La violencia de género en México sigue siendo un problema estructural que impulsa a miles de mujeres a migrar en busca de seguridad. Un reciente informe de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) revela que muchas mujeres mexicanas se ven obligadas a abandonar sus hogares para escapar de la violencia física, psicológica y sexual que enfrentan a diario. Este fenómeno, destacado durante los 16 días de activismo contra la violencia de género, subraya la vulnerabilidad de las mujeres en el contexto de la migración, donde no solo huyen del maltrato, sino que se exponen a nuevos riesgos, como el acoso sexual y el secuestro.
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La falta de protección efectiva por parte del sistema judicial y la desconfianza hacia las autoridades obligan a muchas mujeres a tomar decisiones desesperadas, como huir solas o con sus hijos. Este tipo de violencia, que incluye abusos físicos y sexuales en el ámbito doméstico, se convierte en una constante para muchas mujeres, llevándolas a buscar refugio en el extranjero.
A pesar de abandonar sus hogares, la migración no ofrece un alivio inmediato. Las mujeres que cruzan fronteras se enfrentan a un panorama de violencia agravado. El estudio revela que, durante el tránsito por México hacia Estados Unidos, las mujeres migrantes son víctimas frecuentes de agresiones sexuales, secuestros y extorsiones, especialmente en la frontera sur. La situación migratoria irregular y la hipersexualización de su nacionalidad las colocan en una posición de mayor vulnerabilidad frente a actores del crimen organizado y otros perpetradores.
Entre los riesgos más frecuentes, el informe destaca: violencia sexual durante el tránsito migratorio, secuestros y extorsiones por parte de grupos criminales, exposición a la trata de personas y explotación laboral, y resiliencia y mecanismos de afrontamiento.
A pesar de las adversidades, muchas mujeres migrantes han desarrollado mecanismos de resistencia. Entre estos, el uso de anticonceptivos como medida preventiva ante posibles violaciones, la alteración de rutas migratorias para evitar zonas de peligro, y la formación de alianzas con parejas de confianza para protegerse. Estos métodos reflejan tanto la fortaleza de estas mujeres como las fallas del sistema que las obliga a recurrir a tales medidas extremas.
La situación para las mujeres migrantes se agrava aún más por las amenazas de políticas migratorias más restrictivas, como las anunciadas por el expresidente Donald Trump. Las deportaciones masivas y la construcción de un muro fronterizo añaden incertidumbre a un panorama ya precario, dejando a estas mujeres atrapadas entre la violencia en su país de origen y la inseguridad en el destino.
El gobierno de México, en conjunto con organizaciones internacionales como Acnur, está trabajando en mejorar las medidas de protección para solicitantes de asilo y refugiadas. Sin embargo, la implementación de políticas más efectivas sigue siendo un desafío urgente.
El estudio de Acnur resalta la urgencia de implementar medidas concretas para abordar la violencia de género en México y en las rutas migratorias. Las mujeres que huyen de la violencia deben ser protegidas y sus derechos garantizados en todo momento. Para lograr un futuro más seguro y equitativo, es esencial que los gobiernos y las organizaciones internacionales fortalezcan los mecanismos de protección y aseguren el acceso a la justicia para las mujeres migrantes.
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