de acordar de ese incidente llamado “El sofagate”. En esa oportunidad, doña Ursula, que asistía a una reunión con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, se tuvo que quedar parada y luego sentarse a uno de los lados más alejados de la sala, por ser mujer. Esta demostración de machismo extremo por parte de Erdogan fue algo muy desagradable y mal visto en el mundo entero, mientras que misiá Ursula sólo se prestigió con su digna y paciente actuación. Pero ante el Parlamento europeo declaró:
“Soy la primera mujer en ser presidenta de la Comisión Europea, y así esperaba que se me tratase cuando visité Turquía, pero no fue así. No puedo encontrar una justificación para cómo se me trató, así que tengo que concluir que fue porque soy una mujer. ¿Habría pasado si hubiera llevado traje y corbata?», se preguntó Von der Leyen.
El Parlamento de la UE tiene facultades bastante limitadas, pero sirve para medir los votos que tienen los partidos u organizaciones en cada país.
Y entrando en materia, hay que recordar que en Francia se produjo el desastre. Las elecciones las ganó lejos el partido de Marine le Pen, el Rassemblement National (RN), de tinte absolutamente fascista, que obtuvo un tercio de los escaños que le corresponden a Francia.
Y en seguida, tremenda sorpresa: el presidente Macron disolvió la Asamblea Nacional francesa y convocó a nuevas elecciones en un cortísimo plazo: primera vuelta el 30 de junio y segunda vuelta el 7 de julio. Macron no depende de la Asamblea; lo peor que le puede pasar es quedarse sin mayoría parlamentaria, lo que no parece importarle mucho.
Todo el mundo está choqueado por allá, porque no se entiende cuáles han sido las intenciones del Presidente.
No es lo mismo votar para el Parlamento Europeo que para la Asamblea francesa.
Las izquierdas francesas se han unificado, desde los socialistas/socialdemócratas que tienen un partido que se llama Plaza Pública, pasando por La France Insoumise de Mélenchon, el Partido Comunista -que en la actualidad es muy pequeño- y algún que otro grupo suelto por aquí y por allá.
Hay 577 circunscripciones en toda Francia y se eligen 577 diputados.
Quienes pasen a segunda vuelta se determinará circunscripción por circunscripción. Se está suponiendo que los candidatos de Le Pen ocuparán el primer lugar en la mayoría de las circunscripciones, por lo cual el segundo lugar tendría que negociarse lugar por lugar. El que gane, macronista o izquierdista, debería ser apoyado por el partido que pierda.
Todo esto son suposiciones basadas en los resultados de las elecciones europeas, si bien es necesario tener en cuenta que ambas elecciones suelen arrojar resultados bastante diferentes.
Ahora bien, un triunfo muy amplio del partido de Le Pen podría colocar a esta señora en primer lugar de los aspirantes a la presidencia de Francia en las próximas elecciones.
De tal modo que los dos países más representativos de Europa, de sus tradiciones y de su cultura, Italia y Francia, estarían gobernados por dos mujeres fascistas: Giorgia Meloni en Italia y Marine Le Pen en Francia.
Que dios y la virgen de Guadalupe nos guarden de semejante calamidad.
Por Margarita Labarca Goddard
Chilena radicada en México
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