Constantemente escuchamos hablar del CSNU, pero sabemos realmente ¿cuál es su rol? Para empezar, les contamos que el Consejo de Seguridad es el órgano de las Naciones Unidas con mayor poder al interior de la organización, con la capacidad de vetar o aprobar acciones de alcance mundial, y es por ello que su objetividad en la resolución de conflictos globales ha sido reiteradamente cuestionada.
Es el principal órgano encargado de conservar la paz y la seguridad mundial. Fue creado en 1945 tras el fin de la II Guerra Mundial, y su función es mediar y resolver conflictos entre países. Tiene la potestad de tomar decisiones que los estados miembros están obligados a acatar y aplicar, puede imponer sanciones económicas, bloqueos, embargos y hasta acciones militares para garantizar la estabilidad y la paz mundial (con los conocidos Cascos Azules).
A pesar de su gran influencia, enfrenta algunos obstáculos en su accionar, principalmente de parte de los países miembros con derecho a veto, y es que, aunque este Consejo cuenta con 15 miembros, sólo cinco de ellos son permanentes, y los otros 10 no lo son y ocupan su cargo en función a la región a la que pertenecen. Los cinco países que tienen un poder mayor son Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Rusia y China, una constitución que sólo se explicar por cómo se organizó el mundo después de la II Guerra Mundial y esto se ha mantenido así desde 1945. En 1965 el Consejo se amplió de 11 miembros a 15 miembros, en el año 1971 se sustituyó la República de China conocida como Taiwán por la República Popular China; un acontecimiento clave en su evolución fue el cambio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética por Rusia en 1991, tras la caída de la URSS.
A pesar de algunos esfuerzos por ampliar su democracia interna, siempre ha sido muy criticado el derecho a veto; hubo propuestas para modificarlo, como las que impulsó Kofi Annan en los años 90. Sin embargo, los intereses de los miembros permanentes han impedido las reformas y la razón es muy simple: mantener en pocas manos el derecho a veto que les permite impedir que se tomen decisiones que pueden ir contra sus propios intereses.
El quiebre que se vivió durante “la guerra fría” impidió que se alcanzaran consensos durante varias décadas, sencillamente por el veto aplicado por la URSS o Estados Unidos, lo que ya en esa época dejaba en claro las deficiencias del CSNU, que no le permitían avanzar en la solución de varias crisis mundiales. Con el fin de la Guerra fría, durante los años 90 se lograron algunos consensos como la imposición de una fecha límite para el retiro de Irak de Kuwait, la creación de zonas de seguridad en Bosnia o la intervención en Somalia, aunque éstas dos últimas expediciones, en las que se enviaron cascos azules, fracasaron notablemente.
Han sido varias las decisiones que ha tomado el Consejo, que los países han incumplido y ante la parálisis del organismo por la falta de unidad de las cinco potencias con derecho a veto, varios han decidido tomar acciones unilateralmente, por ejemplo, cuando Estados Unidos encabezó la invasión a Irak el año 2003. En un discurso ante la Asamblea General de la ONU, el ex presidente de Estados Unidos, George Bush, le recordó al organismo que no necesitaba el permiso de nadie para atacar a Irak. Esa acción de Estados Unidos puso en claro la debilidad del Consejo de Seguridad; si, a pesar de sus principios, una de las cinco potencias puede decidir unilateralmente sobre la seguridad mundial; algo similar hemos visto en el conflicto en Siria, donde se ha impedido la adopción de medidas significativas en favor de la población civil, y en Gaza, donde Estados Unidos, principal aliado de Israel, ha bloqueado varias iniciativas para alcanzar un cese al fuego inmediato.
Por otro lado, al debilitar aún más al Consejo por el uso del veto, se suma la falta de representatividad de potencias emergentes como India o Brasil. O sea, hoy contamos con un Consejo de Seguridad anacrónico, incapaz de responder a la actual geopolítica mundial. Por eso, a pesar de la resolución histórica, exigiendo el alto al fuego a Israel, la decisión sólo se logró tomar cuando ya hay más de 30 mil muertos en Gaza.
Y, entonces, ¿seguiremos dependiendo de la decisión de sólo cinco países? Cabe señalar que una de las soluciones sería integrar a más países al CSNU, reformando sus estatutos, pero no sería correcto ni democrático que sólo integraran al CSNU los principales aliados de Estados Unidos, como Japón y Alemania, como ha surgido en algunas propuestas, lo que crearía un terreno político muy difícil de dirigir a nivel mundial. En esta línea, Joe Biden se suma a la serie de ataques contra la Federación Rusa y la República Popular China, exige transformaciones en la ONU que favorezcan una línea de consolidación de sanciones a estos dos países, con la decisión de ejercer el papel de jueces y verdugos en materia de política internacional.
Tenemos un CSNU en el que tres de los países con derecho a veto jamás se pondrán de acuerdo, lo llevan en el ADN. No en vano Estados Unidos, en materia de proposiciones respecto a nuevos miembros para el Consejo, presiona por sumar a Japón y Alemania. En el caso del Asia Pacífico, Japón ejercería su radio de influencia en la zona donde China tiene disputas con Taiwán, y, con el ingreso de Alemania, se sumaría un miembro más de la OTAN, junto a Francia y Gran Bretaña, lo que implicaría una superioridad numérica y estratégica inaceptable para Beijing y Moscú.
Queremos ser claros, no es correcto ni aceptable que sólo Japón y Alemania sean propuestos para integrar el Consejo de Seguridad de la ONU; es imprescindible que potencias como India (el segundo país más poblado del planeta) y Brasil sean considerados por derecho propio, como países con economías fuertes y en constante crecimiento, representativos y no indiferentes de gran parte de la población mundial. La necesidad de ampliar y democratizar el Consejo es clara, es la única posibilidad que tiene de ser un órgano representativo e influyente, capaz de comprender y actuar en las complejidades de un mundo que ha cambiado y que seguirá cambiando.
Por Félix Madariaga L.
Fuentes:
Columna publicada originalmente el 5 de julio de 2024 en El Indoamericano.