Por Tings Chak
Hace setenta años, en julio de 1954, los poetas chinos Xiao San y Ai Qing hicieron su viaje de ocho días hacia el oeste y aterrizaron en Santiago de Chile, convirtiéndose en dos de los primeros representantes de la joven República Popular China (RPC) en poner un pie en América Latina y el Caribe. Habían viajado decenas de miles de kilómetros para participar en las celebraciones del cincuentenario del reconocido poeta chileno Pablo Neruda, a las que asistieron más de diez mil invitados. Xiao San y Ai Qing llevaron doce cajas con regalos para el cumpleaños de Neruda y para sus amigos y camaradas latinoamericanos: artesanías chinas, novelas, revistas, pequeñas esculturas de marfil, pinturas de Año Nuevo, películas y otros símbolos de un joven país socialista que había salido victorioso de los estragos del colonialismo y la guerra imperialista.
Neruda, junto con varios chinos de ultramar y representantes de la Asociación Cultural Chile-China, les dieron la bienvenida en el aeropuerto. Al llegar al Hotel Savoy, fueron recibidos por los escritores brasileños Jorge Amado y Zélia Gattai, y María Rosa Oliver, de Argentina, quienes ya eran viejos amigos a pesar de las grandes distancias que separan a China de América Latina. Sobre esta visita de dos meses, Xiao escribe: “Uno está en la costa oriental del Océano Pacífico, el otro en la costa occidental, uno frente al otro desde lejos, con los corazones estrechamente conectados”.[1] Más allá de las celebraciones de cumpleaños, Xiao dijo que el viaje fue una “cortesía recíproca”, ya que Neruda visitó China en el otoño de 1951, cuando a él e Ilya Ehrenburg se les encargó entregar el Premio Stalin de la Paz a Song Qingling. Este viaje es uno de los muchos que fueron posibles con la creación de la República Popular China. Por primera vez escritores e intelectuales chinos y latinoamericanos pudieron reunirse en sus respectivos países, sin necesidad de la mediación de París o Moscú.
Desde su creación en 1949, la República Popular China ha estado sometida a fuertes bloqueos diplomáticos y económicos, encabezados por Estados Unidos, una táctica que continúa utilizando contra una cuarta parte de los países del mundo en la actualidad. Más de una década después de su fundación, la República Popular China había establecido relaciones formales con más de tres decenas de países, siendo Cuba el único país de América que reconoció a la República Popular China un año después de su propia revolución. En este contexto, la “diplomacia popular” (人民外交 renmin waijiao) y la “diplomacia entre pueblos” (民间外交 minjian waijiao) se convirtieron en la principal estrategia no oficial de relaciones internacionales de la República Popular China.[2] Bajo la dirección del primer ministro Zhou Enlai, la diplomacia popular tuvo como objetivo construir relaciones con organizaciones amigas de China, principalmente a través de intercambios comerciales y culturales que pudieran eludir las sanciones. La creación de asociaciones bilaterales de amistad fue clave para establecer relaciones entre pueblos. En América Latina, la primera asociación de amistad se fundó en 1952 en Chile, apoyada por figuras importantes como el futuro presidente Salvador Allende. Estas organizaciones crearon eventos y facilitaron los viajes a ambos lados del Pacífico, incluyendo delegaciones de periodistas, artistas, intelectuales, equipos acrobáticos y especialistas en comercio, entre otros.
A Asociación Cultural Chile-China (Instituto Chileno Chino de Cultura) fue creada en Santiago de Chile. Contrariamente a los intentos de Occidente de aislar al Estado comunista recién fundado, la República Popular China comenzó a establecer importantes canales diplomáticos populares con América Latina y el Tercer Mundo en general. Según algunos relatos estadounidenses, entre 1949 y 1960, más de 1.500 latinoamericanos visitaron China.[3] Al final de la década, la Revolución Cubana permitió una nueva ola en las relaciones entre China y América Latina y el Caribe. El viaje de Xiao San y Ai Qing a América Latina en 1954 fue uno de esos viajes en ese proceso. Xiao escribe que el flujo continuo de visitantes latinoamericanos a China dejaron “profundas impresiones, y la mayoría de ellos se volvieron buenos amigos del pueblo chino”.[4]
En 1951, Pablo Neruda se convirtió en el primer ícono cultural latinoamericano en realizar una visita formal a la República Popular China. Viajando a través del ferrocarril transiberiano primero a Mongolia antes de llegar a Beijing, Neruda se encontró con altos líderes, y fue recibido en el aeropuerto por Song Qingling, Guo Muruo y el presidente de la Asociación de Escritores Chinos, Mao Dun. En la ceremonia del Premio Stalin de la Paz en la Embajada Soviética, Neruda y el escritor soviético Ilya Ehrenberg se reunieron por primera vez con el primer ministro Zhou Enlai, Liu Xiaoqi y Zhu Du, así como con el renombrado poeta Ai Qing, quien tenía la tarea de acompañarlo a conocer la ciudad de Beijing.[5] Ding Ling, que fue vicepresidente de la Asociación de Escritores Chinos, acompañó a Neruda y Ehrenberg en sus visitas a Shanghai y Hangzhou. En su “Discurso de bienvenida a Ehrenberg y Neruda”, llamó a Neruda un “poeta chileno además de nuestro poeta”, reconociendo a Neruda no sólo como un buen amigo de China sino también como una voz que representa al pueblo chino.[6] Más allá de ser poeta, Neruda jugó un importante papel político en la mediación de las relaciones entre China y Chile, que se convirtió en el primer país de América Latina en iniciar relaciones comerciales bilaterales en 1950, que se convirtieron en relaciones diplomáticas en 1970.[7] Además, fue Neruda quien recomendó a su amigo, el pintor chileno José Venturelli, que tuvo un papel fundamental a la hora de facilitar la diplomacia popular entre las dos regiones, primero ayudando a Zhou Enlai en la preparación de la Conferencia de Paz de Asia y el Pacífico en Beijing en 1952. Con 150 representantes de 11 países latinoamericanos, este fue un hito diplomático para la joven República Popular China.[8]
Cinco años después, en 1957, Amado y Neruda realizaron su segunda visita juntos a China, junto a Gattai y Matilde Urrutia. Mientras recorría el río Yangtze, Neruda recuerda cómo él y su esposa Matilde, Amado, Gattai y Ai Qing cenaban juntos todas las noches, y en el cumpleaños de Neruda, incluso compartían un pollo asado, una petición controvertida durante una época de gran austeridad en el país.[9] Neruda recuerda: “Nosotros, los dos matrimonios sudamericanos, nos reunimos en casa de los escritores chinos para beber, fumar y pasar un buen rato, como lo hubiéramos hecho en cualquier lugar de nuestro continente”.[10]
Para estos escritores, visitar los países de los demás era un compromiso personal y político, facilitado por esfuerzos nacionales e internacionales, liderados por la Unión Soviética y la Nueva China. Juntos formaron una ‘comunidad imaginada’ que fomentó una amistad duradera y el espíritu de internacionalismo entre estos escritores latinoamericanos y chinos. Hay mucho en los escritos de los respectivos escritores sobre estos años que expresan su compromiso compartido y su sentida solidaridad. Cuando Ai Qing le preguntó a Neruda en 1954: «¿Cuándo volverás a visitar China?» Neruda respondió, con lágrimas en los ojos, que no lo sabía y que debido a las muchas dificultades, podría tardar dos o tres años.[11] Esta amistad y camaradería se construyeron a partir de aspiraciones compartidas de sus pueblos, como se demostró cuando Neruda le dijo a Ai Qing: “El pueblo chileno nunca olvidará al pueblo chino. Cuando estuviste en Yan’an, pensamos en ti”, conectando la lucha revolucionaria china en la base comunista con las que tienen lugar en Chile.[12] En todos sus escritos, compartían un profundo sentimiento de amor y solidaridad con los pueblos de ambos lados del Pacífico, y una creencia en la victoria final de los pueblos contra el capital, el imperialismo y los enemigos de la paz.
El poder y la solidaridad de este pueblo se construyen a partir del dolor y las experiencias compartidas a manos de la opresión imperialista, al mismo tiempo que de su orgullo mutuo por sus países emergentes y sus culturas nacionales. Mucho había pasado para estos escritores en las tumultuosas siete décadas. Como muchos intelectuales, Ding Ling, Ai Qing, Xiao San y sus familias sufrieron mucho durante la Revolución Cultural (1966-1976) antes de ser rehabilitados en vísperas del período de apertura y reforma. Al mismo tiempo, los golpes de Estado respaldados por Estados Unidos empezaban a derrocar a gobiernos progresistas en América Latina, tras lo cual fueron impuestas dictaduras militares que duraron décadas tanto en el Brasil de Amado (1964-1985) como en el Chile de Neruda (1973-1990). Pablo Neruda murió doce días después del golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende en 1973, e informes recientes sugieren que había sido envenenado. China, en su intento por mantener el apoyo diplomático a su Política de Una China, no rompió vínculos con el régimen de Pinochet. Siete décadas después, China ha pasado de ser una de las naciones más pobres del planeta a convertirse en la segunda economía más grande. El ascenso de China forma parte del ascenso del Sur Global, cuyos países lucharon y ganaron por la independencia, pero aún luchan por lograr una verdadera soberanía nacional. El imperialismo estadounidense, aunque se encuentra en una fase de decadencia, no se queda de brazos cruzados. En este contexto, la solidaridad entre los pueblos del antiguo Tercer Mundo, ahora llamado Sur Global, es más necesaria que nunca, algo que podemos aprender de la amistad de nuestros escritores latinoamericanos y chinos. Mientras contemplaba las rocas en las costas de Chile en 1954, Ai Qing escribió un poema, publicado cerca del final de su vida, sobre esto:
Una tras otra, las olas
vienen con embestidas implacables,
sucesivamente, para romperse en espuma
y retroceder rápidamente.
Con cara y cuerpo
cubiertos de moretones,
la roca se alza, tranquila y firme,
desafiando al mar…[13]
[1] 萧三《萧三诗文集》第二卷,北京:北京图书馆出版社,1996 年,314页.
[2] 黄志良《新大陆的再发现:周恩来与拉丁美洲》。北京:世界知识出版社,2003年,60 页.
[3] Ratliff 57-58; Wang Siwei. «Transcontinental Revolutionary Imagination: Literary Translation between China and Brazil (1952–1964).» Cambridge Journal of Postcolonial Literary Inquiry, 6, 1 (January 2019): 74.
[4] 萧三 1996, 314.
[5] Wei Teng. «Pablo Neruda in contemporary China: Translation between national and international politics (1949–1979).» In Re-mapping World Literature: Writing, Book Markets and Epistemologies between Latin America and the Global South / Escrituras, mercados y epistemologías entre América Latina y el Sur Global, edited by Gesine Müller, Jorge J. Locane, and Benjamin Loy. Berlin/Boston: de Gruyter, 2018: 176.
[6] Ding Ling. “Welcome Speech to Ehrenberg and Neruda” in Complete Works Vol. 7. Shijiazhuang: Hebei People’s Publishing House, 2001: 264–267
[7] Wei Teng 184.
[8] Ibídem 183-184.
[9] Neruda 1973: 235-236.
[10] Neruda 1973, 238.
[11] 艾青《旅行日记》上海:上海文艺出版社,2004年,245页.
[12] Ibídem 165.
[13] Ai Qing 1987, 53.
Tings Chak es una artista, escritora y organizadora cuyo trabajo contribuye a las luchas populares en todo el Sur Global. Su investigación actual se centra en el arte de las luchas de liberación nacional. Recibió su Maestría en Arquitectura de la Universidad de Toronto y es autora e ilustradora de Undocumented: The Architecture of Migrant Detention (2017). Dirige el Departamento de Arte del Instituto Tricontinental de Investigación Social, y actualmente reside en Shanghái.