Como lo ha sido en los últimos meses, el tema central en esta semana ha sido, sin duda, la elección de jueces federales, magistrados y ministros que se derivan de la reforma constitucional recientemente aprobada que se conoce como “reforma judicial”. El tema por sí mismo, resulta interesante, pero lo es incluso más cuando observamos que algunos de sus más profundos y duros críticos se han inscrito al proceso de selección que calificaron en el pasado inmediato de “antidemocrático”, “ridículo” e incluso “autoritario” o dictatorial. Incluso, en algunos casos, que al menos lo han intentado, sin poder hacerlo debido a que no cumplían con los requisitos (sí, esos que decían que todo mundo podía cumplir…).
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Este hecho puede relacionarse al episodio de Gabriel Quadri, excandidato a la presidencia de la República por el partido de Elba Esther Gordillo, Nueva Alianza y un opositor férreo a la “4T” y sus principios, que de manera reiterada ha llamado a cualquiera que vote por Morena y sus aliados como “vendidos”, “hambreados” y ha dicho que los subsidios sólo sirven para que la gente vote por ellos, pero que en esta semana ha solicitado su inscripción al padrón de beneficiarios del programa de adultos mayores que le otorga un ingreso mínimo para sobrevivir.
Algunas voces -entre las que se encuentra la de nuestra Presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum- asumen que en estos elementos existe un tipo de contradicción básica que permiten realizar una crítica hacia las personas que hicieron todo lo posible en contra de la reforma judicial, pero ahora se inscriben, o bien, que han insultado, criticado y opuesto desde el poder, a cualquier forma de apoyo social, pero que posteriormente lo han solicitado. Entiendo la idea de que se trata de una cuestión de “congruencia” pero no comparto esta idea de que es algo contradictorio. Al contrario, como he mencionado con varios amigos, me parece que esas acciones son las más adecuadas y congruentes con sus propias ideas, que son, eso sí, hipócritas y horribles, pero nunca “contradictorias” o “mentirosas”.
Debemos partir para entender esto de un principio: que para la izquierda los derechos son universales e incondicionales, mientras que la derecha piensa que se trata de privilegios que “te tienes que ganar”. Más aún, debemos decir, que sólo puedes ganar si te opones a que esos derechos sean en realidad universales e incondicionales. Quadri no dice que está haciendo algo malo, sino que dice que él a diferencia de todos los otros que piden la pensión del bienestar sí se la merece porque “él ha pagado impuestos”. Porque él se asume extraordinario en un mundo que ve de ladrones, pobres y flojos. Él, y no los otros, han tenido mala suerte y nadie debería poder criticarlo porque él si ha pagado. Aunque los otros también, aunque eso no importe… el elemento distintivo es que es él, no que haga algo deje de hacerlo.
Igualmente, la gran mayoría de quienes se opusieron a la reforma, buscaron inscribirse en el proceso de selección en los comités del Legislativo y el Ejecutivo, pero no en el judicial. Incluso, varios de ellos, terminaron por no inscribirse porque querían hacerlo en el judicial, pero no bajo las reglas que ese comité propuso. La vocera de los trabajadores del PJF en resistencia, Patricia Aguayo, intentó, de acuerdo a sus dichos, inscribirse bajo los comités del poder Legislativo y el Ejecutivo, pero no en el judicial porque le parecía un exceso que se pidiera un examen de conocimientos en el mismo. Si en semanas anteriores se apoyaba la idea de una “carrera judicial” basada en méritos y conocimientos, en el momento en que esto se volvía un requisito era descartado como inmoral, injusto o inconstitucional para quienes lo exigían para el resto.
De nueva cuenta, esta idea no me parece contradictoria o incongruente, sino una demostración de que era originalmente hipócrita. Nadie creía en verdad, que ellos pensaran que la reforma era negativa o que se opusieran a ella por motivos “neutrales”. Lo que sucedió siempre es que ellos pensaban que obtendrían mejores beneficios bajo los parámetros actuales, como también lo hacían Manolo Atienza, García Amado o las diferentes escuelas de España y América Latina que intentan proteger a quienes les han subsidiado durante años sus proyectos, posgrados y diplomados: el colonizado poder judicial de la federación.
Hace unos días, el magistrado de la Audiencia Nacional de España -ese país desde donde nos critican tanto- Eloy Velasco ha dicho en una conferencia, que la exministra de la igualdad de ese país, Irene Montero, no podía intentar enseñar nada porque había sido una cajera de supermercado. Para él, como para muchos otros desde la derecha, ese inicio es marca de destino: nadie ni nada puede huir de esas condiciones.
Criticar a ese magistrado, sin embargo, le podría costar mucho a los Atienzas, los Uprimny o los Bernal Pulido, que habrían quizá, visto mermados sus ingresos. De los que viven y con los que contratan a muchas y muchos de nosotros para autolegitimarse. Y por ello, hay que aprovecharse de la gente en nuestro país, que sin haberles leído, les asume como autoridades, para fundamentar sus propios prejuicios sobre este tema.
Esa, reitero, es la diferencia entre la izquierda y la derecha en el mundo. Criticar desde visiones esenciales y abstractas, asumir una visión maniquea y generar límites a la crítica posible, son elementos de ellos. Por eso, para nosotros, ni lo que hizo Quadri, ni lo que hace ahora la gente del PJF o los “grandes profesores” de derecho del mundo, nos parece contradictorio: es lo que siempre supimos que la derecha haría. En jurídicas, lo mismo que en el final de la calle. Porque siempre es lo que ha hecho. Y nada más.
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