A Mireya Morales, la familia Vergara Toledo, Rosita Silva y “Bowser”; con gratitud y cariño.
Por Mauricio Redolés
El año 2006 fui invitado a hacer un taller de recuperación de la memoria barrial con un grupo de pobladores y pobladoras de Villa Francia. Me trasladaba una vez a la semana hacia ese maravilloso lugar en micros atestadas de obreros, operarias y estudiantes. Recuerdo que en una ocasión el chofer me hizo subir por atrás y cerró la puerta antes de que yo me acomodara en la pisadera, agarrándome el mecanismo de la puerta el pie derecho (¡Todavía me duele cuando me acuerdo!) y lanzándome al suelo.
Pero todos esos contratiempos desaparecían cuando yo llegaba a un espacio comunitario en que con sopaipillas y café me esperaban un grupo de hombres y mujeres fundadores y fundadoras de Villa Francia. Recuerdo con particular emoción a don Manuel Vergara, ejemplo de rectitud y dignidad, al querido Hernán, quien hacía de anfitrión en ese centro comunitario, a Juan Carlos, a Guillermo, a la Tato. Me explicaron que originalmente ese sector se llamaba Chuchunco, de allí entendí el dicho santiaguino que para denotar un lugar lejano dice: “Queda por allá por Chuchunco”.
El amor, la dedicación por su territorio, el compromiso por una mejor vida, la dignidad pasando de adultos a jóvenes y a niños, me quedó en la memoria para siempre. Y el humor, ¡Qué manera de reírnos por las circunstancias en las que partió la Villa Francia! Recuerdo que una vez un poblador me dijo que, en los inicios, cuando el territorio era un lodazal enorme, siempre que salían de Villa Francia a sus trabajos salían más altos que cuando regresaban; le pregunté cuál era la razón y me dijo: “cuando salíamos de Villa Francia, salíamos con cinco centímetros más, que era el barro acumulado en nuestros zapatos, cuando volvíamos de la ciudad se nos había quitado el barro y éramos cinco centímetros más bajos”.
El asesinato de los hermanos Vergara Toledo es un símbolo de odio del poder contra esa población; el allanamiento contra el Comedor Popular Luisa Toledo es una continuación de ese mismo odio del poder hacia esa población. En algún momento creí entender por qué esa inquina, tan claramente reflejada en nombre de los poderosos por el dizque periodista Matías Del Río en su visión con lo ocurrido en el allanamiento contra el Comedor Popular; Matías Del Río comparó ese allanamiento con los allanamientos a las guaridas de narcotraficantes ¡Que caradura!
Creo que el odio contra Villa Francia tiene que ver porque desde su fundación -y sobre todo en la época de Salvador Allende– en Villa Francia germinaba un nuevo Estado. La distribución de alimentos, los problemas del transporte, de la educación, de la salud, se miraban desde una perspectiva de “solucionática” y no de “problemática” (parafraseando al compañero Luis Corvalán Lepe). Eran los pobladores y las pobladoras quienes se ponían manos a la obra para solucionar los problemas; no esperaban que llegaran soluciones “desde arriba”. Y esa independencia y dignidad se ve reflejada en el Comedor Popular Luisa Toledo. Mientras que en la violencia del allanamiento se ve reflejado el odio de los poderosos.
Al finalizar el taller compuse una canción para Villa Francia y se la entregué en un casete al taller; las compañeras y compañeros han hecho circular esta canción por diferentes partes de Chile y el mundo, mano a mano, casete a casete, Whatsapp a Whatsapp. En estos días la subiremos a Youtube.
También, en Onda Media está el documental “Redo: Un documental sobre Mauricio Redolés” de Cristian Parker y Gabriela Flores; allí hay imágenes de la clausura del taller en Villa Francia.
Nunca creamos que todo está perdido, Villa Francia siempre nos está ofreciendo su corazón.