El epitafio del PRI

El PRI fue el partido gobernante por 71 años. En 36 años, vimos la transición del PRI de partido hegemónico

El epitafio del PRI

Autor: Onel Ortiz

La 24º Asamblea Nacional del PRI modificó los estatutos para que Alejandro Moreno, el terrible Alito, pueda seguir en la presidencia de ese partido hasta el 2032.

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En redes circula una esquela del PRI, aquí propongo su epitafio: “Aquí yace el PRI, hijo del presidencialismo y hermano del corporativismo. Tuvo el poder por 71 años, lo derrotó la sociedad y lo enterró Alito. EPD 1929-2024”

El PRI fue el partido gobernante por 71 años. En 36 años, vimos la transición del PRI de partido hegemónico, con Carlos Salinas de Gortari a partido en el gobierno, con Ernesto Zedillo; de  partido en el cogobierno con el PAN, durante los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto a partido de oposición, con Andrés Manuel López Obrador. En el gobierno de Claudia Sheinbaum será un partido testimonial.

Con respeto para algunos priístas, la debacle del PRI es una buena noticia para la democracia y para el país. Tienen al líder y al partido que merecen. Con Alito o sin él en las ruinas del poder, ese partido seguirá los pasos del extinto PRD: menos de 5 puntos porcentuales en las elecciones del 2027 y perdida del registro en el 2030.

Con altibajos, el PAN seguirá en el escenario político, pero la oposición a Morena y a su movimiento no tendrá como eje los partidos tradicionales. Quizá surjan nuevos partidos, quizá no, pero ojalá que la oposición siga caminando por el sendero de la lucha electoral o la resistencia civil pacífica.

Reducido el PRI a un partido testimonial, controlado por un cacique, es importante erradicar la cultura priísta de nuestra democracia. ¿Muerto el perro se acabó la rabia? ¿Y si el virus priísta ya infectó a otros partidos y personajes? De lo que se trata es que las prácticas y las mañas priístas no se infiltren y ganen espacios en la vida pública.

Hablo de las políticas y políticos que viven y viven muy bien de la política, del nepotismo, del influyentísimo, de la corrupción en la administración pública y del fraude en los procesos electorales.

Hablo de poner fin a la cultura política priísta machista, gandalla y servil. No solo se trata de que mujeres ocupen la mitad de los espacios de poder, sino un cambio educativo y cultural. Que eso que llaman “revolución de las conciencias” sea verdad y no un elemento retórico.  

Hablo de terminar con esos personajes zalameros, que siempre traen en la boca un: “lo que usted diga señor presidente”; “Lo que usted mande  señor senador”,  “Lo que usted diga señor diputado.”

De que ya no existan los asesores carga portafolios o las secretarias escort, queridas o amantes de políticos. De poner fin a expresiones como: “Lo doble”, “Me lo chingué”, “Me la peló” o “Se la metí doblada”.  El fin del PRI como partido debe ser también el surgimiento de una nueva cultura política; si no es así, entonces no habrá cambiado nada. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

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