En un acontecimiento sin precedentes en décadas, la Asamblea Nacional de Francia ha aprobado una moción de censura contra el gobierno del primer ministro Michel Barnier, marcando la primera vez desde 1962 que un gobierno es destituido bajo la Quinta República. La moción, impulsada por la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP), fue respaldada por 331 votos, superando la mayoría necesaria de 289, y contó con el apoyo crucial de la ultraderecha representada por la Agrupación Nacional (RN).
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El desenlace de la votación obliga a Michel Barnier, quien llevaba apenas tres meses en el cargo, a presentar su dimisión, dejando al país bajo un gobierno en funciones hasta que se nombre una nueva administración. Este resultado también agrava la crisis política que enfrenta el presidente Emmanuel Macron, cuyo gobierno había recurrido al polémico artículo 49.3 de la Constitución para aprobar un presupuesto sin la votación parlamentaria.
La líder de Francia Insumisa, Mathilde Panot, calificó la jornada como un «día histórico» y predijo que el siguiente objetivo sería el propio presidente Macron, sugiriendo que podría enfrentar un procedimiento de destitución en los próximos meses. «LFI pide ahora a Emmanuel Macron que se vaya», exclamó Panot, tras celebrar la caída del gobierno de Barnier, al que acusó de imponer un «violento presupuesto».
Por su parte, Marine Le Pen, líder de la Agrupación Nacional, expresó que su partido no se sentía triunfalista, pero que la moción era la única salida posible ante las medidas del gobierno, que a su juicio «tomaban como rehenes a los más vulnerables de la sociedad». Le Pen defendió su apoyo a la censura como una forma de «proteger a los franceses», aunque afirmó que «no había motivos de celebración».
La moción de censura fue presentada en respuesta a la decisión del primer ministro Barnier de activar el artículo 49.3, un mecanismo constitucional que permite al gobierno aprobar leyes sin el voto del Parlamento, siempre que la Asamblea no logre aprobar una moción de censura. En esta ocasión, la controversia surgió tras la adopción de un plan de financiación de la Seguridad Social, en medio de un grave déficit financiero que afecta al país.
Barnier, en su intervención previa a la votación, defendió su gestión frente al déficit, argumentando que había presentado «textos financieros difíciles» para enfrentar una realidad ineludible. «La deuda siempre estará ahí», advirtió, señalando que su salida no resolvería los problemas estructurales del país.
Con la dimisión de Barnier, Francia se enfrenta ahora a la incertidumbre sobre la formación de un nuevo gobierno. El hecho de que esta sea la primera moción de censura exitosa desde 1962 subraya la gravedad de la crisis política actual y la creciente fragmentación dentro del Parlamento.
El futuro político del presidente Macron también queda en el aire, con sus opositores intensificando la presión para que asuma la responsabilidad por las dificultades económicas del país y el colapso de su gobierno.
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