Javier Milei está en el centro de la tormenta por haber promovido el memecoin $LIBRA. Repasamos brevemente los hechos. El viernes 14 de febrero se creó $LIBRA con una página web que no brindaba mayor información, y un mail de contacto. Al momento de su lanzamiento el 82% de los token estaba controlado por solo cinco billeteras digitales. No había siquiera un conocimiento medianamente claro de quiénes eran los creadores de la memecoin –no tiene respaldo en valor real alguno- ni de sus propósitos. El dominio del sitio vivalalibertadproject.com era del mismo día y $LIBRA había sido creada en ese momento.
Con esos elementos, no había forma de que su precio despegara. Sin embargo, tres minutos después del lanzamiento de $LIBRA Milei posteó un tweet “Viva la Libertad Project” que vinculaba el token a políticas de desarrollo y fomento de pequeñas empresas y emprendedores argentinos. Lo cual no tenía el menor sustento. Ni siquiera se explicaba cómo se operaría tal fomento, ni quién lo dirigiría. Pero esto no importó a los inversores. Con el tweet de Milei el precio de $LIBRA se disparó desde US$0,25 a US$5,5. Su capitalización de mercado subió hasta los US$4.500 millones (aunque era ficticia, ya que solo circuló una parte pequeña del total de los token). Llegado el precio a los US$5, hubo ventas por US$1.500 millones y el precio se derrumbó a US$0,2. Pasada la medianoche Milei borró el tweet y publicó un post diciendo que no estaba interiorizado de los pormenores del proyecto.
El resultado fueron grandes pérdidas para muchos de los inversores –más de 70.000, según algunas estimaciones- y unos 80 millones de dólares en ganancias para los insiders (operan en base a información privilegiada, lo cual es ilegal), tenedores de la mayoría de los tokens. Fue lo que se llama en el mundo de las criptomonedas una estafa “rug-pull”: los desarrolladores crean un memecoin, acuerdan con un influencer –preferentemente una celebridad- para que lo promueva y suba su precio; y luego venden masivamente (“tiran de la alfombra”) capitalizando las ganancias. El rol influencer (con el que se arregla generalmente una retribución económica) entonces es clave para el éxito de la maniobra.
En el caso que nos ocupa, el influencer fue nada menos que el presidente de Argentina. Quien, para colmo, se presenta como un experto en Economía. Por eso el constitucionalista Gil Domínguez dice que lo actuado por Milei “choca contra la ética pública y varios tipos penales”. La defensa ensayada por Milei –que actuó a título personal- “no tiene ningún tipo de sentido legal” (Gil Domínguez). La realidad es que el posteo de Milei inducía al error. Fundamentalmente porque disimulaba el verdadero contenido de $LIBRA (no tiene valor real, ni respaldo) bajo la pantalla de un proyecto de desarrollo de la economía argentina. Subrayamos: no había la menor referencia o explicación de cómo podía ocurrir el mentado fomento de la economía. Milei fue, pues, partícipe necesario del fraude.
Otros datos para incluir en el análisis
Todo indica que la promoción (difusión, dice ahora Milei) de $LIBRA fue arreglada en encuentros previos. Fundamentalmente con el estadounidense Hayden Davis (no es su verdadero nombre), presidente de Kelsier Ventures, co-creador de $LIBRA y responsable de su lanzamiento; y con el singapurense Julian Peh, CEO de KIP Protocol, que desarrolló el proyecto “Libertad”.
Milei se reunió con Davis el 30 de enero, en la Casa Rosada. El mismo Davis explicó que se había acordado el apoyo presidencial al token, pero el problema fue, siempre según Davis, que Milei dio marcha atrás, desatando el pánico y la retirada de los inversores (en realidad, Milei bajó su tweet “promocional” cuando $LIBRA ya se había derrumbado). Lo destacable: es absolutamente verosímil que haya habido un acuerdo previo para promover $LIBRA. Lo cual significa un respaldo a una operación sustentada en información privilegiada, y en componenda con la cabeza de Estado. No hay otra manera de interpretarlo, tratándose, además, de un “experto” que ha dictado cursos para traders en criptomonedas.
En cuanto a KIP Protocol, la empresa de Peh, fue la creadora de “Viva la Libertad Project”. Milei lo conoció en el evento Tech Forum LATAM, de octubre de 2024. Días después de ese encuentro Peh subió a la web una nota que llevaba por título “Momento histórico para KIP: despega la expansión LATAM en Argentina”. El mensaje era que la intervención de estos operadores del mundo cripto estaba “al servicio del desarrollo económico argentino”. Peh también tuvo extensas reuniones con Karina Milei en Olivos y Casa Rosada.
Asimismo, hay que destacar el rol de Mauricio Novelli y de Mauro Terrones Godoy, que acercaron a Davis y Peh al gobierno. Novelli y Terrones Godoy organizaron Tech Forum, que se realizó en octubre del año pasado, y tuvo como orador principal a Milei (lo que potenció un encuentro que estaba destinado a pasar casi desapercibido). Por otra parte, Milei dictó clases en los cursos para traders, organizados por N&W Traders, de Novelli. Todavía en noviembre de 2023 –o sea, ya siendo presidente electo- Milei dio una charla (que Novelli publicó en Instagram) recomendando esos cursos. Además, en el último año Novelli se reunió repetidas veces con los hermanos Milei. Según La Nación, entre enero y septiembre de 2024 tuvo al menos nueve encuentros. Y Novelli fue sponsor de la cuenta de Instagram de Milei mientras fue diputado.
Denuncias de coimas
Davis acaba de decir que pagaba coimas a Karina Milei, con el fin de influenciar en las decisiones del Presidente. Diógenes Casares, experto en criptomonedas y cofundador de Stream Finance, habló de maniobras de sobornos y pagos ilícitos a funcionarios del Gobierno nacional con el objetivo de que Milei promocionara $LIBRA. Charles Hoskinson, empresario creador de Ethereum y Cardano, denunció que le pidieron dinero para reunirse con Milei durante su visita a Argentina, en 2024. La periodista Cristina Pérez (esposa del actual ministro de Defensa, Luis Petri) denunció que funcionarios cercanos al Presidente cobran dinero para gestionar encuentros. Según Pérez, esta intermediación fue denunciada por distintas fuentes. «… por lo menos tres fuentes me hablaron de situaciones de este tipo».
Todo esto trae a la memoria las denuncias, en 2023, sobre la venta de candidaturas en las boletas electorales de La Libertad Avanza. Ventas justificadas por Milei (“La Libertad Avanza se financia con esfuerzo propio”; sic).
Antecedentes de la estafa $LIBRA
Milei no puede aducir desconocimiento de lo que es el mundo de las cripto o de qué trata un esquema Ponzi. No solo por los cursos que dictaba en la consultora de Novelli, sino también por sus incursiones anteriores en la materia. Destacan dos: la de Vulcano y la de COINX.
En 2021 Milei promocionó el token de la empresa de videojuegos Vulcano, que estaba dirigida por Novelli. Dijo que se trataba de un proyecto “sostenible en el tiempo a diferencia de la gran mayoría”. De esa manera indujo a gente a invertir en el proyecto. Y poco después de esa declaración de Milei, el precio de $VULC cayó a cero. Hubo denuncias de fraude, pero el asunto no se investigó.
Luego, en 2022, y ya siendo diputado, recomendó invertir en COINX, una plataforma de criptodivisas. La empresa ofrecía ganancias de entre el 5% y 8% mensual en dólares. Semejantes rendimientos solo podían ser parte de un esquema Ponzi. Pero a Milei no le importaba y recomendaba COINX porque “están revolucionando la manera de invertir para ayudar a escapar de la inflación. (…) Escríbanles de parte mía, así los asesoran con lo mejor.” Muchas personas confiaron en el “experto libertario” y perdieron mucho dinero. La Comisión Nacional de Valores finalmente cerró COINX.
Todo esto nos lleva a ubicar socialmente a Milei y su círculo en lo que, a partir de Marx, en la izquierda hemos llamado lumpenburguesía. Una categoría que el marxista Samuel Farber aplica al posiblemente mayor referente de Milei, Donald Trump.
Trump como un caso de lumpenburguesía, según Samuel Farber
En 2018 el marxista cubano-estadounidense Samuel Farber publicó una interesante nota, titulada “Donald Trump, un lumpencapitalista” (en Sin permiso, 4/11/2018) en la que destacaba que el actual presidente de EEUU es un tipo particular de capitalista, un capitalista lumpen. Citamos a Farber: “En su La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, Marx escribió que la aristocracia financiera de ese tiempo ‘en su modo de adquisición, así como en sus placeres, no es otra cosa que el renacimiento del lumpenproletariado en las alturas de la sociedad burguesa’. El pensador marxista Hal Draper esclareció que la ‘aristocracia financiera’’ de Marx no se refería al capital financiero que juega un rol esencial en la economía burguesa, sino a los “buitres y carroñeros’’ que se mueven entre la especulación y la estafa y que son los casi-criminales o excrecencias extralegales del cuerpo social de los ricos, de la misma manera que el lumpemproletariado es la excrecencia de los pobres” (enfatizado nuestro).
Efectivamente, en La lucha de clases en Francia Marx describe a la aristocracia financiera que dominaba el gobierno francés y se enriquecía con la especulación, las estafas al Estado, el déficit y los empréstitos que se renovaban periódicamente, las operaciones de Bolsa: “Cada nuevo empréstito daba una nueva ocasión para saquear al público que colocaba sus capitales en valores del Estado, mediante operaciones de Bolsa en cuyos secretos estaban iniciados el Gobierno y la mayoría de la cámara. En general, la inestabilidad del crédito del Estado y la posesión de sus secretos daban a los banqueros y a sus asociados en las cámaras y en el trono la posibilidad de provocar oscilaciones extraordinarias y súbitas en la cotización de los valores del Estado, cuyo resultado tenía que ser siempre, necesariamente, la ruina de una masa de pequeños capitalistas y el enriquecimiento fabulosamente rápido de los grandes especuladores”. Se sumaban los contratos de suministros para el Estado, “que eran otras tantas estafas, para sobornos, malversaciones y granujadas de todo género”. Estafas que se repetían al nivel de la obra pública. La construcción de ferrocarriles era otra fuente de especulación, fraude, enriquecimiento.
Lumpenburguesía siglo XXI y la teoría de la dependencia
Milei y su círculo poseen muchos de los rasgos que definen a la lumpenburguesía, un término que también utilizaron marxistas o autores heterodoxos vinculados a la corriente de la dependencia. Sin embargo, existe una diferencia entre el sentido que damos a la calificación de lumpenburgués y la noción de lumpenburguesía utilizada por Paul Baran o André Gunder Frank en las décadas de 1950 a los 1970.
Por el lado de Baran, utilizó el término para referirse a la absorción, por parte de la clase mercantil, de parte del excedente que correspondía a los terratenientes, empresas extranjeras e industriales nativos. Ese excedente, seguía Baran, no se volcaba a la producción, sino al acaparamiento de tierras que producían renta, a los negocios de importación y exportación, al préstamo de dinero y a la especulación. Era un “estrato parásito” que disminuía la acumulación de capital (véase La economía política del crecimiento, 1957).
Por su parte Gunder Frank calificó de lumpenburguesía a la clase social que, en los países subdesarrollados, era instrumento de la industria y el comercio extranjeros y sacaba ventajas de mantener el atraso económico. La lumpenburguesía era socia menor del imperialismo y, en función de sus propios intereses, optaba por políticas que profundizaban la subordinación y dependencia del imperialismo, renovando el lumpendesarrollo, o subdesarrollo. Fundamentalmente, no se asentaba en la explotación de su propio proletariado (véase Lumpenburguesía: lumpen desarrollo. Dependencia, clase y política en Latinoamérica, 1973). Mucha gente de izquierda sigue utilizando el término en este sentido.
Por nuestra parte, pensamos que Milei y su grupo encajan más en la caracterización de lumpenburguesía “a lo Marx” que en el sentido en que lo emplearon Baran y Frank. Esencialmente porque se trata de una fracción de la burguesía que busca enriquecerse en base a maniobras especulativas, utilización del Estado, fraudes con la obra pública, etcétera, pero desde una posición no subordinada al capital extranjero, a Washington o el FMI.
O sea, no se trata de una fracción de la clase dominante que opere como mediadora de una relación colonial. Más aún, en las operaciones de fraude y corrupción pueden estar involucrados tanto sectores del “campo nacional y popular” (arquetipos como Kirchner y Lázaro Báez); como de la derecha y la ultraderecha. Todo depende de en qué relación con respecto al Estado se encuentren en un momento dado. Sus ingresos son parte de la plusvalía que genera el trabajo productivo de un país, pero no la obtienen a partir de la explotación directa de los obreros. No son expertos en dirigir empresas capitalistas, sino en realizar todo tipo de desfalcos, y con una desfachatez sin par, dicho sea de paso.
Milei es un caso extremo del lumpenburgués siglo XXI. Es en este sentido que decimos que esta escoria social no está sometida a poderes coloniales extranjeros, como muchas veces se caracteriza en la izquierda. Su conexión principal es con una clase capitalista con raíces propias, y un Estado independiente. Y desde esa posición la lumpenburguesía tiene su parte en el capital dinero globalizado. Por ejemplo, cuentas en paraísos fiscales; o inversiones inmobiliarias; o en casinos y hoteles para lavar dinero, etcétera. Y conexiones y operaciones concertadas con otros elementos de la lumpenburguesía globalizada (por caso, dedicados a las estafas con criptomonedas).
Relación con el establishment capitalista
Dada su característica social –medra con la apropiación de plusvalía, pero no es dueña de los medios de producción ni asume las funciones del capitalista activo- la lumpen burguesía suele mantener relaciones hasta cierto punto contradictorias con el capital “en general”. La ausencia de raíces en la propia relación capitalista, su carácter aventurero, el oportunismo sin límites, todo los lleva a ser elementos impredecibles para la burguesía y, en determinado punto, hasta disfuncionales para los negocios del capital. Por ejemplo, Farber señala que Trump “ha sido un destructor empedernido de las reglas ‘normales’ del comportamiento político esencial para la función de ser un árbitro fiable y responsable para el conflicto intra-capitalista. (…) ha ignorado muchas reglas políticas del juego, especialmente aquellas que mantienen el ‘civismo’’ esencial para la estabilidad política y para la alternancia en el poder armoniosa entre republicanos y demócratas”. En el plano económico, medidas como la imposición de elevadas barreras arancelarias encuentran resistencias en sectores del capital más fuerte y globalizado. Los cuestionamientos a Trump de medios como The Wall Street Journal, o The New York Times, expresan esa desconfianza. Farber escribe: “La conducta política de Trump es un impedimento para la función política más importante del estado capitalista: actuar como unificador y árbitro de la clase capitalista”.
Algo de esto se aplica a Milei y sus secuaces. Milei es funcional a la clase capitalista –en tanto aplica el ajuste, baja los salarios de estatales y jubilaciones, facilita la precarización del trabajo, hace la apología del individualismo, etcétera- pero mantiene una relación de tensión con muchas posturas que se consideran más o menos normales, a aceptables, en el establishment. Por ejemplo, cuando Milei anuncia que Argentina se retirará del Acuerdo de París contra el cambio climático (suscrito por Macri y por 196 países), no necesariamente está expresando los intereses del capital “en general”. Algo similar puede decirse sobre el abandono de Argentina de la Organización Mundial de la Salud; de los ataques a los homosexuales; de la propuesta de borrar la figura jurídica del femicidio; de la propuesta (hoy borrada) de cerrar el Banco Central; de la venta de puestos en las boletas electorales; del pago de coimas para acceder a Milei, para mencionar algunos ejemplos significativos.
Capitalismo, corrupción y el dios dinero
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Para terminar, recordamos lo que decíamos en una nota de 2013 sobre la condición social que subyace a la corrupción: “Nunca debería perderse de vista que la sociedad capitalista tiende a la mercantilización de todas las relaciones. Por eso, en última instancia, las virtudes y la decencia, incluidos votos de parlamentarios, y sentencias judiciales, se compran y venden, como cualquier otra mercancía. (…) La triste esclavitud en que el dinero mantiene al burgués se trasluce claramente en el mismo lenguaje de la burguesía. Es el dinero el que da valor al hombre. … Quien tiene dinero es respetable, figura en la “mejor clase de gente”, escribía Engels (en La situación de la clase obrera en Inglaterra). Y Marx: “el dinero es la deidad visible que se encarga de trocar todas las cualidades generales y humanas en lo contrario de lo que son, la confusión y la inversión general de las cosas…. el dinero es la ramera universal, la alcahueta universal de los hombres y los pueblos” (Manuscritos económico-filosóficos de 1844). (…) ¿Qué me importa la gente sin trabajo ni recursos? ¿Qué me importa todo esto, si yo me enriquezco de la noche a la mañana? ¿Qué me importa si “el dinero convierte la lealtad en felonía, el amor en odio y el odio en amor, la virtud en vicio y el vicio en virtud, el siervo en señor y al señor en siervo, a la estupidez en talento y al talento en estupidez”? Ésta es la civilización burguesa “en acto”; y es la razón última de la corrupción generalizada.
Por Rolando Astarita
Blog del autor, 21 de febrero de 2025.
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