Si pudiéramos contrastar la calidad de la calidez, habría un aspecto fundamental que es hacer las cosas con el corazón. La calidad establece que «nadie es indispensable» mientras la calidez hace entender que todos son únicos e irrepetibles y eso lo saben muy bien las comunidades originarias.
En una charla con la Dra. Tonantzin Ortiz de la Universidad Intercultural sobre el concepto de calidez de las comunidades originarias nos hizo consenso que esa actitud es parte de conocimientos ancestrales, humanos, por tradición y costumbre y podrían aplicarse una categorización del servicio en la comunidad rural. Sobre todo para el turismo comunitario y rural, al no reunir estándares convencionales por ingresos, márgenes de educación, tecnología condicionados por el concepto de calidad occidental.
La calidez como forma de atención al viajero es un rasgo común y cotidiano de los pueblos originarios. Para el desarrollo del turismo comunitario, establecer un estándar de atención fuera de los cánones internacionales sin dejar de lado elementos significativos y medibles puede significar un buen proyecto de identificación.
Así como el trabajo doméstico se ve invisibilizado, la calidez como actitud de las comunidades originarias se ve anulada al darla por dada y en la generación de múltiples ahorros a la dinámica capitalista de servicios, sin que cuente en valor para sus portadores.
La actitud de servicio y su optimización siempre han tenido un costo en temas de capacitación para los prestadores de servicios, por supuesto que para desarrollos nacientes resulta casi imposible un tema de inversión y suelen ser exitosos ciertos desarrollos porque las comunidades no ven extraño la actitud de servicio y «la calidez». Es común ser «dador» y hospitalario para el visitante, el turista, o el viajero cansado.
Podríamos también considerar que sea un valor cristiano, pero es más constante verlo en las comunidades como una tradición ancestral de las comunidades con características formidables para el desarrollo turístico.
En el turismo, a pesar de ser una actividad creada bajo la sujeción del capitalismo, ha subsistido en otros modelos económicos. Las experiencias de la extinta URSS y de Cuba son realidades posturismo que vale la pena entender e investigar.
Para atender la transversalidad de la planeación turística es importante atender la agenda 2030. Impulsar una nueva forma de medir la calidez de los destinos permitiría humanizar el concepto de calidad turística y darle un contenido tradicional.
El RNT, el Registro Nacional de Turismo, tiene efectos significativos básicos para el registro de la calidad del servicio.
Sin embargo, uno de los objetivos del Turismo sería supervisar los procesos de calidez en los desarrollos comunitarios.
Me lo dejó muy claro Francisco Carrasco, maestrante en gestión del Turismo de la BUAP al abordarlo y considerar un sello de calidez y hospitalidad para ciertos desarrollos turísticos.
Considerando «la calidad» como consenso multidimensional que busca regular una actividad en función de la creación de un buen o un servicio. El estándar ISO 18513 es un ejemplo internacionalmente reconocido para actividades turísticas.
La calidez es una actitud de servicio que forma parte de las comunidades originarias. Sus valores y su visión son valorados por aquellos que visitan una comunidad por primera vez.
Transformando está idea los sellos de calidez bien podrían considerarse para evaluar a los desarrollos comunitarios e impulsarlos para tener una nueva forma de medir la atención al turista, está actitud de servicio que bien se puede ir transformando en algo mucho más profundo, algo hecho con el corazón.
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Foto: El Ciudadano México
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