‘No podís huir del 18 de Octubre’ o Leonarda Villalobos y las inesperadas revueltas personales

Felices, contentas, las élites chilenas encuadradas en una política reaccionaria creyeron cerrado el capítulo revolucionario y se imaginaron un futuro muy parecido a los 30 o 45 años anteriores a 2020. Empero, no podís huir de un proceso revolucionario y de todo lo que ello da de sí.

‘No podís huir del 18 de Octubre’ o Leonarda Villalobos y las inesperadas revueltas personales

Autor: El Ciudadano

Por Pelao Carvallo

Lo de “no son 30 pesos, son 30 años” fue una notable fórmula histórico-económica, elegante y precisa, tal como las de Einstein en física. Resumía que el 18 de octubre de 2019 en Chile fue la cristalización de un largo proceso de irritación social respecto a cómo el Estado/Capital/Patriarcado venía construyéndose tras la derrota política (no estratégica) que el Estado pinochetista había tenido en octubre de 1988. Irritación social, malestar, inquietud, decepción social que empezó quizás el 6 de octubre de 1988 cuando el entonces futuro gobierno de la Concertación “por la Democracia” dejó de lado la presión social y política por el contubernio y la colaboración con la dictadura recién derrotada. La frase de Patricio Aylwin de “en la medida de lo posible” resumió vergonzosamente esa actitud y esa política.

30 años en los que cada conquista social estuvo mediada por la entrega de estupendos bonos estatales a los millonarios herederos económicos de la dictadura, apertrechados en empresas recién privatizadas y alimentados en el afrecho de tratados de libre comercio legitimados por la firma democrática y social de presidentes elegidos contra el fantasma de la dictadura, fantasma que empujaba las acciones de un neoliberalismo jaguariano de atropellos sindicales, medioambientales y sociales, donde todo era objeto de especulación y/o licitación, desde las casas Copeva hasta las concesiones de Lagos, pasando por el permanente Soquimich del yernísimo de Pinochet.

30 años donde cada lucha social era resuelta con represión policial y mediática para los más y cooptación en el poder para los menos, dados los mecanismos de control político de los movimientos y organizaciones sociales que la Concertación y su ala izquierda, el PC, administraban. Ante eso, desde ese mismo octubre de 1988 y con total claridad y empuje en octubre de 2019, fueron iniciativas autónomas, autogestionadas, rebeldes y desinstitucionalizadas, por fuera de los engranajes de control político del “partido del orden»[1] quienes expresaron con mayor claridad y contundencia la molestia popular con un chancho constantemente mal repartido.

El proceso revolucionario que eclosionó en octubre de 2019 sufrió un coordinado, esperado y aparentemente eficiente trabajo de cierre, fin y olvido por parte de una reacción de derecha centro e izquierda, que incluso llevó a su representante de izquierda a la presidencia de gobierno con la tarea y propósito de sacar una constitución capital-progresista o no sacar nada [2]. Y no sacaron nada, en tanto esa constitución se les escapaba hacia la rebeldía [3].

Felices, contentas, las élites chilenas encuadradas en una política reaccionaria creyeron cerrado el capítulo revolucionario y se imaginaron un futuro muy parecido a los 30 o 45 años anteriores a 2020. Empero, no podís huir de un proceso revolucionario y de todo lo que ello da de sí. Un proceso que encontró palabras fuertes y claves en los dichos y frases que feministas y anarquistas, por ejemplo, fueron soltando en los 30 años que no eran 30 pesos.

Una pandemia de descubrimientos de corrupción inunda Chile. Descubrimientos de algo que todo Chile sabía: el rotaje no tiene derecho a la corrupción, los ricos y poderosos sí. Una corruptela jerarquizada que sufrió el terremoto simbólico y concreto de las demandas de igualdad, justicia, reparación y dar vuelta la tortilla que el proceso revolucionario trajo. No es para nada extraño que una mujer, de apellido Villalobos [4] hiciese un “caigo yo, caen todos” en el ambiente de la élite financiera chilena. El ambiente generado por un proceso revolucionario anti ricos, pro mujeres, anti “roteo”, anti explotación, de un “con too sino pa que” muy claro creó un caldo primario que va cocinando muchas revueltas pequeñas, personales incluso, en muchos sectores cansados de ese “por qué los ricos lo pasan tan bien” (y nosotras no) que cantaban Los Prisioneros.

El 18 de octubre no terminó por más que lo quisieron terminar tanto el gobierno de Piñera como el actual. Está vivo y mutado en revueltas extrañísimas en lugares inesperados, ya que como buen cauce inspirador sigue buscando por dónde y cómo salir.

Por Pelao Carvallo

10 de octubre de 2024

A casi 5 años de la eclosión de un proceso revolucionario en Chile


[1] Makari dixit

[2] https://www.elciudadano.com/chile/analisis-anarquista-del-momento-plebiscitario/09/09/

[3] https://www.clacso.org/la-influencia-anarquista-en-constituyente-en-chile-analisis-con-ojos-acratas/

[4] https://www.ciperchile.cl/2024/08/17/mas-de-17-mil-millones-en-seis-anos-leonarda-villalobos-acusa-que-los-sauer-usaban-sus-talonarios-de-cheques-y-falsificaban-su-firma/


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