Daniela Millaleo, cantautora de origen mapuche, poblacional y profesora de Historia. Criada por sus abuelos en la población Santa Julia en la comuna de Macul, entre mate, merkén, smog y alfalto. Descendiente de los inmigrantes mapuche que llegaron a Santiago producto de la ocupación y empobrecimiento del Wallmapu (territorio mapuche) a finales del siglo XIX. Trashumante de eternos viajes entre la capital y el sur para no perder la raíces y buscando inspiración de las luchas de las comunidades.
En 2013 sacó su primer disco desde la autonomía, en un concierto en el GAM, sus temas tienen melancolía, pero también tienen lucha y denuncia, esa que cautiva en los escenarios de las plazas de la periferia y en los eventos populares.
Nos cuenta que su música viene de la tierra, de la lucha desde la población, de la resistencia de las comunidades; que su música es un proyecto más que cultural, es un proyecto político de denuncia y de reivindicación.
-Daniela, tu primer disco se llama Trafun, ¿por qué ese nombre?
–Trafun es una comunidad que queda cerca de Panguipulli; yo una vez fui a ver un asunto de trabajo, fui a ver cómo hacían educación multi-cultural, que es mi área, y me pillé con pacos, con perdigones, un montón de cosas, y ahí nació la canción Trafun. Hay gente que vive la represión constantemente, hay niños que si las ovejas se arrancan y las van a buscar vuelven con perdigones; yo vi un niño con un perdigón en la garganta y ahí quedé plop; una cosa es ver la represión por la TV y otra vivirla, cagarte de miedo, pero también llenarte de rabia.
-Al escuchar tu disco, suena mucho a melancolía y paisajes sureños ¿qué tiene de político aquello?
-Bueno, mi disco en esencia es político, porque trabajo desde la autonomía, me refiero a que no acepté ningún crédito del Estado ni de la Conadi [Corporación Nacional de Desarrollo Indígena] ni de concursos que pueda financiar un disco. Mi música es política, básicamente Trafun nace del descontento y nace de la experiencia, de la vivencia que uno recopila viajando, viendo cosas en allanamientos,viendo injusticias y luego de esto nace mi manera de cantar. Si uno tiene un instrumento llamado voz tenemos que soltarlo y soltar esta rabia acumulada, por eso mi disco es un proyecto político, por su esencia de conflicto y porque hace denuncia.
-¿Cuál es el propósito de tu disco?
-Para hacer una denuncia importante sobre lo que esta pasando en el sur, las injusticias a todo ámbito que tenemos el pueblo al que yo pertenezco, el mapuche. Eso sí, no deja de lado la cultura, por ejemplo en la canción ‘Werken’, el werken es una autoridad ancestral, un mensajero pero también el werken está siendo perseguido por el Estado chileno, está siendo encarcelado sin pruebas, está siendo baleado o asesinado por la espalda por el Estado chileno o alguna empresa; entonces Werken no solo involucra la cultura, sino que también es una forma de contar lo que pasa, un poco de resistencia, la cultura sin resistencia no existiría actualmente.
-¿A qué te refieres con que la cultura sin resistencia no existiría?
-Actualmente en 2014, es cierto, no pasa en Chile solamente con los mapuche, pasa en toda Latinoamerica con los hermanos indígenas, la cultura siempre existió, siempre, pero si no hubiese sido por la resistencia de los pueblos para conservar su cultura, y en nuestro caso la tierra, no hubiese existido la cultura, es la resistencia que estamos viviendo ahora los indígenas, el asunto es que la resistencia actual de los pueblos indígenas dejará de existir cuando empiece la rebelión verdadera. Acá mismo en Santiago la gente que se vino del sur resiste, no deja de lado su cultura sureña, aunque lo niegue, esta ahí.
-¿Y tu disco habla de eso?
-En mi disco hay muchas canciones que tienen que ver con la resistencia acá en Santiago, mi abuelo se vino del sur a vivir acá, y hay temas, como la ‘Sirenita de Mehuín’, que también habla de melancolía, de recordar los territorios, hablan de que debido a la ocupación de la Araucanía, antes con migrantes ahora con trasnacionales, no hay territorios y se vienen a Santiago a trabajar como proletarios; ahora estudiamos en la universidad, pero somos hijos de los hijos de Caupolicán. Mi música habla de nostalgia, que fuimos exiliados, desterrados del sur, y vivimos acá, que no es nuestra tierra y aun así resistimos y conservamos la cultura, nos juntamos entre nosotros, entonces la nostalgia que tiene mi música, tiene que ver con la recuperación de nuestras tierras al sur y eso es político, es denuncia, queremos volver, pero están ocupadas.
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-¿Sin embargo, al menos en este disco tus canciones son en castellano y no en mapudungun?
-Sí, aunque hay algunas canciones que tienen un «champurreo», son en castellano, es que para hacer canciones en mapudungun hay que recuperar la lengua, porque como soy de acá de Santiago la he perdido; no solo se perdió el territorio. Pero una cosa es hacer una canción en castellano y otra componer un mapudungun, porque si yo hago/pienso una canción en castellano al traducirlo al mapudungun no va a tener el mismo sentido, porque es un lenguaje bajo otros cánones, totalmente diferente y yo estoy recién en ese proceso. Por ejemplo, en el disco está la canción Ko, que es agua, tiene algunas palabras en mapudungun pero estoy en un proceso de recuperar el lenguaje, y así se empieza a recuperar todo.
Mira, mi abuelo me comentaba que cuando él hablaba mapudungun en la escuela lo hincaban en porotos todo el día, eso es una tortura, y eso aún pasa en el sur, ningún profesor maneja la lengua. Ahora está bien ser mapuche, es bien visto, pero antes era terrible, la gente se cambiaba los apellidos, era difícil mantener tu cultura. Espero en el próximo disco tener canciones en mapudungun.
-En tu disco, en la música, agregas el clásico ritmo mapuche del kultrun.
-Claro, uno nace con el kultrun, viene con nosotros y en cada canción está.
-¿Cuáles son tus reivindicaciones político-culturales?
-Mira, antes el genocidio era físico, la política de este Estado fue matarnos, hoy es más cultural, intelectualmente, en la educación, por eso yo trabajo en la educación intercultural, ahora es más open mind y esas cosas, pero los planes y programas de la educación intercultural es, cómo te explico, traducir el himno nacional al mapudungun, y eso no es intercultural. Eso cambiará cuando se acepte por ejemplo dentro de una constitución que hay pueblos diferentes culturalmente, plurinacional o multicultural como Bolivia o México.
Por eso nosotros no entramos en los libros de historia; todos pensamos que somos chilenos, pero no es verdad, porque hay niños en Ercilla que hablan en mapudungun pero en la escuela le dicen que no hable así porque ella (la profesora) no le entiende, ¡por favor!, los profesores deberían hablar mapudungun si están en un contexto mapuche, lo mismo en el norte con el aymara.
Pero si no estamos en la constitución menos en los libros y seguiremos cantando el himno nacional los lunes en la mañana y seguiremos discriminando a los morenos y amando a los rubios de la publicidad. La educación debe estar pensada en la comunidad que está.
Otro ejemplo, si una viejita llega enferma al consultorio nadie le entiende y no puede decir qué síntomas tiene, pero ¿por qué la viejita tiene que aprender y el doctor no?
Lo primero es quemar la constitución que hizo Jaime Guzmán y colocar otra, que no se quién la va a hacer, pero que no siga persistiendo el racismo.
Por Carlos Chávez
Trafun de Daniela Millaleo fue producido, mateado, grabado, mezclado y masterizado
en estudio La nave de Hijo del Salitre.
El Ciudadano