El gobierno cubano ha recibido con satisfacción la decisión de Estados Unidos de retirar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo, según informó el canciller Bruno Rodríguez este miércoles en una conferencia de prensa. La medida, firmada por el presidente estadounidense Joe Biden, ha sido celebrada por el pueblo cubano con «esperanza» de abrir un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales entre ambas naciones.
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Rodríguez destacó que la inclusión de Cuba en dicha lista «carecía de credibilidad», pero que sus efectos en la economía y el sector financiero de la isla habían sido significativos, afectando las importaciones y generando un daño económico considerable. Asimismo, calificó la política estadounidense hacia Cuba como «obsoleta y fallida», subrayando que no responde a los intereses nacionales de Estados Unidos y que solo ha provocado el aislamiento internacional del país norteamericano.
El canciller subrayó que Cuba nunca debió haber sido incluida en la lista y recordó que la certificación estadounidense señala que el país no ha brindado apoyo al terrorismo en los últimos seis meses, además de comprometerse a no hacerlo en el futuro. La decisión ha sido bien recibida por varios gobiernos de América Latina, entre ellos México, cuya presidenta, Claudia Sheinbaum elogió el accionar de Biden al considerar que «es muy bueno que se haya corregido este error histórico».
Con esta medida, tanto Cuba como varios analistas esperan un impulso hacia la mejora de las relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos países, en lo que podría representar un giro en la política exterior de Washington hacia la isla caribeña tras décadas de tensiones.
¿Avance diplomático o maniobra política?
Cuba, durante años, ha sido un punto de fricción en la política exterior estadounidense, y su inclusión en esta lista ha tenido repercusiones económicas profundas, como bien lo señala Rodríguez. Sin embargo, la crítica radica en la falta de sustancia y transparencia detrás de la decisión de su remoción. Según el documento firmado por el presidente Joe Biden, se argumenta que en los últimos seis meses Cuba no ha apoyado actividades terroristas. Pero, ¿es este lapso de tiempo suficiente para borrar décadas de tensiones y justificaciones diplomáticas que mantuvieron a la isla en esa lista? La comunidad internacional merece más claridad sobre las razones detrás de esta certificación.
El problema subyacente no radica únicamente en si Cuba debe estar o no en dicha lista, sino en la inconsistencia de la política exterior de Estados Unidos respecto a la isla. Como señala Rodríguez, las sanciones y medidas coercitivas impuestas a lo largo de los años han sido tanto punitivas como ineficaces, lo que evidencia la falta de una estrategia coherente. La política hacia Cuba sigue siendo obsoleta, pero también lo es el uso de listas arbitrarias que se activan o desactivan al ritmo de las conveniencias políticas del momento.
La eliminación de Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo parece más un gesto simbólico que una solución estructural a las tensiones históricas entre ambos países.
Foto: Redes
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