México – Tres mujeres rompieron el silencio para denunciar décadas de explotación laboral y control físico-espiritual al interior del Opus Dei, una institución religiosa vinculada a escándalos globales. Sus testimonios, recopilados en el reportaje “Las mucamas de Dios” por las periodistas Gloria Piña y Paula Bistagnino (autora del libro “Te serviré. Fe, Poder y Disciplina”), exponen prácticas sistemáticas de servidumbre no remunerada, castigo corporal y aislamiento familiar en centros de la organización en México.
Explotación bajo el manto de la fe
Teresita, Mercedes y Ofelia —cuyos nombres son pseudónimos— ingresaron al Opus Dei entre los 14 y 16 años como “numerarias auxiliares”, un rol destinado al servicio doméstico. Durante 15 a 30 años, trabajaron hasta 16 horas diarias en limpieza, cocina y costura, sin salario, bajo la promesa de una “vocación divina”.
“Nos preparaban para ser sirvientas profesionales, pero nos vendían como un acto de entrega a Dios”, relata Teresita. La rutina incluía flagelaciones con sogas, dormir en tablas, duchas frías y el uso de cilicios (ligas metálicas con púas) para “purificar el cuerpo”. Además, se les prohibía contacto con sus familias y actividades recreativas sin supervisión.
Contexto global: Del Vaticano a Argentina
Estos casos no son aislados. En Argentina, 44 mujeres acusan al Opus Dei de trata de personas con fines de explotación laboral entre 1972-2015. Susana Lencina, una de las denunciantes, narró a CNN cómo reclutaron a adolescentes vulnerables con falsas promesas educativas: “Era esclavitud disfrazada de santidad. Trabajábamos sin paga, usando cilicios y soportando abusos”.
A esto se suma el caso del cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, exarzobispo de Lima y figura emblemática del Opus Dei, sancionado por el Vaticano en 2019 tras acusaciones de abuso sexual en 1983 —que él niega—. Aunque el Papa Francisco le permitió continuar labores pastorales, organizaciones exigen justicia ante lo que califican como encubrimiento institucional.
Opus Dei en México: Una red bajo investigación
En el país, la institución opera al menos seis internados para menores desde los años 50. Pese a que el Opus Dei asegura que sus miembros actúan “libremente”, las sobrevivientes mexicanas denuncian coerción psicológica: “Nos decían que abandonar la obra era traicionar a Dios”, explica Ofelia.
Ante estos testimonios, colectivos feministas y defensores de derechos humanos exigen que las autoridades investiguen estos centros como posibles redes de trata. “No es solo un tema religioso, es una violación sistemática de derechos humanos”, señala Paula Bistagnino, coautora del reportaje.
¿Y la Iglesia Católica?
Mientras el Opus Dei en Argentina pidió “perdón” por no escuchar a las víctimas, en México mantiene silencio. Las periodistas Piña y Bistagnino advierten: “Estos testimonios son la punta del iceberg. Urge visibilizar cómo se aprovechan de la fe para perpetuar abusos”.
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Justicia, no silencio
Las denuncias contra el Opus Dei revelan un patrón global de explotación bajo estructuras de poder religioso. Más allá de las sanciones simbólicas, se requiere que los Estados investiguen estos crímenes como delitos de trata y esclavitud moderna. La consigna es clara: Las víctimas exigen justicia, no perdón. Las instituciones, transparencia. Y la sociedad, respuestas.
Fotografía: Redes
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