La constante negativa de Eduardo Frei a participar en debates públicos, programas de política y foros universitarios parece un flaco favor a dos de sus adversarios: A uno que le respira en la nuca y al otro que lo mira hacia atrás.
El candidato oficialista apoya su “especial” candidatura en dos pilares: En el hecho de haber sido presidente en el periodo 1994-2000 y en la popularidad de la Presidenta Michelle Bachelet. Resulta casi evidente que es una pésima estrategia, pero analicemos por parte. El primer pilar es débil, especialmente en nuestro país, donde solemos recordar mucho más lo malo que lo bueno. Además, Chile no es el mismo de hace 9 años, existen necesidades distintas, otras mentalidades, nuevos conflictos (como la crisis financiera, por ejemplo). Entonces esta actitud de “no tengo nada que demostrar” es poco muy poco útil, para él y para los ciudadanos, que estamos esperando propuestas de verdad y no frases pre-fabricadas del tipo: “estamos abiertos al diálogo”, que parecen ser la especialidad de la casa en la concertación – y, para ser justos, en la gran mayoría de la clase política -. Apoyarse en el pasado no es muy favorable, sino pregúntenle a Jorge Arrate como le va en las encuestas utilizando como “señuelo” la palabra “Allende” – más grande que su propio apellido -de fondo en sus afiches de campaña.
Si el primer pilar es bastante débil, el segundo lo es mucho más. El senador DC ha declarado abiertamente ser un “continuista, a mucha honra” del gobierno actual, en particular de la tan manoseada “protección social”. Apartando la retórica, la traducción de esta frase parece ser: “Señores, no tengo nada nuevo que ofrecer, por lo tanto procedo a colgarme de la popularidad de la Presidenta, a mucha honra”. Entonces, ahora empieza a hacer sentido el hecho de que el señor Frei se niegue a debatir con los demás candidatos públicamente: Dejando de lado su escaso carisma para llegar a las personas, la razón de fondo es otra, Frei debe preguntarse: “Pero, ¡¿QUÉ DIGO?!”. Y claro, si apoyo mi propuesta país en mi experiencia de hace casi 10 años y en la popularidad actual de la presidenta – que, según las encuestas, no recae en él – ¿Cómo compito con personas que están por una renovación? Imposible.
La estrategia utilizada es pésima, pero lo más paradójico de la situación es que parece estar facilitando el trabajo a las otras candidaturas. A nadie debiera extrañarle que el titular de todos los medios de mañana sea: “Piñera contrata nuevo jefe de campaña, el ex presidente Eduardo Frei”. Realmente suena contradictorio escuchar al candidato oficialista decir “estamos trabajando para ganarle a la Derecha en Diciembre” cuando en la práctica parece estar haciendo un esfuerzo por lograr lo contrario. Y esto no es todo, también ayuda a Enríquez-Ominami, ya que es sabido que capta los votos de aquellos que están cansados de la vieja concertación, pero que jamás votarían por la Derecha.
Entonces, señor Frei, ¿Está en campaña o repartiendo sus votos entre sus contrincantes? La respuesta probablemente sea aquel ademán de pasarse la mano bajo la pera que realizó hace un tiempo, pero, ojo, hay que preocuparse: O mejora su poco atractiva propuesta o la hegemonía concertacionista de dos décadas se acaba en Diciembre. La situación no es para nada trivial.
por Alvaro Muñoz