Hace dos años, un 30 de noviembre, el avance tecnológico revolucionó, marcando un antes y un después con el chatbot conocido como «ChatGPT», una herramienta que demostró el potencial de la Inteligencia Artificial (IA), para uso mundial.
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La empresa estadounidense OpenAI presentó al robot y éste desde el principio transformó todas las actividades humanas en las que intervino.
ChatGPT es capaz de interactuar con los seres humanos de manera y fluida; además, responde preguntas, escribe y analiza. Sorprende porque también entre sus funciones está aprender e inspirar creatividad.
Así, poco a poco, los gigantes de la tecnología como Microsoft, Google, Meta y Apple, comenzaron a trabajar para no quedarse atrás y ofrecer sus servicios de Inteligencia Artificial.
Por una parte, Microsoft presentó Copilot, en ecosistema office; Google lanzó Gemini, un sistema de lenguaje para ampliar las capacidades de búsqueda y análisis de datos; la empresa Meta mostró Meta IA y Anthropic introdujo Claude.
Aunque los «robots» agrupados en el concepto de la IA han beneficiado y facilitado una variedad de tareas humanas, también hay recelo, ante incógnitas y preocupaciones, como la privacidad de los datos, el factor empleo-máquina; incluso debates sobre la existencia de la humanidad ante la «sustitución por la IA».
El historiador y escritor israelí de origen judeopolaco, Yuval Noah Harari, abordó en una parte de su libro «Nexus», que la IA, desde una perspectiva filosófica «ya no es una herramienta, es un agente”.
Expresó que la IA ya no puede ser entendida como sólo un simple instrumento que ejecuta órdenes, ahora es capaz de tomar decisiones y aprender de manera autónoma.
Para el historiador y escritor, la Inteligencia Artificial plantea «riesgos existenciales», porque puede desencadenarse manipulación de información y uso indebido en conflictos de tipo social, político y bélico.
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De acuerdo a la empresa de consultoría empresarial Grand View Researc, la IA generativa alcanzará 1.8 billones de dólares para 2030, porque las grandes empresas de la tecnología han adquirido con OpenAI a ChatGPT, pero también Google y Amazon han desembolsado cantidades importantes de dinero para desarrollar sus propios bot asistentes.
El CEO de la empresa Open IA, Sam Altman, fue despedido y luego recontratado en una aparente crisis de la firma, pero fue él quien reafirmó su idea de una IA general, es decir, un «sistema con capacidades comparables o superiores a las humanas en todos los aspectos».
Lo anterior genera desde entusiasmo, escepticismo hasta preocupación por los alcances y límites de la Inteligencia Artificial.
Es necesario tener presentes que el uso aún sin una regulación del todo definida ya ha traído inconformidades, como la huelga de actores de Hollywood en 2023, quienes reprobaron el uso de IA para reemplazar trabajos creativos.
Mientras que en el ámbito de la educación, herramientas como ChatGPT son acompañantes ampliamente usadas por los alumnos, «con el evidente potencial y uso indebido en tareas».
Foto: X
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