La defensora ambiental Julia Chuñil, lleva más de 100 días desaparecida en la región de Los Ríos, Chile, en circunstancias sospechosas y tras recibir hostigamiento y múltiples amenazas, en medio de un conflicto territorial con empresas forestales.
La mujer mapuche de 72 años desapareció el pasado 8 de noviembre de 2024 mientras recorría los cerros de Máfil, en busca de animales extraviados en un predio de 900 hectáreas de bosque nativo que se encuentra en disputa entre un empresario agrícola y la comunidad Putreguel, de la cual es presidenta.
La investigación por la desaparición de la ambientalista mapuche no muestra mayor avance, mientras su familia aún mantiene la esperanza de encontrarla con vida.
“No hemos sabido nada más de mi mamá, cada día nos preguntamos dónde está, qué le hicieron, pero tenemos esperanza”, señaló Pablo San Martín Chuñil, el mayor de sus cinco hijos.
Según la teoría de los familiares, a Julia la sacaron del campo y todo esto es producto de “razones económicas y políticas, porque ambas van de la mano”. De hecho, denunciaron que, antes de su desaparición, la lidereza mapuche sufrió intentos de atropello y amedrentamientos, ataques presuntamente realizados por el empresario Juan Carlos Morstadt Anwandter, a quien indican como responsable, ya que tendría intereses en el terreno en disputa.
Otro detalle es que, en el lugar donde posiblemente pudo desaparer, había huellas de vehículos.
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Panguipulli se levanta por Julia Chuñil
Ante este escenario, desde la comuna de Panguipulli, provincia de Valdivia, los participantes del «Encuentro por la memoria y la vida, defensores del Itrofil Mongen», levantaron su voz por el caso de Julia Chuñil y el genocidio de los pueblos originarios.
La actividad que tuvo lugar el pasado sábado 15 de febrero en la Plaza Central de Panguipulli, estuvo marcada por la demanda de encontrar con vida a la dirigente medio ambiental.
«La queremos y que la devuelvan para que esté junto a su pueblo», fue la consigna que levantaron los asistentes a este acto cultural por la vida y la memoria, en el que se recordó y rindió tributo a todos aquellos a quienes le fueron arrebatadas sus existencias en defensa del territorio y del Itrofil Mongen,que en la lengua mapuche significa respeto, cuidado y conservación de todas las formas de vida de manera integral e interdependientes entre sí.
En el Parlamento de Koz Koz de 2023 se acordó realizar anualmente esta actividad pública marcando el hecho de que varios luchadores por los derechos del pueblo mapuche y a la recuperación de tierras ancestrales fueron asesinados durante el mes de febrero.
A través de una declaración pública, divulgada tras la realización del evento, los participantes afirmaron que «la lucha de los caídos no ha sido en vano», por lo que reafirmaron su «compromiso con la vida, la justicia y con la memoria ancestral».
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«Persecución del pueblo mapuche no es parte del pasado»
En el texto señalaron que el genocidio y persecusión del pueblo mapuche no es parte del pasado, sino que es un proceso que sigue en curso.
«La ley Nain-Retamal (ley 21.560) y la ley de usurpación (ley 21.633), ambas implementadas en 2023, refuerzan un sistema de represión que protege a quienes se han enriquecido a costa del despojo. Estas leyes criminalizan nuestra resistencia y buscan encarcelar a quienes defienden su derecho a la tierra. A esto se suma la modificación de la ley antiterrorista (actual ley 18.314), que refuerza la persecución contra quienes luchan por sus derechos y por el respeto al territorio», plantearon.
«Es claro que estas leyes no son para castigar a los que históricamente nos han arrebatado todo, sino para seguir oprimiendo a quienes resistimos», enfatizaron.
En la declaración, indicaron que la » base de este modelo capitalista no solo nos oprime como pueblo, sino que ha puesto en peligro la vida en el planeta entero provocando la crisis climática. La industrialización acelerada ha generado la desertificación de la tierra, la contaminación de las aguas y los incendios forestales, todos fenómenos que no son accidentes ni desastres naturales; son consecuencias directas del saqueo empresarial y de políticas de dictadura profundizadas en “democracia” como el DL701, que a través de modificaciones y otros instrumentos (subvenciones de CORFO y exenciones tributarias por Ley I+D), continúan subsidiando el modelo e industria forestal responsable de la destrucción de nuestros ecosistemas».
Frente a esta situación, los participantes del «Encuentro por la memoria y la vida, defensores del Itrofil Mongen», denunciaron la «instrumentalización del Estado para ocultar su propia responsabilidad y criminalizar nuestras luchas».
Plantearon que la colonización no terminó con la independencia de los Estados, ya que lo «que antes fueron virreyes ahora son gobiernos serviles al capital. La conquista nunca se detuvo; solo cambió de rostro y de discurso. Desde 1492, cuando Cristóbal Colón erróneamente llegó a Abya Yala, se ha implementado un sistema de explotación y acumulación capitalista que hoy se sigue perpetuando bajo nuevas formas de genocidio».
En el texto también expresaron sus críticas al gobierno del presidente Gabrirl Boric y en concreto hacia la creación de la “Comisión Paz y Entendimiento”.
«Cabe preguntarse: ¿qué llaman “paz y entretenimiento”?, pues lejos de reconocer el genocidio histórico y territorio ancestral mapuche -Wallmapu-, busca postergar soluciones mientras el poder económico y político sigue beneficiándose del despojo. Con sus lógicas aletargadas más parece “paz y entretenimiento” como esas mesas de trabajo qué solo dilatando los procesos y estancando las soluciones concretas como lo podrían ser la restitución de las tierras antiguas y usos históricos de la tierra».
Pese a estos obstáculos, señalaron que lucha no se detendrá hasta lograr obtener justicia y las reivindicaciones que demandan.
«No estamos aquí sólo para denunciar, sino para afirmar que hay otra manera de vivir. Nuestro pueblo y muchos otros han sido guardianes de la vida desde tiempos inmemoriales. No vemos la tierra como mercancía, sino como madre, como mapun de la que somos parte (tierra, aguas, atmósfera, espiritualidad). No vemos el agua comla un bien de consumo, sino como la sangre que nos conecta con el territorio. No vemos a los otros seres como objetos, sino como hermanos y hermanas en esta red de la vida», señalaron.
Asimismo, en la declaración extendieron un llamado a promover la unidad y organización dentro del pueblo mapuche.
«El futuro no está en manos de los poderosos, sino en las nuestras. No necesitamos esperar permisos, ni reformas, ni elecciones para cambiar el mundo. Necesitamos organizarnos, fortalecer nuestras autonomías, reconstruir nuestras lenguas y nuestras formas de vida. Necesitamos unidad entre mapuche y no mapuche, trabajadores, estudiantes, artistas, rebeldes, entre todos los que resisten y sueñan con un mundo justo», afirmaron.
«Las grietas que abrimos en la historia del opresor ya no son solo fisuras; son ventanas por donde entra la luz y la ternura de un mundo nuevo. Cada territorio recuperado, cada comunidad organizada, cada imaginario colonial que cae, cada semilla sembrada en resistencia, cada idioma revitalizado, es un paso hacia el amanecer de un mundo emergente y necesario», agregaron.
Para cerrar, enfatizaron que no se conforman con simplemente «sobrevivir», en medio de la injusticia y las constantes agresiones contra el pueblo mapuche.
«Estamos aquí para vivir con dignidad. Porque nuestros kuifi, nuestros antiguos, nos guían, y porque el futuro de pu pichi ke che, de nuestras niñas y niños, nos reclama un mejor vivir. Pu peñi pu lamien, el tiempo de la resistencia se transforma en el ciclo de la acción consciente y organizada. La tierra nos llama. La historia nos convoca. La lucha nos espera. No más genocidio en Wallmapu. No más genocidio en Palestina. No más asesinatos de quienes defienden la vida. No más despojo y desplazamientos forzados. Por la vida, por la dignidad, por la humanidad», finalizaron.