Con una iluminación en rojo, blanco y azul, los colores de la bandera tricolor francesa, la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos (JJOO) de 2024 en París se llevó a cabo acompañada de tradicional música de acordeón.
De entre el humo bajo el puente de Austerlitz apareció el barco que transportaba a la delegación de Grecia para los juegos, conforme dicta la tradición, seguido de cerca por el equipo de refugiados que recibió las mayores ovaciones de la noche, lo que dio la razón a las palabras del presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, cuando dijo que «el deporte es respeto. El deporte es empoderamiento. El deporte es solidaridad. El deporte es paz».
La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de 2024 a tuvo como fin mostrar París al mundo y lo hizo.
Lady Gaga, rodeada de plumas, cantó «Mon truc en plumes», un homenaje al Moulin Rouge en los escalones del margen del río Sena, y se puso en marcha el gran experimento, algo nunca antes intentado: realizar la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos a lo largo de seis kilómetros del río.
La ceremonia tuvo como fin mostrar París al mundo y ciertamente lo hizo. Hubo chicas de cancán, un homenaje a la reconstrucción de Notre Dame y por supuesto a la Revolución Francesa, con fuegos artificiales, música heavy metal y cantantes que parecieron haber perdido una batalla con la guillotina.
Aya Nakamura, la artista francoparlante más escuchada en el mundo, tuvo una actuación contundente junto con 60 músicos de la Guardia Republicana y 36 coristas del ejército francés.
Hubo bailarines en las azoteas, homenajes a la moda francesa, referencias al escritor Víctor Hugo y un misterioso portador de la antorcha que se abrió paso a través de la galería de arte del Louvre hasta la música de Claude Debussy, mientras que los portadores británicos de la antorcha, Tom Daley y Helen Glover, en la proa de su bote, recrearon la famosa escena de Leonardo Di Caprio y Kate Winslet en el Titanic.
El entretenimiento y el espectáculo se mezclaron con imágenes de los equipos que se abrían paso sosegadamente por el río y se mezclaban claramente con intervenciones de video.
Si es que hubo un aspecto negativo de la ceremonia, fue que cualquier evento realizado a lo largo de una distancia tan grande tiene que enfrentar problemas de continuidad, y la gran diferencia entre esta ceremonia y otras fue que el desfile de atletas se mezcló con los espectáculos.
Otras ceremonias de inauguración han podido contar una narrativa más continua, fluyendo sin contratiempos de un tema a otro y contando su historia antes de que los atletas se conviertan en el centro del escenario.
El hecho de que artistas como Lady Gaga y Nakamura sólo pudieran actuar en una de las riberas del río significó que en realidad, sólo un puñado de personas pudieron verlas de forma presencial, mientras que los demás observaron a través de pantallas.
¿Esto significa que fue la primera ceremonia multimedia o tan sólo que fue demasiado ambiciosa como para ser completamente exitosa?
Quizá, pero el emotivo relevo de la antorcha con héroes deportistas que terminó con el ciclista de cien años Charles Coste tomando la llama poco antes de que el pebetero fuera colocado en un globo Montgolfier para elevarlo al cielo de París fue impresionante.
La torre Eiffel también proporcionó una belleza y drama tardíos y cualquier ceremonia que termine con Celine Dion cantando la canción L’Hymne à l’amour de Edith Piaf merece crédito por su valor y disposición para abrazar tanto el pasado como el presente.
Independientemente de opiniones personales, algo quedó claro: todos los que estuvieron en los márgenes del río Sena y ovacionaron a los competidores desde el principio hasta el final también merecen una medalla por sus esfuerzos olímpicos.
Fuente: Agencia Xinhua.
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