Mi duodécimo álbum lo levanto quemando, es mi bandera 

La cultura local independiente (pero verdaderamente independiente, no como una etiqueta de moda) es censurada, excluida, ninguneada. Argumentan, “pero si no somos tu agencia de prensa y relaciones públicas”. Eso lo tengo claro. Como también tengo claro que de la mega industria cultural sí lo son.

Mi duodécimo álbum lo levanto quemando, es mi bandera 

Autor: El Ciudadano

Por Mauricio Redolés

El pasado 29 de noviembre del 2024 presenté en el Teatro Nescafé de las Artes mi duodécimo álbum que lleva por título REDOLÉS LAVANDA.

Llegar a ese recital ha significado un esfuerzo no pequeño y prácticamente ad-honorem de un grupo de personas que han sido absolutamente generosas con mi trabajo. A todas esas personas: ¡Muchas gracias! 

El próximo primero de mayo cumpliré 50 años cantando desde aquel primero de mayo de 1975, en la vieja Cárcel de Valparaíso, lugar en el cual, de manera prácticamente clandestina, en una celda, una treintena de presos políticos conmemoramos el Día de los Trabajadores. El acto lo organizó el Partido Comunista de Chile. Yo militaba en la Jota, y los “viejos” del Partido me dijeron “Compañero, usted que huevea tanto con la guitarrita en la celda 210 y que ya les tiene “los coquimbanos” hinchados a sus compañeros de celda, venga a mostrarnos algo de lo que sabe hacer con la guitarra”. Fui conminado a actuar ante un público literalmente cautivo. Y canté. 

Canté “Que pena siente el alma”, canción tradicional grabada por Violeta Parra, y que recuerdo la cantaba mi madre (nacida en 1920), y que la había aprendido de su abuela cuando niña; “Nuestro México, febrero 23”, de Samuel Margarito Lozano Blancas, perteneciente a las canciones de la Revolución Mexicana, y que en Chile había popularizado el grupo Inti-Illimani, y “Los Momentos” de Eduardo Gatti

Muchas veces me preguntan ¿Y cómo Gendarmería los dejó hacer un acto político en una celda? Es que “los viejos” del Partido, eran muy diablos, “pero más sabían por viejos que por diablos” y se habían organizado internamente en la cárcel bajo la apariencia de un club de fútbol “canero”, el “Deportes Concepción”, entonces le pidieron permiso a la Guardia Interna de Gendarmería para celebrar un ficticio aniversario del Club. Y así celebramos el primero de mayo. 

En septiembre de ese año 1975 fui expulsado de Chile a Inglaterra. Allí llegué a vivir a Birmingham, y en noviembre o diciembre de ese año, unos folcloristas ingleses, al saber que yo cantaba y tocaba la guitarra, me invitaron a cantar a un Club Folclórico (The Old Grey Cock Folk Club, a ser traducido como Club Folclórico El Viejo Gallo Gris, donde alguna vez compartí escenario con Tom Paxton por allá por mediados de los años setenta). 

Desde 1975 nunca he dejado de cantar y también de escribir y componer canciones. Alguna vez escribí en defensa propia: ”Mis canciones nunca golpearán los charts, por eso las quiero más/porque son chicas cafés/porque a las gentes les gustan por un rato no más, pero nadie se interesa realmente en ellas/las inflan por un rato, pero después se olvidan/ellas son chicas e independientes” (Mis Canciones, Londres, 1985).

El próximo año se cumplirán cuarenta años de esa declaración de principios. O sea, yo sé que no soy “monedita de oro”. Pero no me gusta que me falten el respeto así como así, como las Escuelas de Rock del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que en junio me invitan a dar una charla sobre la composición de canciones en la sede de ese ministerio en Valparaíso y me prometieron que estaría en el Rockódromo de diciembre de este año, y tengo que enterarme por la prensa que he sido “desinvitado”. ¿Por qué? Misterios del Ministerio. 

Tampoco me gusta ser censurado o excluido de la información de los panoramas de cultura como lo está haciendo sistemáticamente el diario La Tercera desde hace algún tiempo. ”No, Redolés acá no” nos dijeron hace unas semanas cuando quisimos anunciar el lanzamiento de “Redolés Lavanda”. Lo mismo han dicho en abril de 2023 cuando quisimos anunciar nuestro homenaje al poeta Roque Dalton y la presentación de mi cancionero titulado “Otra Cosa” de 103 canciones en la Sala Master. Ni tampoco quisieron anunciar el lanzamiento de la edición en vinilo del Bello Barrio.

Pero que venga Disney, Pixar, Sony o la mega industria musical, corren. La cultura local independiente (pero verdaderamente independiente, no como una etiqueta de moda) es censurada, excluida, ninguneada. Argumentan, “pero si no somos tu agencia de prensa y relaciones públicas”. Eso lo tengo claro. Como también tengo claro que de la mega industria cultural sí lo son. 

Recuerdo que en una radio le dijeron alguna vez a un amigo que promovía mi trabajo “es que Redolés apoyó a Daniel Jadue y su Proyecto de Ley de Medios”. Mayor razón tengo para apoyar una ley que impida la dictadura de los medios como perfiladores estéticos, culturales y políticos de la ciudadanía y no como canales de información libres y a disposición de a gente y no del billetón. 

Por eso… ”a mis canciones las quiero más. Porque son chicas e independientes”.

Por Mauricio Redolés


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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