Por Roberto Vallepiano
La izquierda liberal y los periódicos basura que repiten la propaganda de la OTAN la llaman «Rojiparda»; pero para los trabajadores, los desempleados, los precarios, ella es Die Rote Sahra. ¡Sara la Roja!
Así lo llama la gente de los barrios obreros y de los suburbios abandonados, así lo llaman las familias de la clase obrera.
Erudita marxista criada en la RDA, Sahra Wagenknecht es uno de los cuadros políticos más carismáticos de la escena alemana.
Líder juvenil del Partido Socialista Unificado, su ídolo era Walter Ulbricht, líder de la República Democrática Alemana y síndico de Stalin, quien en 1953 sofocó una revuelta fomentada por Estados Unidos armando a milicias obreras y con la ayuda de tanques soviéticos.
Sahra vivió la caída del Muro de Berlín como: «El momento más difícil al que se había enfrentado nunca«.
Después de la unificación alemana, se unió al PDS [Partido del Socialismo Democrático] dentro de la «Plataforma Comunista«, iniciando la lucha contra el oportunismo de los dirigentes que continuaría dentro de La Izquierda (Die Linke).
En su primer discurso como parlamentaria dijo: «Hace cinco años murió un país en el que hubo al menos un intento de construir una sociedad no guiada por el lucro. Hoy volvemos a ver la dominación del capitalismo. Para mí es un claro paso atrás. La RDA ha sido la Alemania más pacífica, más social, más humana en todas las etapas de su desarrollo, a pesar de las críticas específicas que se le puedan hacer«.
En 2004 publicó el libro «Aló Presidente: Hugo Chávez y el porvenir de Venezuela» en el que toma como modelo la Revolución Bolivariana, elogiando a Chávez como «Un gran Presidente que dedicó toda su vida a la lucha por la justicia y la dignidad».
En cada ocasión siempre se pondrá del lado de Cuba y defenderá apasionadamente a Fidel Castro diciendo: «Luchó por un mundo mejor, es un demócrata en todos los aspectos. Él amaba a su pueblo y su pueblo lo ama a él«.
Amada por los militantes de base que la rebautizarán como «la nueva Rosa Luxemburgo» y al mismo tiempo odiada por el grupo dirigente que intentará por todos los medios difamarla, aislarla y humillarla, llegando incluso a interrumpir su discurso durante el Congreso Nacional del Partido el 28 de mayo de 2016, lanzándole un pastel en la cara.
Atacada por sus posiciones propalestinas y acusada por la izquierda alemana de no ser lo suficientemente proisraelí, finalmente fue expulsada de Die Linke por «antisemitismo» tras negarse a ponerse de pie para aplaudir al ex primer ministro israelí Ehud Olmert con motivo de su discurso ante el Bundestag.
Ella responderá lanzando un libro con el título inequívoco: «¡Contra la izquierda liberal!»
Después de su expulsión, la izquierda interna de Die Linke abandonó el Partido, agrupándose en torno a ella y dando vida a un nuevo movimiento llamado «¡De pie!», con un programa bajo la bandera de la justicia social, contra la Unión Europea del liberalismo y guerra desenfrenados, contra el imperialismo estadounidense y la OTAN.
Hoy su coalición supera el 15%, superando a los socialdemócratas y consolidándose como la tercera fuerza política, mientras que Los Verdes y Die Linke ni siquiera alcanzan el umbral.
Se la acusa instrumentalmente de estar «en contra de los inmigrantes» pero esto no es cierto, sus posiciones son las mismas que las de los panafricanistas.
Es muy crítica de este modelo de inmigración manejado por las ONGs que desarraiga a los pueblos generando dumping salarial, chantaje y guerra entre los pobres; a lo que pone una solución «al estilo soviético», con un gran plan de formación de profesionales y técnicos especializados por parte de los países europeos con el fin de mejorar la situación económica y social de esos países en lugar de sacarlos de los países pobres a través de la inmigración, que define como otra forma de saqueo colonial de los recursos humanos en detrimento de África.
Y añadió: «El debate sobre la apertura de las fronteras es una carta a jugar para los que quieren mano de obra barata, es decir, para las grandes empresas. No es casualidad que las asociaciones industriales canten el himno de la inmigración. Nadie cree realmente que lo hagan por razones humanitarias. ¡Son intereses económicos despiadados!».
En los últimos meses se ha publicado su biografía titulada «Die Kommunistin» (La comunista), en la que se posiciona frontalmente contra el envío de armas y financiación al régimen de Kiev, culpando a la OTAN y a EEUU del conflicto en Ucrania.
Cuando Zelensky fue invitado a hablar ante el Parlamento alemán, Sahra y su equipo iniciaron una ruidosa protesta alejándose de manera demostrativa y abandonando la cámara.
Sahra Wagenknecht en Alemania ha llenado un vacío político colocándose, desde la izquierda, en oposición radical tanto a la izquierda patronal, liberal y belicista como a la derecha empresarial.
En la Italia de las oportunidades perdidas, la izquierda radical prefirió cerrar los ojos a quienes, como Sahra, denunciaban su duplicidad, su frivolidad y su iniquidad. Tildando de rojo-marrones y fascistas a quienes plantean esos temas dentro del debate político. El resultado fue la extinción. Fuera de las instituciones con cifras del código de área telefónica y récord de abstencionismo, mientras que en los barrios populares el 75% de los ciudadanos ya no vota.
Por Roberto Vallepiano
Columna publicada originalmente el 3 de septiembre de 2024 en Contropiano.
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