Hubo una etapa en el diseño de Santiago y de las principales ciudades de Chile, en que los monumentos eran un elemento central del espacio público. La mayoría de ellos representaba a héroes de la patria o grandes próceres, considerados un aporte a la configuración de nuestra identidad, ya fuese desde la política, la religión, el intelecto o la tradición marcial.
Actualmente, la transformación de las ciudades, impulsada por los movimientos migratorios y un nuevo paradigma en que lo económico parece predominar por sobre lo identitario y lo ideológico, han hecho de nuestro panorama inmediato un conglomerado de distintos modelos arquitectónicos, mezclados a veces sin una lógica urbanística ni regulación alguna. Los monumentos hoy pasan desapercibidos y difícilmente el ciudadano de a pie, es capaz de reconocer a un personaje histórico sobre un pedestal.
{destacado-1}
Es esta la situación que abordó el artista visual Andrés Durán (1974), tras realizar un recorrido atento por el eje central de la calle Alameda y todo el radio cercano a la Galería Gabriela Mistral. En esta sala, dependiente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes inaugurará el próximo 19 de junio su exposición “Monumento Editado”, que permanecerá abierta hasta el 30 de Julio.
Utilizando el video, la fotografía digital y los nuevos medios, Durán elabora una instalación en que crea una ficción a partir de monumentos ubicados en ese sector del centro de Santiago, ocultando las características propias del personaje o escena que éstos representan, y cubriéndolos encementados por sus propias bases o pedestales.
Así, estatuas de próceres civiles y militares como Diego Portales, Arturo Alessandri, San Martín, Bernardo O´Higgins, Carrera, Barros Arana o Andrés Bello son parte del material intervenido por este artista, dejando sólo algunos fragmentos a la vista, como una manera de provocar al espectador y hacerlo pensar sobre nuestra identidad y memoria colectiva y, en este caso, la borradura y la invitación a preguntarse ¿a quién representan hoy esos monumentos? o ¿cuál es su función actual en el espacio público?.
Durán reflexiona sobre los códigos que se utilizan para designar las poses en este tipo de escultura, y al borrar la identidad, cataloga su propia versión de los monumentos con títulos como “Prócer de pie”, “Prócer sentado”, “Ecuestre”, etc.
{destacado-2}
De esta manera, construye un nuevo relato que es verosímil, pero a la vez pone en duda lo real, alterando lo que es por todos conocido. Según sus propias palabras: “Mi interés en los monumentos no es el realzar un imaginario nacionalista, más bien tiene que ver con la memoria colectiva del espacio público y con resituar la historia en el presente, por medio de la ficción”.