Ex Centro de Tortura Irán 3037: la persistencia de la memoria, la resistencia de la cicatriz

Resulta un paso tremendamente importante que, después de muchos años, las y los sobrevivientes del Ex Centro de Tortura Irán 3037 -mal conocido como Venda Sexy- tomen posesión del recinto ubicado en la comuna de Macul.

Ex Centro de Tortura Irán 3037: la persistencia de la memoria, la resistencia de la cicatriz

Autor: El Ciudadano

Por Camila Donato, concejala de Macul.

No por horrorosa la historia debe olvidarse. Muy por el contrario, la memoria es garantía fundamental para que aquel horror -cualquiera que sea- no vuelva a ocurrir. Parece una obviedad, pero la experiencia ha enseñado que en Chile no se debe dar nada por obvio, más aún cuando se trata de violaciones sistemáticas a los derechos humanos.

Por eso resulta un paso tremendamente importante que, después de muchos años, las y los sobrevivientes del Ex Centro de Tortura Irán 3037 -mal conocido como Venda Sexy- tomen posesión del recinto ubicado en la comuna de Macul.

El dolor que se encierra en esas paredes, la miseria de los torturadores, la dignidad de las víctimas debe recordar permanentemente a la comunidad, a las vecinas y vecinos, al país entero, que Chile estuvo sometido por 17 años a una tiranía sangrienta que no perdonó a quienes se atrevieron a cuestionarla y enfrentarla. Y aquella tiranía no solo se hizo carne en La Moneda, sino que también en distintos barrios del país, allí, en la casa de al lado, a una cuadra hacia el oriente, en la casona de atrás. Allí, donde uno también vive, pudo haber un centro de exterminio, un recinto de odio, una carnicería humana: otra sede de la dictadura. La comuna de Macul no fue la excepción.

Y resulta que en aquella casa, tan bonita y amplia, flanqueada por una enorme plaza, la violencia sexual fue cosa de todos los días. Los ojos de quienes ahí eran torturadas y torturados fueron vendados por las manos de hierro de los verdugos. Sin poder mirar, los cautivos eran sometidos a brutales vejamenes, las cautivas eran abusadas y violadas por humanos… y un perro.

Sí. Suena increíble, de una maldad inefable pero cierta. Volodia se llamaba aquel can, Ingrid Olderöck su dueña. Ingrid, oficial de Carabineros, descendiente de nazis, murió impune el año 2001. Precisamente, por cosas como estas es que urge la memoria.

A décadas de estos crímenes tan horrendos, no podemos permitir que vuelvan a suceder. Insisto: suena de sentido común pero la realidad nos abofetea fuerte la cara. Hoy la ultraderecha ha avanzado de manera alarmante, y la preocupación no es exagerada, pues no se arrugan en defender los crímenes de la dictadura civil-militar, incluso no niegan que estarían dispuestos a hacer lo mismo en caso que sus privilegios se vean amenazados.

Por eso estamos en momentos decisivos, por eso la recuperación de Irán 3037 es un paso necesario para cristalizar las lecciones de la historia, y la ultraderecha -encabezada por el Partido Republicano- no vuelva a convertir a Chile en un largo y angosto campo de concentración.

La lucha que las víctimas de Irán 3037 han dado no termina en ellas mismas, al contrario, comienza desde ellas para que nadie más deba pasar por lo mismo, para que nuestras hijas puedan pensar libremente sin la amenaza de que, por ese motivo, las abusen, las torturen y las violen. Es fuerte, sí, pero lo terrible es que fue real, sucedió en pleno siglo XX en la comuna de Macul.

Ahora la casona que fuera uno de los escenarios escogidos por la DINA para dirigir la tragedia al pueblo chileno cambia de tablas y telón; quien fuera el director de la obra yace en el fondo más oscuro de la historia y se liberan quienes antaño estaban en cautiverio. Hoy el elenco muestra sus heridas en forma de cicatrices, la casa misma es una gran cicatriz que rompe la homogénea piel de la ciudad.

No dejemos de cuidar las cicatrices de la historia, como escribe la poeta Piedad Bonnett, son “la forma que el tiempo encuentra de que nunca olvidemos las heridas”.


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