Desprovisto de vergüenza el Estado como garante de bien público, ha cedido por largo tiempo, demasiados sectores claves de la economía Nacional a manos de privados, los que han actuado como aspiradoras de capital, evasores de impuestos y endeudadores de la población.
Las reglas de una elite anarcocapitalista se hace visible con amplias concesiones para explotar recursos naturales indiscriminadamente, actuando unos con visa de turistas y otros con Rut chileno, o bien protegidos sobre un entramado de Sociedades Anónimas.
El control de los medios de comunicación por estos grupos ha sido otro hecho clave mediante el cual la construcción de relato hegemónico cobra más fuerza.
La Agenda transformadora del gobierno de Bachelet que podría emparejar la cancha con retroexcavadora, mantiene más bien la pendiente y ésta se sigue elevando mientras la demora en tomar cartas en el asunto avanza y las reformas sobre la mesa no contienen todos los elementos necesarios para el bien común que podría alcanzar Chile durante el gobierno en curso.
El miedo que ronda sobre la eventual huida de los capitales que se produciría, sí avanzamos constituyentemente en un nuevo contrato como sociedad, es el cuco que sigue recorriendo los pasillos de palacio, siendo que la economía real, sobre la que luego patinará el sector financiero está en suelo nacional.
Un re equilibrio de las fuerzas requiere reformas profundas y el método para que dichos cambios sean queribles, para tod@s, diálogo abierto, participación amplia de diversos actor@s en el diseño y propuesta a ser plebiscitadas.
No puede ser que una democracia se construya desde el sectarismo, desde el centralismo santiaguino en un Olimpo. La ciudadanía quiere un Ágora abierta, donde de espectadores pasemos a ser protagonistas, a ser decidores.
El gobierno anterior de la presidenta Michelle Bachelet se dijo ciudadano, pero poco se avanzó en la profundización de la democracia. Es misión de nosotr@s, de ella y de toda una generación de ciudadan@s y funcionari@s públicos el dotar a las presentes y futuras generaciones de un buen vivir, más justo y digno.