El arte puede ser político, y la política es arte, pero si imaginamos un continuum entre ambos, ¿de qué te sientes más cerca con tu trabajo?
Pues así, sin pensar, te diría que me siento más cerca del arte. Pero, si lo pienso dos veces, me doy cuenta de que mi trabajo surge de mi experiencia en activismos políticos (ocupación, do it yourself, autogestión, feminismo queer, movimiento postporno). Aunque muchos de mis referentes son artistas. De todas formas el arte siempre ha sido político de una forma u otra. El arte es una forma de cuestionarse el mundo. Entre los entrevistados hay artistas plásticos (Ana Álvarez-Errecalde, Del Lagrace Volcano), activistas feministas y performers (Alicia Murillo o Wendy Delorme), directoras y actrices de porno feminista (Sadie Lune, Mad Kate, Madison Young).
¿Qué conceptos enmarcan las maternidades subversivas de la que habalrás en tu libro financiado por crowdfunding?
Una maternidad empoderada, una maternidad consciente, una maternidad no sometida a modas y leyes. Una maternidad plena, que sea vivida como lo que es, un estadio sexual más del cuerpo. Que no nos nieguen eso. Somos libres de decidir cómo queremos parir, pero si no tenemos toda la información, no lo somos tanto. Yo he trabajado con el tema de sexualidad y feminismo queer durante años, en el movimiento postporno, y siempre me ha sorprendido que la maternidad se dejara de lado, como si ese potencial de los úteros no fuera pertinente. Parece como que sólo a las mamás les incumbe y esto me parece una tragedia, porque todos hemos nacido de un útero.
Girlswholikeporno os negábais a etiquetar vuestra sexualidad y considerábais un error identificar mujer, dulzura y feminidad. ¿Podemos etiquetarnos como madres?
Es imposible decir cómo tiene que ser la maternidad, igual que es imposible decir cómo tiene que ser una mujer. Para empezar, definir ambos términos ya es una pesadilla. La maternidad no tiene que ser de ninguna forma, no puede ser que se nos venda una maternidad mediatizada versus la maternidad hippi versus lo que sea. Ya basta de la maternidad de moda de turno. Cada persona debe vivirla a su manera, pero con toda la información, no desde la ignorancia en la que nos encontramos… y más allá de los géneros; que toda la teoría queer nos haya servido para algo.
Entonces, ¿no crees en un modelo de maternidad, ‘instinto maternal’ o forma de ser madre más “auténtica” relacionada, por ejemplo, con la dulzura?
¿Por qué asociar lo maternal con lo femenino o lo dulce? ¡Los hombres pueden tener hijos también! Una persona con identidad de género masculina puede tener un útero (un transexual female to male), y, por lo tanto, gestar y, aunque seas la que más mujer se siente del mundo con tu pedazo de útero, no tienes por qué ser dulce para ser mujer, por lo tanto tampoco para ser madre, ¿no? Depende de cada persona, yo la estoy viviendo supergozosamente, pero a lo mejor en otro momento de mi vida no la hubiera vivido igual. No se puede generalizar. Respecto a lo del “instinto maternal”, da mucho miedito. Yo no sé muy bien qué es… Lo que sí sé es que cuando gestas, pares y das la teta produces un cóctel hormonal tal que ni el “nen de castefa” el sábado noche en la disco, todas esas hormonas producen placer y placer, pero hay una forma muy fácil de boicotearlas: darle miedo a la tía, hacerle sentir insegura y no capaz, produces adrenalina y se anula la producción de todo en un plis. Esto me hace enfadar mucho, ¡se nos niega nuestro derecho a disfrutar! Como madres, nuestra sexualidad ha sido invisibilizada. El tabú que existe en torno a la maternidad sexuada está bien interiorizado dentro de nosotras. Quiero vivir mi maternidad como yo la sienta, siendo consciente de todo el potencial que tiene mi cuerpo. No quiero que el sistema médico me trate de forma infantil, negando el conocimiento y la sabiduría de mi cuerpo. Y no sólo como madres, también como mujeres y como personas, que parece que de dolor de regla sea también un castigo divino y no se pueda hacer nada más para librarse de él que tragarse un ibuprofeno. ¿Donde está nuestra práctica feminista si ignoramos al útero?
En tu proyecto hablas del parto orgásmico y citas a Casilda Rodrigáñez, cuyo enfoque psicoanalítico me hace pensar en cierta mística de la maternidad ‘originaria’, ‘verdadera’…
Casilda Rodrigáñez es una de las pocas autoras que sitúa la represión y negación de la sexualidad de la mujer en la maternidad en el epicentro del sistema patriarcal. Explica muy bien la analogía entre violación (un coito doloroso, con miedo) y parto hospitalario medicalizado. Ambos son dos experiencias físicas de dolor y humillación, pero no tienen por qué ser así. Si follas con la persona que tú quieres, cuando y como tú quieras, probablemente sea una experiencia gozosa y a lo mejor hasta tienes un mega orgasmo. Pues con parir es igual. Si lo haces sin miedo, donde tú quieres y te sientes segura, y con quien tú quieres, a lo mejor tienes una buena experiencia. Yo la tuve.
¿Si no me corro al parir soy una pringada o una reprimida? Eso sería lo mismo que decir que si no te corres al follar eres una pringada o una reprimida. Lo importante al parir, como al follar, es tener una buena experiencia, que te sientas bien tratada por la gente que está contigo en todo el proceso. Hace no tanto tiempo se consideraba que la mujer no sentía placer sexual. Piensa en la Inglaterra victoriana, ha sido un logro del feminismo reivindicar ese goce. El próximo logro del feminismo es reivindicar la maternidad como experiencia de gozo.
¿Es posible una maternidad y una crianza feliz en una crisis de cuidados? ¿Cómo colectivizar cuidados y pensar la maternidad como un derecho y no un privilegio ni un deber?
Yo tenía mucho miedo a la maternidad porque soy responsable de mi abuela, de 84 años y con demencia senil, desde hace muchos años. Y pesa, y te sientes muy sola y sin ninguna ayuda. El sistema ha destruido en los últimos años toda una red social de cuidados que no ha sustituido por ayudas del Estado. Esto es un sálvese quien pueda. Todo se sostiene por la labor de cuidados que realizan las mujeres (en mayor medida) de forma gratuita. Todo se vendría abajo si se cuantificara ese trabajo con horarios de 365 días al año, siete días a la semana, días y noches. Por eso la entrevista de Alicia Murillo me parece fundamental. Ella sostiene que las mujeres deberían cobrar por gestar, parir y criar, y el planteamiento me parece revolucionario, porque hace que nos replanteemos la posición de las madres en el sistema. El tema de los cuidados es una asignatura pendiente del feminismo, y la maternidad es una gran protagonista aquí.
Parir en casa tiene costes y entraña dificultades para no pocas mujeres, ¿no es un poco elitista vincular la subversión con un tipo de parto? ¿No habría que luchar por modificar el tratamiento público?
En Holanda si quieres parir en el hospital sin que haya una razón médica que lo justifique, te lo tienes que pagar tú. Las comadronas atienden los partos en casa. Y tiene las mejores estadísticas de partos satisfactorios y exitosos. En Reino Unido puedes elegir, pero ya están cambiando los protocolos médicos, porque las estadísticas demuestran que es mucho más seguro parir en tu casa que en el paritorio de un hospital, donde el riesgo de sufrir peligrosas intervenciones médicas es mucho más alto. Sin embargo, en este país persiste, aunque cada vez menos, el mito de que parir en un hospital es más seguro. Pero es sólo eso, un mito. Parir es un proceso fisiológico que requiere intimidad. Te voy a poner un ejemplo un poco bruto, que se entiende muy bien. Mi amiga la feminista y activista Rosario Hernández decía: “Hasta para cagar nos van a poner a un médico y nos van a cobrar, por supuesto… ¡Oh, tremendo zurullo!, ¿Cómo va usted a sacar eso solo? ¡Voy a por los fórceps!”.
Está el tabú de la lactancia pero también hay mujeres que se frustran porque no consiguen dar el pecho. ¿Es oportuno poner el adjetivo “subversivo” a un concreto tipo de crianza?
El mayor problema de la lactancia es el enorme tabú que existe en torno a ella. Aunque a veces se establece la lactancia de forma espontánea y sin mayor problema, otras se requiere una atención especial para que la cosa funcione. Y vivimos en una sociedad donde cada uno está aislado y las mujeres se quedan solas con un montón de prejuicios y opiniones tóxicas que dificultan que fluya… Necesitamos ayuda, referentes, cuidados. Y es duro necesitarlos en una sociedad donde más vale que te las apañes tú solo. La lactancia no exige unas determinadas condiciones físicas, salvo en muy contadas excepciones, no como te lo intentan vender, que parece que nadie puede dar la teta si haces caso a los médicos o a la opinión popular. “Te estás quedando sin leche”, “Tu leche no le alimenta”, pero la de Nestlé sí, y es bastante cara. Nos la han metido doblada y encima nos lo venden como emancipación. La lactancia es supercómoda, no tienes que andar preparando biberones, que es un engorro, te da libertad, pero, sobre todo, produce un estado hormonal de relajación placentera continua, porque vas puesta hasta arriba de oxitocina y de prolactina, etc. La verdadera razón por la que se ha reprimido la lactancia es porque, cuando vas de prolactina hasta arriba, no tienes deseo sexual hacia otras personas, así que el papá se queda a dos velas, y claro, el sistema de heterosexualidad monogámica no puede permitir eso. El nene a la cuna, con su biberón, y tu mamá a la cama con el papá a follar, que para eso estamos. Explicada a lo bruto, es la dura realidad.
Por Patricia Manrique
Diagonal periódico
«Simbiosis», Serie Las Cuatro Estaciones, reflexiones sobre maternidad. Censurada en EEUU como portada de la revista feminista ‘Hip Mama’. / Ana Álvarez Errecalde