Las naciones emergentes de Asia, Latinoamérica y África, que en los últimos años han asegurado más del 50 % del crecimiento mundial, no podían seguir esperando por la reforma de estos organismos.
Con el lanzamiento esta semana del Acuerdo de Reservas de Contingencia y el Banco de Desarrollo del BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica han decidido comenzar a cambiar el orden existente y reivindicar su papel —cada vez más importante— en la economía internacional.
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Pero la “ruptura” del status quo establecido, no solo tendrá implicaciones para este grupo de cinco países, que hoy aportan el 21,1 % del Producto Interno Bruto global, equivalente a unos 15,8 billones de dólares.
Según la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, anfitriona de la VI Cumbre del BRICS, el naciente banco —con un capital autorizado de cien mil millones de dólares— “representará una alternativa para las necesidades de financiación de los países en desarrollo” y “compensará las deficiencias de crédito” que existen en las instituciones financieras multinacionales.
Mientras, el fondo de contingencias estará dotado de otros cien mil millones de dólares y también “contribuirá a la estabilidad financiera global”.
De acuerdo con la declaración conjunta suscrita al concluir la reunión en la ciudad de Fortaleza, los mecanismos creados por el BRICS no buscan sustituir ni confrontar al FMI —cuyos recursos suman 937 mil millones de dólares— o al Banco Mundial, sino “complementarlos”.
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“Con fundamentos en principios bancarios sólidos, el banco fortalecerá la cooperación entre nuestros países y complementará los esfuerzos de las instituciones financieras multilaterales y regionales para el desarrollo global, contribuyendo, así, a nuestros compromisos colectivos en la consecución de la meta de crecimiento fuerte, sostenible y equilibrado”, afirma la declaración.
“El acuerdo (de reservas de contingencia) tendrá un efecto positivo de precaución, ayudará a los países para evitar problemas de presión de liquidez a corto plazo, promoverá una mayor cooperación de los BRICS, fortalecerá la seguridad en las finanzas globales y complementará los acuerdos internacionales existentes”, prosigue el texto.
Desde Brasil los BRICS expresaron su “desacuerdo” y “seria preocupación” con el hecho de que el FMI no haya implementado las reformas acordadas en el 2010, “lo que impacta negativamente en su legitimidad, credibilidad y eficacia”.
Ese año, el FMI aprobó una reforma de sus cuotas para otorgarles mayor rol en el organismo a las economías emergentes, sobre todo a China. Sin embargo, la propuesta lleva tiempo empantanada en el enfrentamiento entre demócratas y republicanos en el Congreso de Estados Unidos, y hay quienes aseguran que nunca verá la luz.
De hecho, de acuerdo con Jim O’Neill, inventor del término BRIC (luego se agrega la S), “el peso otorgado entonces a algunos países emergentes ya se ha quedado viejo y es cada vez más evidente que la gobernanza global actual dista mucho de ser la óptima”.
Respecto al Banco Mundial, el documento suscrito por los BRICS plantea que el objetivo universal de acabar con la pobreza extrema “solo será posible si la institución y sus miembros caminan efectivamente en dirección a estructuras de Gobierno más democráticas, fortalecen la capacidad financiera del banco y exploran formas innovadoras de ampliar la financiación para el desarrollo de cada país reconociendo sus necesidades”.
En un contexto en que persisten los efectos de la crisis financiera del 2008, los nuevos mecanismos del BRICS están llamados a ser una alternativa para el mundo en desarrollo ante los programas de ajuste de los llamados “gemelos de Bretton Woods”.
No pocas veces los préstamos otorgados por el FMI o el Banco Mundial han implicado “condiciones leoninas” para los países en situación crítica, con merma del gasto público, reducción de los poderes estatales y desempleo.
En opinión de la profesora cubana Gladys Hernández, del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, el grupo de las cinco economías emergentes demostró en Fortaleza su voluntad para trabajar en la mejora de la gobernanza económica a nivel global y aumentar la representatividad de los países en desarrollo.
Los BRICS patentaron que el banco fortalecerá la cooperación entre sus países y complementará los esfuerzos de las instituciones financieras multilaterales y regionales para el desarrollo global, contribuyendo, así, a sus compromisos colectivos en la consecución de la meta de crecimiento fuerte, sostenible y equilibrado, añadió.
Por su parte, el economista argentino Andrés Asiaín, del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, considera que “para las economías del mundo, sobre todo para las no desarrolladas, es importante que las posibilidades de acceso a financiamiento internacional no estén monopolizadas por organismos internacionales, hegemonizados por una única potencia como puede ser Estados Unidos y que aparezcan posibilidades de financiamiento alternativas de otros bloques geopolíticos”.
En ese sentido, el presidente boliviano, Evo Morales, quien participó en la reunión BRICS-Unasur, destacó que la creación del Banco de Desarrollo podría ayudar a países de América Latina y del mundo en general a librarse de la especulación y extorsiones financieras, “del neoliberalismo y del neocolonialismo” que los ha sometido durante décadas.
Por Claudia Fonseca Sosa
Fuente: Granma