El martes primero de octubre tomó posesión la doctora Claudia Sheinbaum Pardo como la primera Presidenta de los Estados Unidos Mexicanos.
Te recomendamos: La enseñanza de la Lógica en la BUAP
‘Presidenta’ es un término que me cuesta trabajo emplear por razones gramaticales, pues la terminación ‘ente’ alude al agente, a la persona que realiza la acción, en este caso, la acción de presidir. Sin embargo, ella ofreció una razón ontológica o existencial para pedir que usemos el término ‘presidenta’, y otros, para hacer realidad la agencia de la mujer en el cargo porque “si no lo nombras, no existe.”
La ceremonia de toma de posesión fue muy emotiva, tanto por las muestras de reconocimiento y cariño hacia el licenciado Andrés Manuel López Obrador, como por el cálido recibimiento a la doctora Sheinbaum.
Para una “sesenta y ochera” como quien esto escribe, el hecho de que Doña Ifigenia Martínez, víctima de la represión gubernamental junto con cientos de estudiantes, fuera quien le impuso la banda presidencial reviste un enorme simbolismo. Este acto significa, entre otras cosas, el reconocimiento del papel fundamental que las y los estudiantes, las y los docentes mexicanos tuvieron en la democratización de nuestro país.
Las y los universitarios tenemos la fundada esperanza de que la participación de la doctora Sheinbaum en el movimiento estudiantil del 86, enfrentando las políticas públicas en contra del derecho a la educación gratuita, es una promesa de que se harán los cambios en los distintos ámbitos de la vida nacional que garanticen verdaderamente a todas las mexicanas y mexicanos un trato igualitario.
Una parte importante del discurso de la doctora Sheinbaum la dedicó a reconocer los logros alcanzados por la gestión del licenciado López Obrador, lo que le dio la oportunidad de confirmar que su gobierno seguirá el camino marcado por su antecesor.
Al tiempo que señaló esa continuidad recordó las fracasadas acciones de mandatarios anteriores, pertenecientes al Partido de Acción Nacional, que intentaron desaforar al candidato opositor, Andrés Manuel López Obrador. Aquí recordó las palabras de este último al sentenciar que “la Historia lo juzgaría a él y a ellos también”.
Recordar esta parte de las luchas políticas en la celebración del triunfo de asumir la presidencia después de obtener cinco millones de votos más que su antecesor, le dio pleno sentido a sus palabras.
Reiteró los puntos programáticos sobresalientes del documento que constituyó la plataforma política e ideológica de su campaña “100 Pasos para la Transformación” y concluyó enfáticamente “No al racismo, no al clasismo y no al machismo.”
Efectivamente, recordó que eran tiempos de la mujer, puesto que no había llegado sola sino con todas las mujeres y se autodefinió como mujer, madre, abuela y científica.
Aunque no sucede en cada cambio de gobierno, en éste sí se respiró un aire renovado de esperanza en cuanto a las promesas y proyectos anunciados. Esto no significa que el sexenio anterior no haya alcanzado logros relevantes como las becas a estudiantes de los distintos niveles educativos, a los adultos mayores, a los discapacitados, y el sustancial aumento de los salarios mínimos, por mencionar sólo algunos de ellos; pero sin duda queda todavía mucho por hacer y el mensaje enviado por la doctora Sheinbaum anidó en los corazones de las mexicanas y los mexicanos.
De algo podemos estar seguros: las iniciativas que enviará a las Cámaras de Diputados y de Senadores cuentan ya con la aceptación de la mayoría de la coalición ganadora en las elecciones presidenciales y eso vuelve a esta mayoría, junto a la Presidenta Sheinbaum, responsables directos de la efectividad de las medidas encaminadas a beneficiar a las y los ciudadanos mexicanos.
Una responsabilidad que empieza a asumirse con el debate amplio y profundo que incluya a todas las voces.
Recuerda suscribirte a nuestro boletín
📲 https://bit.ly/3tgVlS0
💬 https://t.me/ciudadanomx
📰 elciudadano.com