El cierre de la embajada estadounidense en Kiev se produce en un contexto de creciente preocupación por las tensiones nucleares entre Rusia y Occidente. El presidente ruso, Vladímir Putin, aprobó una nueva doctrina que reduce el umbral para el uso de armas nucleares, permitiendo su utilización en respuesta a ataques convencionales que amenacen la soberanía rusa o bielorrusa.
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La medida subraya el peligro de una escalada nuclear, especialmente tras las advertencias previas del Kremlin. Putin ha señalado que cualquier ataque con armas de fabricación estadounidense será considerado un acto directo de implicación de la OTAN en el conflicto.
Este miércoles, Estados Unidos cerró su embajada en Kiev tras recibir una «información específica de un posible ataque aéreo significativo». A la par, recomendó a los ciudadanos estadounidenses en Ucrania estar preparados para refugiarse y contar con suministros esenciales como alimentos, agua y medicamentos, ante el riesgo de cortes en servicios básicos debido a posibles bombardeos rusos.
El Departamento de Estado informó que, como medida preventiva, el personal de la embajada permanecerá resguardado. Este cierre coincide con un contexto de escalada bélica, tras el reciente uso de misiles estadounidenses Atacms por parte de Ucrania en territorio ruso, con el respaldo de la administración saliente de Joe Biden.
A pesar de las crecientes amenazas, el apoyo militar de Estados Unidos a Ucrania no se detiene. Este miércoles, el Pentágono anunció un nuevo paquete de ayuda valorado en 275 millones de dólares, que incluye municiones para los sistemas Himars, proyectiles de artillería, drones y equipos de protección nuclear.
Este refuerzo militar refleja la preocupación ante los escenarios de escalada, especialmente tras la inclusión en la doctrina nuclear rusa de responder con armas nucleares incluso a ataques convencionales respaldados por potencias nucleares.
La situación en Ucrania es cada vez más crítica. Recientemente, Rusia lanzó un masivo ataque aéreo que empleó 120 misiles y 90 drones, causando graves daños a la infraestructura eléctrica del país y dejando un saldo de al menos siete muertos. La vulnerabilidad de la red energética ucraniana ha encendido las alarmas, mientras los bombardeos rusos persisten.
El conflicto, que ya alcanza los mil días, muestra signos de ampliación con implicaciones preocupantes para la estabilidad global.
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