CON SABOR A VICTORIA

Desde la Plaza. Columna de Agustín Guerrero

CON SABOR A VICTORIA

Autor: Agustin Guerrero

Como una victoria de la presidenta Claudia Sheinbaum debe leerse el acuerdo logrado con el presidente Donald Trump.  No se le puede regatear nada. Y es que, en la víspera de la llamada telefónica, que ambos presidentes han relatado, el ambiente y el contexto no auguraba nada bueno para nuestro país.

En dos semanas que lleva al frente de Estados Unidos, Trump se ha dedicado a instrumentar un conjunto de acciones que busca en palabras de él, hacer a los Estados Unidos grande otra vez.  Make America Great Again (MAGA).

Este objetivo supone que los Estados Unidos ya no son la principal potencia económica del mundo o están en vías de dejar de serlo o por lo menos, que no son sólo ellos y que ahora existe otra potencia en el horizonte. Y ese es el punto. Estamos en presencia del declive del país que fue el mandamás en el último siglo y la emergencia de una nueva potencia que viene a desplazar y a reconfigurar el mapa económico mundial.

Es una historia que la humanidad ha vivido en otros momentos, y casi siempre con los mismos comportamientos. Estados Unidos como el imperio vigente no se mira en el espejo de lo que fue la caída de otros imperios como el británico, el otomano, el español, el romano, el mongol, el macedonio, el egipcio. Nada es para siempre. Y cuando llega el momento del declive, se producen resistencias que buscan evitar lo inevitable o por lo menos, postergar el cierre de ciclo.

Y eso es lo que sucede. La dialéctica afirma que nada es permanente y que todas las cosas perecen con el tiempo. La contradicción principal que hoy acontece, es entre los intereses y el proyecto que representa Estados Unidos y el proyecto que representa la República Popular de China, en el sentido que Mao Zedong le da en su texto Sobre la Contradicción. No es el único conflicto, pero este es el más importante, el fundamental.

Por otra parte, las contradicciones no son estáticas, están en transformación permanente, dicho de otro modo, en la confrontación de los opuestos se desarrolla un proceso de sumas y restas entre otros actores partícipes del proceso social. Cada opuesto construye sus alianzas para el momento de la solución o superación de la contradicción. Como menciona Mao, “la contradicción es la base de la vida y la impulsa hacia adelante. Ningún fenómeno puede existir sin su opuesto contradictorio”.  La solución del conflicto se da con la victoria de uno de los opuestos y la derrota del otro.

En este contexto, podemos ubicar que Donald Trump representa la alianza de un conjunto de fuerzas económicas y políticas que comparten una visión colonial y supremacista. Constituida por los multimillonarios de la “tecnología”, el capital financiero y políticos ultraderechistas y fachos de todo el mundo. Ha decidido utilizar la presión, el chantaje, la violencia y la fuerza militar para imponer y “alinear” a países y gobiernos a su visión.  Por eso en estas dos semanas hemos visto a Trump lanzar amenazas a México, Canadá, Panamá, Venezuela, Colombia, Dinamarca, la Unión Europea, los países de medio oriente, Brasil, Rusia, China, y todos aquellos que no se alineen. Ha desconocido y retirado a su país de instituciones como la OMS y el Acuerdo de Paris. Y ha exhibido que la ONU le estorba y la trata como un cero a la izquierda. Tampoco ha tenido empacho en abrir frentes internos, bajo el argumento de que las políticas progresistas de la cultura woke han provocado un retroceso y perversión en la sociedad estadounidense.

Por otro lado, esta China. Quien es la potencia emergente del siglo XXI, como lo muestran los indicadores económicos. Hoy sus empresas están presentes en todos los sectores y en una gran cantidad de países, compitiendo y desplazando a empresas tradicionales de la industria y la manufactura. Y al igual que los Estados Unidos, desarrolla un proceso de acumulación de aliados a través de inversiones y apoyos económicos. Los BRICS no solo son un espacio de integración comercial, sino que en breve disputarán al dólar la exclusividad de ser la moneda universal.

El horizonte de Trump son los cuatro años de su mandato. Serán sin duda complejos y turbulentos. De un alto costo social y económico. Uno de los escenarios de la disputa resueltos por Trump es el de las tecnologías de punta, donde a su decir, pretende impulsar el mayor proyecto de infraestructura de inteligencia artificial. Para este fin anuncio una cantidad que impresionó a todos, 500,000 millones de dólares. No terminaba la semana cuando conoció y recibió la respuesta de China con la aparición de la plataforma de inteligencia artificial DeepSeek, la que provocó una pérdida de 650,000 millones de dólares de las plataformas gringas.  Esto nos indica la intensidad y dimensión del conflicto que ya estamos viviendo.

En este conflicto, México como muchos otros países, esta entre las patas de los caballos, como se dice coloquialmente. Estamos en una situación delicada por la posición geográfica del país. Ser vecino de Estados Unidos puede tener muchas ventajas y también grandes problemas. Así lo muestra nuestra historia. Ya perdimos[a1]  la mitad del territorio frente a ellos y por eso sabemos lo peligrosos que son. Los gringos no tienen amigos, tienen intereses. Hasta ahora la presidenta Claudia Sheinbaum ha actuado con una gran inteligencia, tiene la ventaja de contar con un gran respaldo popular y una legitimidad que le da una fortaleza que resulta clave. Tiene claro el objetivo, salvaguardar la soberanía nacional y la dignidad del pueblo de México.

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Por el momento, en esta primera escaramuza, nuestra presidenta ha demostrado a los mexicanos y al mundo, que Trump no es invencible. Que, como todos, tiene puntos débiles. Hay que saber encontrarlos para explotarlos en su momento. No solo ganamos tiempo, también ganamos en percepción, en seguridad por el manejo con que Claudia ha manejado la crisis, y lo más importe, salimos con la moral en alto, que es lo único que no se puede perder en medio de una batalla.

Por lo que está en juego, dos visiones del futuro de la humanidad, seremos testigos y protagonistas de un sinfín de conflictos. Donald Trump seguramente ganará muchas batallas, pero desde ahora lo podemos asegurar, Donald Trump perderá esta guerra. Igual que Adolf Hitler perdió la suya hace 80 años.


 


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