La política estadounidense: El gran espectáculo

Trump forma parte del gran show de la política norteamericana. A segundos del atentado, comenzó a capitalizar el hecho y no ha parado

La política estadounidense: El gran espectáculo

Autor: Onel Ortiz

Fue la semana de Donald Trump. Éxito total. Se le alinearon los astros al magnate y político. El fallido atentado, la designación de JD Vance como su fórmula a la vicepresidencia, la nominación republicana, con un partido tendido a sus pies y el Covid de Joe Biden, que lo obligó al confinamiento, forman parte del recuento de unos días de ensueño que, por qué no, Trump cerró hablando mal de México.

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A una semana de su fallido atentado, hay más dudas que certezas respecto a quién, cómo y por qué atentaron contra su vida. Lo que está más claro son las consecuencias: potenciar sus posibilidades de ser reelecto presidente de Estados Unidos en noviembre.

Donald Trump forma parte del gran show de la política norteamericana. Animal político. A segundos del atentado que pudo quitarle la vida, comenzó a capitalizar el hecho y no ha parado, ni lo hará. Ahora es un sobreviviente, un héroe, un elegido de Dios para guiar el futuro de América. Trump es un hombre mayor, 78 años, pero demuestra una vitalidad inusitada.

No todo es Trump, su ego y su enorme boca. La jugada maestra del candidato republicano y de su partido fue la designación de JD Vance como candidato a la vicepresidencia. Vance representa de manera auténtica todo lo que Trump hace de manera artificial. Vance es todo lo que Trump aparenta ser. Cosas de la política: fue su detractor, ahora es su compañero de fórmula. Es la nueva estrella ascendente que brilla con luz propia en el electorado norteamericano.

Joven, blanco, pobre, religioso, hijo de un padre ausente y una madre drogadicta, exmilitar, padre devoto, profesionista y escritor, Vance representa el sueño americano en su más pura expresión. Es una historia de éxito. Como él mismo la plasmó en su libro e intenta ser representada en la película del mismo nombre: «Hillbilly Elegy«, disponible en plataformas.

En la casa de enfrente, en el Partido Demócrata también hubo cambios importantes. Joe Biden dejó sus aspiraciones de reelección, se bajó de la candidatura y dio su apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris, la cual de inmediato logró el apoyo de medio millar de delegados demócratas. También casi de inmediato, medios, redes sociales y personajes comenzaron a manejar el nombre de Michelle Obama como la única candidata con posibilidades de derrotar a Trump.

Kamala Harris, quien tiene una trayectoria impresionante como fiscal y senadora, representa una candidatura histórica y simbólica para el Partido Demócrata. Sería la primera mujer, y además mujer de color, en llegar a la presidencia de Estados Unidos. Sin embargo, su popularidad entre ciertos sectores es cuestionable y muchos analistas se preguntan si tiene la capacidad de unir al partido y al país en estos tiempos polarizados.

Michelle Obama, por otro lado, es una figura querida y respetada por una gran parte del electorado demócrata. Su carisma, inteligencia y experiencia como primera dama la convierten en una candidata formidable. Sin embargo, su renuencia a participar activamente en la política ha sido evidente y no está claro si estaría dispuesta a entrar en la contienda presidencial.

En medio de este panorama, las elecciones presidenciales en Estados Unidos se presentan como un gran espectáculo, un show mediático y político que mantiene al mundo a la expectativa. Las campañas están llenas de drama, giros inesperados y personajes carismáticos, cada uno con su propia narrativa de heroísmo, redención o villanía.

La designación de JD Vance por parte de Trump es una jugada que busca atraer a un electorado joven y desencantado con la política tradicional. Vance, con su historia de superación personal y su conexión con la clase trabajadora, podría ser la clave para asegurar el voto de los llamados «hillbillies», un segmento crucial para el triunfo republicano. Su presencia en la boleta equilibra la imagen de Trump y añade una capa de autenticidad que el magnate necesita desesperadamente.

En el campo demócrata, la situación es más complicada. La renuncia de Biden a la reelección ha dejado un vacío que Kamala Harris y Michelle Obama intentan llenar. La vicepresidenta Harris tiene el desafío de consolidar su liderazgo y demostrar que puede ser una presidenta fuerte y capaz. Por su parte, la posibilidad de una candidatura de Michelle Obama sigue siendo una incógnita, pero su sola mención en las conversaciones electorales muestra el poder de su influencia.

Estas elecciones también reflejan un cambio generacional y cultural en la política estadounidense. La nominación de figuras como Vance y Harris indica una transición hacia líderes más jóvenes y diversos. Este cambio es inevitable y necesario en un país que se enfrenta a retos cada vez más complejos en términos de justicia social, cambio climático y economía.

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos son un reflejo de la complejidad y el dinamismo de su sociedad. Donald Trump, con su habilidad para dominar los medios y capitalizar cada evento a su favor, sigue siendo una figura central y polarizadora. Su alianza con JD Vance podría consolidar su base y atraer a nuevos votantes. En el lado demócrata, la lucha por la candidatura entre Kamala Harris y la posible intervención de Michelle Obama añade un elemento de incertidumbre y emoción.

La política estadounidense es, en muchos sentidos, un gran espectáculo. Pero más allá del drama y los titulares, las elecciones de noviembre tendrán consecuencias profundas y duraderas para el país y el mundo. Es un momento de decisión y cambio, y el resultado definirá el rumbo de Estados Unidos en los próximos años.

Yo creo que también en Norte del Río Bravo es tiempo de mujeres. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

@onelortiz

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