En esta ocasión voy a referirme al examen de grado presentado por un alumno que tuvo a bien elegirme como su directora de tesis dentro del programa de Maestría en el Posgrado en Ciencias del Lenguaje del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” de la BUAP. Lo hago con el ánimo de resaltar la importancia que tiene para el estudiante y para el maestro(a) la culminación de un proyecto que el alumno se propuso llevar a cabo desde el momento en el que solicitó su ingreso al posgrado.
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El camino es largo y requiere de toda la dedicación del alumno, pero a través de este trayecto el maestro(a) traba una relación única con él(ella). En este caso, esta relación se inició con el curso propedéutico en el que participan todos los miembros de la Academia del posgrado. Dos sesiones llevaron conmigo: Filosofía Analítica del Lenguaje I y II. Desde aquí se empiezan a decantar las preferencias de cada alumno. ¿Cómo? Por el interés que el alumno muestra con sus preguntas específicas y el disfrute del maestro (a) que no se agota después de dar muchas veces el curso y para las cuales encuentra respuestas cada vez más frescas, más articuladas y más sólidas.
Cada vez que recibo un nuevo grupo de alumnos y los introduzco a las teorías del significado de Frege, Russell o Wittgenstein recuerdo lo que me dijo en una ocasión, hace muchos años, una alumna de preparatoria: “Maestra, no le entendemos, pero lo dice con tal pasión que le creemos”. Y es que desde ahí se establece esa conexión con nuestros(as) alumnos(as), la conexión del disfrute de estudiar y analizar lo que nos gusta, lo que nos apasiona.
Esta “probadita” de Filosofía en el Propedéutico se profundiza en el curso de Filosofía del Lenguaje y después en el curso de Metodología de las Ciencias Sociales y Humanas que versa sobre Filosofía de la Ciencia. Imagínense si no será importante esta conexión académico-disciplinaria entre maestro(a) y alumno(a) para que éste(a) elija a su director(a) de tesis. Esa satisfacción tenemos en el Posgrado en Ciencias del Lenguaje: los(as) alumnos(as) eligen a sus directores(as) de tesis desde el segundo de los cuatro semestres que dura el programa. Así, si te eligen, llevan contigo tres seminarios de tesis para elaborar el proyecto de tesis y la tesis propiamente dicha.
Tuve, pues, la fortuna de tener a mi tesista desde el curso propedéutico hasta la presentación de su examen de grado. Trabajamos mucho pero en el día que defendió su trabajo de investigación se vieron coronados todos sus esfuerzos, ¡y los míos también!
Imaginen mi orgullo cuando al iniciar su presentación se tomó unos minutos para agradecerme la libertad con la que había contado para desarrollar su tesis. Esta libertad de investigación por la que todos abogamos no es tan fácil de garantizar sobre todo en el caso de la Filosofía, disciplina que se caracteriza por la convivencia de distintas corrientes y posturas ideológicas y en la que sólo la argumentación cuidadosa y lógicamente presentada puede dar al ponente la razón frente al oponente.
Su tema de investigación era muy “taquillero”, a saber, cómo dar cuenta, desde la metodología y el enfoque wittgensteinianos, de los principios morales prevalecientes en una comunidad. El análisis gramatical de los conceptos clave como ‘cultura’, ‘forma de vida’, ‘juego de lenguaje’, ‘seguir una regla’, entre otros, le dio la clave para responder las preguntas de investigación que se planteó al inicio de su trabajo.
Como era de esperarse después de leer los dictámenes aprobatorios de su comité tutorial, los miembros del jurado habían preparado cuidadosamente sus preguntas, todas ellas reflejando el interés despertado por la tesis y las relaciones que podían establecer con sus respectivas líneas de investigación. Me llamó especialmente la atención el cuestionamiento planteado respecto a una sociedad esclavista, donde la autora citada señala que si el sistema es malo ¿por qué había de serlo la persona?
Pregunta relevantísima, puesto que si no gozáramos de libertad no podríamos ser moralmente responsables ni podríamos ser moralmente evaluados. Como lo pueden sospechar, la discusión estuvo en todo su esplendor. ¿Qué hay de los dilemas morales? ¿Cómo y quién se los plantea? ¿Cómo se resuelven? ¿Se justifica su resolución por la mera decisión del individuo? ¿O se justifica por actuar de la manera esperada por aquellos que nos rodean?
La presentación y defensa de la tesis fueron tan completas que el jurado acordó otorgarle la Mención de Honor.
No sé quién estaba más feliz, si el alumno, yo, los miembros del jurado, o sus compañeros(as) presentes o sus padres y amigos. Una verdadera fiesta académica.
Quiero dejar constancia por esta vía del enorme agradecimiento que siento por la oportunidad que me dio mi alumno de ser su maestra y directora de tesis y haberme permitido acompañarlo hasta lograr su meta, un escalón más en su preparación académica, pues ahora continúa con su doctorado.
De esto se trata la vida universitaria, de formar una comunidad con intereses afines y con roles que nos llevan a desempeñar nuestro trabajo con dedicación y entrega absolutas.
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