Por Christian Campos
El último informe del Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de la Población Adulta (PIAAC) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE] aseguró que el 44% de los adultos chilenos tienen competencias insuficientes en comprensión de textos, entre otras materias.
Si bien en nuestro país existe la Política Nacional de la Lectura, el Libro y las Bibliotecas, una política pública de continuidad de casi 20 años y que busca mejorar los indicadores nacionales asociados a la lectura, los resultados de las estrategias llevadas a cabo dan espacio para seguir mejorando y muestra de aquello es el reciente informe de la PIAAC.
Dentro de esta política pública, se reconoce la importancia del acceso a la lectura y el libro como un derecho que debe ser garantizado por el Estado. Sin embargo, el alto valor de los libros en nuestro país hace que la lectura sea un patrimonio de un sector reducido de la población.
El último gran plan nacional de fomento a la lectura se realizó bajo el gobierno de Salvador Allende y su proyecto de la Editora Nacional Quimantú, la cual se propuso la democratización del libro mediante una política de producción masiva y distribución que acercara los libros a los circuitos cotidianos de trabajadores.
Sin embargo, tras el golpe de Estado de 1973, el sueño de la democratización de la lectura culminó de la peor manera posible. Tres años después, la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet comenzó con la aplicación del impuesto al valor agregado (IVA) a los libros en Chile. En la actualidad, el IVA que se aplica a los libros es del 19% sobre el valor neto del producto.
El pasado 6 de diciembre, la Cámara de Diputadas y Diputados aprobó la resolución 1.309, la cual pide al Presidente de la República un proyecto de ley para eximir transitoriamente a los libros del Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Además del IVA, existe otro problema en el fomento de la lectura y es la escasa oferta de libros y títulos que existe en las bibliotecas públicas y barriales. Esto, sumado al alto valor que tienen, aleja a la ciudadanía del conocimiento cultural y también a conocer su propia historia.
Mientras se espera una política clara en torno a la materia, desde el norte de nuestro país, específicamente en la Región de Antofagasta, se busca acercar a la ciudadanía a la lectura y a la identidad local a través de un novedoso proyecto que busca utilizar las nuevas plataformas digitales en favor del fomento a la lectura y la identidad local: Letras a Pleno Sol.
Este proyecto, constituido por 400 cápsulas de un minuto con lecturas de escritoras y escritores regionales, busca rescatar y desempolvar a aquellos escritores olvidados de la región, así también a los nuevos talentos literarios. La idea principal de estas cápsulas, todas alojadas en Spotify, es llegar a la población en sus momentos cotidianos; cuando van en el transporte público, en el almuerzo, en tránsito de un lugar a otro.
Letras a Pleno Sol releva la importancia del territorio como parte fundamental en la creación y el sentido de identidad cultural. Antofagasta, al ser una zona minera, tiene características particulares, una de ellas es la dislocación cultural y lo que la hace carecer de una fuerte identidad.
Este proyecto destaca los desafíos que tiene la región; habla de las problemáticas, la deficiencia en educación, de las mujeres que están profundamente inmersas en un territorio que es adverso. Además, resalta el concepto de la épica; el desierto no es un lugar para ser habitado; la lucha constante entre el ser humano y las condiciones naturales. En ese sentido, la literatura no ha perdido su épica, solo está buscando nuevas formas de expresarlas y encuentra en Letras a Pleno Sol una nueva cuna.
Chile es un país centralizado y todas las políticas públicas se deciden en Santiago. En un mundo cada vez más conectado, es importante mirar las estrategias que se desarrollan a lo largo del país y su eficacia para poder analizar una nueva política de fomento a la lectura que realmente sea eficaz y pueda romper con la enorme brecha cultural y educacional que existe actualmente.
Por Christian Campos
Profesor e integrante de La República de las Letras – Antofagasta
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