Un alarmante estudio científico revela que el 44% de los ríos más grandes del mundo han experimentado una reducción en sus caudales, lo que podría agravar la ya crítica escasez de agua potable en diversas regiones del planeta. La investigación, publicada en revista Science, subraya la disminución en el caudal de los ríos de aguas abajo, con implicaciones que van más allá de los problemas de acceso al agua, afectando incluso los ecosistemas y la capacidad de los ríos para frenar el aumento del nivel del mar.
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El estudio, realizado por científicos de la Universidad de Massachusetts Amherst, analizó los datos de caudal diario de casi 3 millones de ríos entre 1984 y 2018. En sus conclusiones, los investigadores destacan que, aunque la situación afecta principalmente a los grandes ríos de aguas abajo, los pequeños ríos de aguas arriba también presentan alteraciones significativas. Este cambio acelerado en los caudales que puede llegar a ser del 5% al 10% anual, refleja una crisis silenciosa, que ya comienza a tener repercusiones directas en el consumo humano de agua, la agricultura y la resistencia de los ecosistemas ante fenómenos climáticos extremos.
El impacto es doble: por un lado, la escasez de agua afecta a millones de personas que dependen de estos ríos para su abastecimiento. Por otro, la reducción del caudal limita la capacidad de los ríos para realizar su función natural de mover tierras y rocas, procesos que son esenciales para la formación de deltas y para contrarrestar el aumento del nivel del mar. De manera paralela, el estudio también revela que en el 17% de los ríos de menor tamaño, se ha registrado un aumento en el caudal de sus cabeceras, lo que ha derivado en un incremento del 42% de las inundaciones, como es el caso de Vermont, en EE.UU., donde los arroyos han provocado daños significativos a las comunidades cercanas.
Aunque los investigadores no han logrado determinar con precisión todas las causas y efectos de estos cambios, la evidencia apunta al cambio climático y a las actividades humanas, como la urbanización y la sobreexplotación de los recursos hídricos, como los principales factores desencadenantes. Esto sugiere que las políticas de gestión del agua deben adaptarse urgentemente a la nueva realidad climática, que requiere una revisión de las infraestructuras y una mayor inversión en la conservación y protección de las cuencas fluviales.
El estudio pone en evidencia que, más allá de las crisis políticas y sociales que enfrentan los países, el cambio en el ciclo del agua es un desafío global que exige una acción inmediata. En lugar de seguir subestimando la magnitud de esta amenaza, los gobiernos y las organizaciones internacionales deben adoptar un enfoque más integrado y coherente para garantizar el acceso equitativo al agua, al tiempo que preservan los recursos naturales que sustentan los ecosistemas y la biodiversidad del planeta.
Foto: Redes
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