El infierno es un hospital en Gaza

El director general del hospital Al Shifa no dispone de tiempo para descansar

El infierno es un hospital en Gaza

Autor: CVN
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El director general del hospital Al Shifa no dispone de tiempo para descansar. Desde el inicio de la operación Margen Protector apenas ha abandonado su despacho, aunque de todas formas no habría podido ir a su domicilio. Su casa fue uno de los primeros objetivos de la aviación israelí cuando se iniciaron las hostilidades. Fue destruida completamente por las bombas sin que el ejército diera ninguna explicación.

El desabastecimiento de los hospitales de Gaza no es novedoso. «Antes de que se iniciara la guerra ya hacíamos llamamientos a la comunidad internacional para solicitar ayuda, pero nuestras necesidades se han agudizado en las últimas semanas», dice el doctor Nasser al Tatta en su amplio despacho, donde otros médicos entran y salen sin descanso. El director de Al Shifa saca un folio en el que se han escrito algunos de los equipamientos que no tiene el mayor hospital de la Franja, como una máquina de rayos X o material imprescindible para los quirófanos.

Es una lista escueta y no exhaustiva, que no incluye las medicinas. «A causa de la falta de medicamentos, la calidad de la atención a los heridos y a los enfermos disminuye. Hay oenegés occidentales que nos ayudan comprando en el mercado libre de Gaza medicinas de las que no disponemos en los hospitales, o que las introducen a través del paso de Kerem Shalom», que Israel abre dos horas cada día.

De la conversación con los médicos y farmacéuticos se deduce que la escasez de medicamentos no se debe tanto al bloqueo israelí como a una falta de coordinación entre los servicios sanitarios de Gaza y la Autoridad Nacional Palestina de Ramala, al menos durante esta guerra. Un incidente reciente ilustra la mala voluntad de Ramala: Arabia Saudí ha donado varios millones de euros para adquirir medicinas para Gaza. Con ese dinero se han podido llenar siete camiones. Un pequeño problema ha surgido cuando la ANP ha empapelado los camiones con pancartas que decían que la ayuda era de la ANP y no de Arabia Saudí. Ha seguido un percance diplomático y la ANP ha tenido que disculparse ante los saudíes. En comparación con la de 2012, en esta guerra se han impuesto ciertas limitaciones a la importación de medicinas por Kerem Shalom.

Aun así, las farmacias de Gaza disponen de prácticamente todo tipo de las drogas esenciales. En 2012 no hubo prácticamente escasez pero en la guerra de 2009 las fronteras estuvieron cerradas y las necesidades de los hospitales se dispararon. «Cuando en los hospitales no tenemos algo, usamos lo más parecido, o simplemente decimos al paciente que no lo tenemos y él, si puede, se encarga de buscarlo por las farmacias, ya que las farmacias tienen más que nosotros. Desde hace días estamos sin hilo de sutura pero en Shifa estamos utilizando otra clase de hilos. Tampoco hay guantes ni ciertos antibióticos», dice el director del hospital. «Tampoco tenemos placas metálicas para los huesos rotos, de manera que hemos vuelto a usar yeso. En esta guerra nos hemos encontrado con una circunstancia ante la que no sabemos qué hacer: Hay heridas que no se cierran y no sabemos por qué; no tenemos capacidad para afrontar estas situaciones que probablemente se deban a un nuevo tipo de armas que está usando Israel».

El hospital Shifa tiene 740 habitaciones. Numerosos pacientes han tenido que desviarse a otros hospitales más pequeños debido a la masiva afluencia de heridos. «La situación se escapó a cualquier control cuando el ejército arrasó Shuyaiya. No había quirófanos suficientes y tuvimos que operar en el suelo», dice el doctor Tatta. La dirección de Shifa se ha quejado al gobierno de Ramala del presidente Mahmud Abás de no recibir la asistencia que precisa para hacer frente a la catástrofe de los últimos días. «Desde Ramala no nos envían los medicamentos que necesitamos, o nos envían tan pocos, algunas veces solo muestras, que no podemos atender a los pacientes. Nunca nos envían lo que necesitamos en las cantidades que necesitamos. Esta es una guerra más salvaje que las anteriores en la medida que el ejército está matando a la gente dentro de sus casas sin mediar ningún aviso. Se están destruyendo casas con familias enteras en su interior, como si el objetivo de Israel fuera simplemente matar y devastar. Al hospital llegan toda clase de heridos, muchos de ellos con amputaciones», lamenta el director del hospital.

Esta destrucción generalizada afecta a la población civil en general, pero también a sectores específicos como los paramédicos que viajan en las ambulancias hasta meterse en zonas calientes con el fin de rescatar a los heridos. Desde el 8 de julio han muerto siete paramédicos, y el número de heridos es más elevado en este sector. «Hace unos días los soldados pidieron al conductor de una ambulancia, Ashraf Abadi, que se bajara del vehículo y cuando estaba en el suelo le dispararon y lo mataron. Ocurrió en Jan Yunis», dice Mayed Balbesi, un paramédico que trabaja con las ambulancias desde hace 30 años. «Pero no tenemos miedo; somos fuertes y estamos decididos a continuar trabajando y a correr los riesgos». «En muchas ocasiones, cuando estamos en zonas conflictivas, los soldados nos disparan. En general no apuntan contra nosotros sino cerca, para que nos vayamos, pero otras veces sí que tiran a dar», dice Balbesi.

En la farmacia de enfrente de Shifa hay un trajín constante. «Nos faltan antibióticos. Nos falta Ameril para la diabetes, nos faltan medicamentos para ciertas enfermedades crónicas. Y no sabemos dónde está el problema, si en el mayorista de Cisjordania o en el paso israelí de Keren Shalom. Mucha gente nos viene a preguntar por medicamentos que no hay en los hospitales, a menudo solo quieren saber el precio porque no tienen dinero para comprarlos», explica el farmacéutico Abu Mahmud.

Por Eugenio García Gascón/publico.es


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