Las dunas de yeso en Cuatro Ciénegas, Coahuila, son una de las maravillas naturales más impresionantes de México. Formadas por cristales de sulfato de calcio hidratado, estas dunas brillan con un intenso color blanco, creando un paisaje único en el mundo. Este desierto cubre 800 hectáreas, siendo el segundo más grande de su tipo en el continente americano.
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Estas formaciones surgieron hace millones de años, cuando la región estaba cubierta por el mar de Tetis. Al secarse el agua, quedaron depósitos de yeso que, con el tiempo, la erosión y el viento moldearon en las dunas actuales. Su textura suave y brillante se debe a su composición química, lo que permite caminar descalzo sin que la arena se caliente con el Sol.
Una de las principales atracciones es «El Castillo», una duna de 12 metros de altura, rodeada por una cerca para protegerla de la erosión provocada por los visitantes. Además de su belleza geológica, el desierto alberga especies vegetales endémicas como la dalia de yeso y la rasposilla, que han adaptado su crecimiento a este entorno árido.
Aunque la vegetación es escasa, los visitantes deben tener precaución con la fauna local, que incluye serpientes de cascabel, ratones y zorros. El paisaje desértico de Cuatro Ciénegas también recuerda a otros lugares similares en el mundo, como las dunas de yeso en Nuevo México y Túnez, lo que resalta su importancia geológica global.
Este lugar es un destino ideal para los amantes de la naturaleza y quienes buscan conocer un paisaje único, fruto de millones de años de evolución geológica.
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Foto: Redes
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