El Informe Draghi y el oscuro futuro de la Unión Europea

Esta crisis no es solo producto de las sanciones a Rusia (las que se han transformado en un boomerang para la propia Europa), sino que es una tendencia que se viene dando desde principios del siglo XXI, con una diferencia de productividad entre Estados Unidos y la UE que se explica en parte por el sector tecnológico.

El Informe Draghi y el oscuro futuro de la Unión Europea

Autor: El Ciudadano

Por Carlos Gutiérrez P.

El ex primer ministro italiano Mario Draghi fue el director de un informe de 400 páginas sobre la situación europea, difundido el 9 de septiembre, en que visualiza un complejo panorama europeo.

Menciona que existe una brecha importante entre la Unión Europea y Estados Unidos que ha aumentado drásticamente durante lo recorrido del siglo XXI, y que el sector más afectado es el energético. El otro actor que tiene abrumado a la UE es la enorme potencia de la economía china, que sigue su camino del crecimiento y expansión sin parar.

La electricidad es el doble o triple más cara que en Estados Unidos, el precio del gas natural es entre cuatro y cinco veces más caro. Los dos productos más afectados por las propias decisiones europeas contra la Federación Rusa a propósito de la guerra en Ucrania, que era el proveedor principal y cómodo del viejo continente.

El político italiano pronostica que la inflación de la energía seguirá frenando el crecimiento, que ya lleva dos décadas de lentitud, y los hogares europeos están perdiendo su nivel de vida.

El primer riesgo identificado por el informe es la dependencia de los minerales críticos, esenciales para la transición energética. Según Draghi, el abastecimiento europeo de estos minerales es objeto de una carrera mundial por el control de las cadenas de suministro, y Europa se está quedando rezagada. Pero la dependencia estratégica se extiende también a las tecnologías esenciales para la digitalización, en particular los semiconductores.

«La brecha entre la Unión Europea y Estados Unidos en términos de PIB a precios de 2015 se ha ampliado gradualmente, pasando de poco más del 15% en 2002 al 30% en 2023, mientras que en términos de paridad de poder adquisitivo la brecha es del 12%». El diagnóstico es claro: «El principal motor de estas tendencias divergentes es la productividad».

1.-La Deuda como factor del despegue

El problema principal es que lo que hace falta a Europa son alrededor de 800.000 millones anuales en inversiones, de los cuales la mitad debería salir de financiamiento público a través de una nueva deuda europea mancomunada, para poder seguir el ritmo de competidores como Estados Unidos y China.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von del Leyen, dijo que había dos formas de obtener más dinero: aumentar la cantidad que la UE puede recaudar directamente y solicitar a los países contribuciones mayores. Es bueno recordar que la deuda pública de la eurozona roza el 90 % del PIB (el objetivo era alcanzar “un saludable” 60 %).

«Para lograr este aumento sería necesario que el porcentaje de inversión de la UE pasara del 22% del PIB actual a alrededor del 27%, invirtiendo así un declive de varias décadas en la mayoría de las grandes economías de la UE», dice el informe, que subraya la necesidad de financiación común junto con la movilización de la inversión privada.

Según Draghi, el endeudamiento conjunto de la UE debería utilizarse regularmente para satisfacer las ambiciones del bloque en materia de transformación digital y ecológica, así como para el necesario impulso de las capacidades de Defensa.

2.-China es su mayor preocupación

China aparece repetidamente en el análisis de Draghi, lo que podría presagiar un cambio de tono hacia Pekín. En los últimos años, el bloque ha visto a China como un socio de cooperación, un competidor económico y un rival sistémico, y ahora también como una «amenaza».

La mayor dependencia de China podría ofrecer una forma más rápida y barata de cumplir los objetivos de descarbonización de Europa, añadiendo que la competencia estatal china también supone una «amenaza» para las industrias de tecnologías limpias y automotriz del bloque.

Al presentar el informe, Draghi recomendó específicamente que el bloque analizara la situación caso por caso y actuara en consecuencia. «La política comercial tiene que ser pragmática, prudente, específica en cada caso y defensiva».

También dijo que el bloque debe seguir reduciendo su dependencia económica para aumentar su seguridad interna, advirtiendo que Europa depende especialmente de un puñado de proveedores de materias primas críticas y tecnología digital. En el caso de los chips, el expresidente del Banco Central Europeo (BCE) señaló que entre el 75% y el 90% de la capacidad mundial de esta fabricación se encuentra en Asia.

3.-La industria en el punto de mira

Europa debe reorientar urgentemente sus esfuerzos colectivos para cerrar la brecha de innovación con Estados Unidos y China, especialmente en alta tecnología. «El problema no es que a Europa le falten ideas o ambición (…) sino que la innovación está bloqueada en la siguiente fase: no conseguimos traducir la innovación en comercialización».

En las últimas cinco décadas, ninguna empresa de la UE por valor de más de 100.000 millones de euros se ha creado de la nada, y el 30% de los unicornios europeos (empresa privada de nueva creación valorada en más de 1.000 millones de dólares) han abandonado el bloque desde 2008 porque no podían crecer en el continente.

Con el mundo al borde de una revolución de la inteligencia artificial, «Europa no puede permitirse quedarse estancada en las «tecnologías e industrias medias» del siglo pasado. Debemos dar rienda suelta a nuestro “potencial innovador», lo que incluye invertir en las capacidades de las personas para que estén a la altura de estas ambiciones.

Ante el riesgo de deslocalización de muchos sectores clave, Draghi se refiere repetidamente a la necesidad de que Europa cuente con una estrategia industrial, pero lamenta la incapacidad de Europa para coordinarse en torno a una.

«Hoy en día, las estrategias industriales, como se observa en Estados Unidos y China, combinan múltiples políticas», entre ellas la fiscal, la comercial y la exterior, dijo. «Debido a su lento y disgregado proceso de elaboración de políticas, la UE es menos capaz de dar una respuesta de este tipo».

Un ejemplo importante es el de los automóviles, sector en el que Europa tiene dificultades. Sus detractores suelen citar la ambiciosa normativa de la UE, que supondría la retirada progresiva de los vehículos convencionales de gasolina y diésel en poco más de una década, pero los fabricantes nacionales también tienen dificultades para competir con los coches eléctricos chinos, fuertemente subvencionados.

Según Draghi, «es necesario un planteamiento global que abarque todas las fases» de la producción automovilística, desde la investigación y la extracción hasta los datos, la fabricación y el reciclado. La UE debe evitar las «trampas del proteccionismo» y no debe imponer aranceles sistemáticamente, pero la competencia estatal cuesta puestos de trabajo europeos.

4.-La crítica brecha digital

El informe vuelve sobre la debilidad de Europa en el campo de las tecnologías digitales por su «estructura industrial estática», que crea un círculo vicioso de baja inversión y baja innovación.

En la UE, son las deficiencias del “ciclo de vida de la innovación” las que impiden la aparición de nuevos sectores y competidores. Al mismo tiempo, no hay suficientes instituciones académicas que alcancen los más altos niveles de excelencia. La cadena que va de la innovación a la comercialización es débil, el gasto público en investigación e innovación es insuficiente en general y no está suficientemente centrado en la innovación de ruptura.

Además, los obstáculos reglamentarios a la ampliación son especialmente elevados en el sector tecnológico, sobre todo para las empresas de nueva creación, y la falta de un verdadero mercado único impide que un número suficiente de empresas alcance buen tamaño para acelerar la adopción de tecnologías avanzadas.

5.-La mejora en la productividad

El principal reto que señala el informe es el de la productividad, en un contexto de desaceleración demográfica:

«Para 2040, se espera que la población activa de la Unión se reduzca en casi 2 millones de trabajadores al año, mientras que la proporción entre trabajadores y jubilados pasará de 3:1 a 2:1 aproximadamente. En esta trayectoria, el crecimiento en Europa se detendrá. Si la Unión mantuviera su tasa media de crecimiento de la productividad laboral del 0,7% desde 2015, esto solo bastaría para mantener el PIB constante hasta 2050.

En un contexto de ratios deuda pública/PIB históricamente elevados, tasas de interés reales potencialmente más altas que en la última década y crecientes necesidades de gasto para la descarbonización, la digitalización y la defensa, el estancamiento del crecimiento del PIB podría acabar haciendo insostenibles los niveles de deuda pública».

6.-Revisar la gobernanza europea

Reducir la burocracia y hacer más eficientes las normas de toma de decisiones del bloque permitirá actuar con mayor rapidez, según el informe. «Europa no se coordina allí donde es importante, y las normas europeas de toma de decisiones no han evolucionado sustancialmente a medida que la UE se ha ido ampliando y el entorno global al que nos enfrentamos se ha vuelto más hostil y complejo».

“Europa ya no puede permitirse más dilaciones para preservar el consenso. La UE ha llegado a un punto en que, si no actúa, tendrá que comprometer su bienestar, el medio ambiente o su libertad”.

El italiano propone medidas urgentes, y uno de los escollos de Europa es su complejo y lento proceso de elaboración de políticas, que tarda una media de 19 meses en aprobar nuevas leyes y está sujeto a múltiples vetos por el camino.

Las conclusiones de Draghi, han acaparado una gran atención, pero su impacto a largo plazo no está claro. No cabe duda de que Europa se enfrenta a una serie de crisis como el deslizamiento económico continuado, los duros efectos que están teniendo las sanciones anti rusas, especialmente en el campo de la energía, elemento vital para cualquier proyecto industrializador, además de los efectos en su propia agenda del cambio climático, teniendo en cuenta la regresión al carbón, la leña y la crítica energía nuclear, además de los acelerados cambios geopolíticos en marcha.

Esta crisis no es solo producto de las sanciones a Rusia (las que se han transformado en un boomerang para la propia Europa), sino que es una tendencia que se viene dando desde principios del siglo XXI, con una diferencia de productividad entre Estados Unidos y la UE que se explica en parte por el sector tecnológico, pues “Europa se perdió en gran medida la revolución digital y los aumentos de productividad que trajo consigo”.

Por eso, una crítica fundamental a este plan es el enorme impacto en el corto plazo sobre los niveles de endeudamiento, más todavía si las inversiones no terminan siendo adecuadas, el nivel de la deuda y el déficit puede terminar siendo estructural.

Para muchos críticos, los problemas principales de este plan radican en el actual estancamiento político después de las elecciones en el parlamento europeo, el limitado espacio fiscal en algunos países claves y el requisito de unanimidad en el proceso de decisión de la UE.

Es difícil que la actual situación cambie, ya que muchos gobiernos de la UE se enfrentan a la creciente amenaza de la extrema derecha; a la crisis ideológica de la social democracia; a la difícil reversión de la tendencia demográfica; pero, sobre todo, a la peor elite política europea contemporánea que se ha subyugado a los intereses estadounidenses, y que sigue atizando una escalada contra Rusia proclamando una futura guerra de esta contra la OTAN para el 2029.

Por Carlos Gutiérrez P.

Carta Geopolítica Nº18 – 15/10/2024

Centro de Estudios Estratégicos de Chile[email protected]


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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