El anuncio de una nueva operación militar a gran escala en Cisjordania, bajo la dirección de Benjamín Netanyahu, ha levantado cuestionamientos sobre la verdadera naturaleza de la estrategia israelí en la región. Bajo el pretexto de «erradicar el terrorismo» en Jenin, las Fuerzas de Defensa de Israel han iniciado lo que parece ser otro ciclo de violencia que podría tener consecuencias devastadoras para la población palestina y para la ya tensa estabilidad en la región.
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El discurso de Netanyahu, aludiendo al fortalecimiento de la seguridad en Judea y Samaria, ignora el impacto humano directo que estas incursiones militares tienen en las comunidades locales. El ataque, que ya ha cobrado la vida de seis palestinos y ha dejado a 35 personas heridas, según cifras del Ministerio de Salud palestino, es una muestra de la desproporción con la que Israel responde a las amenazas percibidas.
Más allá de la retórica sobre la lucha contra el «eje iraní», el contexto político y territorial detrás de estas operaciones no puede obviarse. Las declaraciones del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, quien describió a los colonos israelíes como un «amortiguador de seguridad», revela una visión que sigue legitimando la expansión de asentamientos ilegales en territorios ocupados. Este tipo de justificación no sólo contradice el derecho internacional, sino que refuerza la ocupación y despojo sistemático de tierras palestinas, lo que ha sido denunciado ampliamente por la comunidad internacional.
Con la operación militar, irónicamente denominada «muro de hierro», Israel parece apostar por un endurecimiento de su postura, en lugar de explorar caminos para el diálogo y la paz. Las acciones militares prolongadas en territorios como Gaza, Líbano y Siria han demostrado que la solución armada solo perpetúa el conflicto y el sufrimiento de las poblaciones civiles.
En última instancia, es legítimo preguntarse si este tipo de acciones, en lugar de «proteger» a los israelíes, no contribuyen a radicalizar aún más a las partes en conflicto, alimentando el resentimiento y prolongando un enfrentamiento que parece no tener fin.
Foto: Redes
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