En una decisión que sigue despertando críticas, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, reafirmó este martes su compromiso de continuar comprando bitcoin para las reservas estratégicas del país, a pesar de la reciente reforma que limita el uso de la criptomoneda en la economía nacional. A través de su cuenta en la red X, Bukele aseguró que las compras de bitcoin «no se detendrán», argumentando que ni siquiera el rechazo mundial y la pérdida de apoyo de la comunidad «bitcoiner» lograron frenar la apuesta del país.
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«No se detiene (la compra de bitcoin)», aseguró el mandatario, refiriéndose a una decisión que parece más una constante huida hacia adelante que una estrategia financiera coherente. A lo largo de su mandato, Bukele ha apostado fuerte por la criptomoneda, llevándola a convertirse en moneda de curso legal en septiembre de 2021. Sin embargo, tras los tropiezos económicos y la creciente incertidumbre, el gobierno ha tenido que dar marcha atrás en aspectos fundamentales de esa decisión.
El pasado 30 de enero, el Congreso de El Salvador aprobó una reforma a la Ley Bitcoin, que, entre otras cosas, eliminó la palabra «moneda» en relación con el bitcoin, pero dejó claro que este continuará siendo de «curso legal». Este giro inesperado se dio tras un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir un crédito de 1.400 millones de dólares, lo que revela la vulnerabilidad económica del país y la presión internacional para suavizar su postura sobre las criptomonedas. A partir de abril, el uso del bitcoin será opcional y dejará de ser obligatorio para transacciones o pagos de deudas, lo que evidencia la contradicción inherente de un sistema económico que no sabe si mantener la apuesta o abandonarla.
Lo que se está observando es una clara sumisión a una política que ya se encuentra en conflicto con la realidad económica de El Salvador. La dolarización de la economía nacional, que desde 2001 ha sido la norma, se ve amenazada por las decisiones erráticas de Bukele. A través de una reforma que permite a los sectores privados decidir si aceptan pagos en bitcoin, el presidente está dejando al país en un limbo donde la criptomoneda no ofrece una ventaja tangible sobre el dólar, pero sí una gran exposición a la volatilidad y el riesgo financiero.
La compra de «otro bitcoin para reserva estratégica», como la informó la Oficina Nacional de Bitcoin, se suma a una cifra ya alarmante: El Salvador posee 6,101 bitcoines, con un valor actual de 534.7 millones de dólares. Sin embargo, lo que debería ser una reserva de valor se ha transformado en una carga económica, sobre todo cuando se considera que el precio de la criptomoneda sigue siendo impredecible, y las pérdidas acumuladas por el gobierno, en caso de una caída, podrían ser devastadoras para un país que ya enfrenta graves problemas fiscales.
La reforma aprobada también establece limitaciones a la participación del sector público en actividades relacionadas con el bitcoin, lo que implica que El Salvador podría estar caminando hacia una gestión aún más privada y menos controlada de la criptomoneda. Esto, a su vez, podría acentuar las desigualdades económicas y hacer más vulnerables a los sectores más pobres, que son los menos equipados para entender o manejar el riesgo inherente a las criptodivisas.
Al final, la política de Bukele parece ser una huida hacia adelante que no tiene un plan claro ni beneficio tangible para la población salvadoreña. Al seguir apostando por una criptomoneda volátil, El Salvador no solo está arriesgando su futuro económico, sino también su soberanía monetaria. El país ya está dolarizado y no necesita una criptomoneda que lo sumerja más en la incertidumbre. Es hora de que el gobierno de Bukele reconozca que el futuro de El Salvador no está en el bitcoin, sino en un enfoque más sólido y realista hacia el fortalecimiento de su economía.
Foto: El Ciudadano
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