16 muertos y 81 heridos, es el saldo de los enfrentamientos registrados a última hora del lunes entre el Ejército libio y hombres armados en la ciudad de Bengasi, al este de Libia. Según una fuente hospitalaria, en condición de anonimato, la mayoría de las bajas se registró entre los militares que apoyan al general retirado libio, Jalifa Haftar, además tres civiles, incluyendo un egipcio, perecieron al impactar un cohete en su vivienda.
Desde el 16 de mayo, Haftar lanza una operación contra los grupos “terroristas” en el este libio, diciendo que quiere aplastarlos y restablecer la estabilidad en Libia. No obstante, las autoridades de este país norteafricano tachan de “golpe de Estado” estas ofensivas. Una fuente militar por su parte, afirmó que las pugnas se produjeron después de que un grupo de hombres armados lanzaran en la misma jornada un ataque contra un cuartel del Ejército libio en la segunda mayor ciudad del país norteafricano, Bengasi, que dejó siete muertos y 40 heridos.
El domingo, anunciaron la muerte de al menos 10 personas en los enfrentamientos entre los grupos armados ocurridos desde el sábado en la zona del aeropuerto de la capital, Trípoli, y Bengasi. En la urbe capitalina, al menos tres personas perdieron la vida y otras dos resultaron heridas, como consecuencia del lanzamiento de misiles Grad, en zonas colindantes al aeropuerto internacional. Las otras siete personas han perdido la vida en la segunda mayor ciudad del país norteafricano, Bengasi.
Una milicia islamista libia controla hoy las ruinas del aeropuerto internacional en Trípoli tras desalojar a la de Zintan después de varios días de combates con armas pesadas que causaron muertes entre la población civil. Este domingo los atacantes emplearon a fondo todo su arsenal de morteros y fuego artillero desde blindados que para desalojar a sus rivales, calificados de seguidores de organizaciones laicas, parte de la pugna por el dominio de este país norteafricano sumido en el caos.
Ambos grupos armados estuvieron aliados para solicitar la agresión armada de la OTAN que derrocó en 2011 al Gobierno liderado por Muamar Gadafi, pero desde entonces pugnan por controlar territorios en los cuales imponen su ley por la fuerza de las armas. Tanto los aviones estacionados en la pista, como las demás instalaciones de la terminal aérea están en ruinas y no podrán funcionar en meses, dijeron testigos. Los efectivos de la milicia de Zintan defendieron sus posiciones durante varios días, pero el asedio impidió recibir pertrechos y refuerzos y se vieron obligados a retirarse tras sufrir pérdidas aún por cuantificar.
La toma del aeropuerto introduce un nuevo elemento de fricción entre los grupos armados islamistas y el autodenominado Ejército Nacional Libio, capitaneado por el ex general desertor Jalifa Haftar, quien ha jurado desarraigarlos de Libia y tiene su base en la ciudad oriental de Bengasi. Acorde con precisiones el grupo armado con base en la ciudad septentrional de Misrata se coaligó con los atacantes para desalojar a la milicia de Zintan. La posesión del aeropuerto da ventaja a los islamistas a pocas horas del anuncio de los resultados de las elecciones legislativas de fines de junio pasado, cuyo efecto en la situación nacional se considera mínimo.
En tanto, el parlamentario libio Fazi al Arabi fue secuestrado el domingo en la carretera que conecta la capital del país, Trípoli, con el aeropuerto internacional junto al también parlamentario Sulaiman Zubi, quien fue liberado horas después. Zubi, una figura independiente pero con lazos con la organización islamista Hermanos Musulmanes, habría sido liberado por su edad y “como muestra de respeto a Cirenaica -es parlamentario por la localidad de Bengasi-”, según ha informado el diario ‘The Libya Herald’.
El Ministerio de Justicia y el presidente del Parlamento, Nuri Abu Sahmain, han condenado los secuestros y han reclamado la inmediata liberación de Al Arabi, miembro del Partido Justicia y Construcción (PJC), brazo político de Hermanos Musulmanes. Por su parte, el PJC ha acusado al Gobierno de la situación y ha criticado el “fracaso” del Ministerio del Interior para impedir el suceso “a pesar de la gran cantidad de financiación y personal con el que cuenta”.