El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) de Estados Unidos, bajo el nuevo liderazgo de la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem, ha intensificado sus operaciones en Nueva York.
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La reciente operación en el Bronx, donde se reportó un solo arresto, es presentada por las autoridades como una gran victoria en la lucha contra el crimen. Sin embargo, esta narrativa, compartida con entusiasmo por Noem en redes sociales, pone de relieve un enfoque más político que efectivo.
La secretaria Noem calificó al detenido de «basura», en una retórica que busca simplificar la realidad y criminalizar a amplios sectores de la población inmigrante. Esta operación, que se alinea con el endurecimiento de las políticas migratorias, coincide con un momento en que los legisladores republicanos tienen en la mira las llamadas «ciudades santuario», como Nueva York, Chicago, Denver y Boston.
Este tipo de declaraciones no solo refuerzan estereotipos, sino que también justifican medidas agresivas en las que el enfoque se centra en el espectáculo de las redadas más que en soluciones reales y humanitarias a los problemas migratorios.
En este contexto, es crucial recordar que las ciudades santuario existen precisamente para proteger a los inmigrantes de políticas federales que a menudo ignoran los matices de la realidad local. Estas políticas buscan evitar la colaboración indiscriminada con ICE, con el objetivo de fomentar la confianza entre las comunidades inmigrantes y las fuerzas de seguridad locales. Obligar a los alcaldes de ciudades santuario a testificar ante el Comité de Supervisión y Reforma Gubernamental parece más una medida política destinada a desacreditar a las ciudades que a abrir un diálogo constructivo sobre la migración.
Con cada operación de ICE que se publicita como una gran victoria, se pasa por alto el debate necesario sobre las reformas migratorias. Las redadas, lejos de resolver los problemas de fondo, continúan alimentando una narrativa de miedo y división.
En lugar de buscar soluciones más humanas y viables, se opta por el uso del poder federal como herramienta de intimidación. Esta situación no solo afecta a los inmigrantes, sino que también erosiona la cohesión social en ciudades que históricamente han sido refugios para aquellos que buscan un futuro mejor.
Foto: Redes
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