BUAP: estallido coyuntural y conflicto estructural

Como suele suceder con los estallidos sociales, muchos de ellos parecen rayos caídos de cielos serenos. Cuando la vida universitaria en la BUAP transcurría plácidamente y se dirigía hacia una reelección previsible de la rectora Lilia Cedillo, ha estallado una rebelión estudiantil. En un año en el que se celebrarán las elecciones para renovar el mandato rectoral, es inevitable que el paro estudiantil  en diversas unidades académica de la BUAP, sea asociado a intrigas y manipulaciones provocadas por los diversos grupos de interés que existen en la universidad.

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Tal fue la tentación interpretativa inicial del conflicto. Según alguna nota periodística (Elvia Cruz “La mano que quiere desestabilizar a la BUAP”, MTP Noticias) en  la sesión del Consejo Universitario del 25 de febrero la rectora  Cedillo expresó “Atrás de este movimiento, hay también algunas manos, y eso lo sabemos perfectamente. Son las mismas manos que les mandan a ustedes los BUAPliks en las sesiones del Consejo, coincidentemente”. Y agregó: “Debería darles vergüenza decir que son universitarios. Honestamente, yo sé que estamos haciendo bien algunas cosas y que tocan intereses económicos de otras personas”.  Otro tanto dijo el gobernador de Puebla Alejandro Armenta: “Tenemos que despolitizar el tema porque como hay elección de rector ahora también hace erupción el volcán y tiene que ver con la rectoría”.

Cualquiera que tenga un mínimo conocimiento de la BUAP sabe que siempre han existido, y la coyuntura actual no es la excepción, grupos de interés que se agitan en los momentos de cambios de autoridades en las diversas facultades, institutos o centros regionales no digamos cuando se trata de la Rectoría de la BUAP. Pero es un recurso cómodo y evasivo de los conflictos estructurales de la universidad, recurrir a teorías de la conspiración acusando a personajes como los ex rectores Alfonso Esparza y Enrique Aguera o a ex funcionarios como Rodolfo Zepeda Memije como los orquestadores de la agitación que hoy vive la máxima casa de estudios de la entidad.

Justo es decir que en los días posteriores al 25 de febrero la rectora Cedillo dio un giro de tuerca en su manejo del conflicto. Emitió un video de casi cuatro minutos en el que exhortó a la unidad, reconoció la necesidad del diálogo, la legitimidad de las demandas estudiantiles en cuanto a defender la excelencia académica, las practicas profesionales, la asistencia puntual del personal docente, mejora de las instalaciones universitarias y las denuncias de acoso sexual. Prometió evaluar el problema, realizar un diagnóstico y buscar soluciones. Posteriormente acudió a las puertas de la Facultad de Medicina y estableció un breve dialogo con los estudiantes paristas en el que su mensaje fue el mismo que enunció en el video antes mencionado. El domingo 2 de marzo en la noche tocó las puertas de Ciudad Universitaria sin que nadie le respondiera.

Las demandas estudiantiles son diversas en cada una de las unidades académicas. Reflejan un movimiento heterogéneo que expresa al mismo tiempo malestares generales a toda la universidad y agravios concretos en las referidas unidades académicas. Muchas de las demandas responden a descuidos específicos de los directores o directoras de las facultades, evidencian omisiones que son resultado de deficiencias de gestión: baños insalubres, prohibición de acceso a las y los estudiantes a determinadas instalaciones, falta de laboratorios, insensibilidad a denuncias de acoso sexual, descuido de infraestructura universitaria, difícil acceso a internet, regulación de la seguridad. Otros son de índole estructural como el malestar que han generado las deficiencias en la asignación de las prácticas clínicas e internados para lo/as estudiantes de las ciencias de la salud. Alguien informado en estos asuntos me ha expresado que habiendo aproximadamente ocho centros educativos que ofrecen la carrera de medicina en la entidad, las plazas para dichas prácticas e internados son insuficientes y se han convertido en un cuello de botella.

Existen otros conflictos estructurales en la BUAP. El financiamiento a las universidades públicas se ha estancado y el gobierno federal está destinando recursos a universidades públicas de reciente fundación. He aquí un problema que rebasa las posibilidades de las autoridades universitarias. También el gobierno federal ha expresado desde el sexenio pasado que en buena parte de dichas universidades no existe una adecuada administración de dichos recursos. En algunas universidades existe una excesiva planta burocrática y los salarios de la alta burocracia son mucho mayores que los de los académicos. Los profesores dedicados a la investigación y al nivel de posgrado son considerados por un sector del funcionariado como una élite privilegiada porque no imparte 20 horas/clase a la semana. La contratación del personal docente ha ido privilegiando a los maestros horarios en detrimento de los maestros de medio tiempo o de tiempo completo. Los problemas de financiamiento y el aumento de la población estudiantil generan una presión laboral a los docentes e investigadores. En ocasiones es posible concluir que el aumento de la población estudiantil, origina en algunas autoridades universitarios el deseo de desaparecer a los investigadores y convertirlos en meros docentes.

El resultado de la precarización laboral y salarial es una docencia improvisada, ausentista o impuntual en el mejor de los casos. Una de las demandas de los estudiantes de Medicina es que a los docentes no se le imponga el impartir tres materias con temáticas distintas porque ello redunda en una muy baja calidad docente. Conozco maestros horarios que para alcanzar un salario menos que mediano imparten cinco o seis asignaturas distintas.

La conducción de la universidad tiene un carácter vertical y deja poco espacio para la autonomía y la crítica. Hace unos meses en algunas unidades académicas el malestar que esto genera brotó en un movimiento en contra de las llamadas “candidaturas de unidad” para las direcciones de dichas unidades. En el Consejo Universitario son pocas las voces independientes y las decisiones se toman con votaciones aplastantes favorables a las propuestas oficiales. La relación con una parte significativa de los estudiantes a menudo tiene rasgos clientelares. En ocasiones se han hecho cambios en planes de estudio que tiene un carácter regresivo. La decisión de sustituir la docencia presencial por una de carácter virtual con propósitos desmovilizadores, ha agregado malestar al movimiento estudiantil y ha convertido a la presencialidad en una bandera más.

El estallido estudiantil que estamos observando en estos días confirma el diagnóstico que realizamos entre 2020 y 2021 en los coloquios Los Retos de la Educación Pública Superior en México en una época de cambios y Los Retos de la Nueva Agenda Universitaria que recogieron las aportaciones de 165 académicos, estudiantes y servidores públicos de diversos lugares del país que fueron expresados en treinta eventos realizados. El diagnóstico universitario y las propuestas de solución fueron recogidos en el libro “Los retos de la nueva agenda universitaria en México en una época de cambios. Una perspectiva desde la BUAP”, que fue compilado y editado por Francisco Vélez Pliego y Carlos Figueroa Ibarra (Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2022). Los interesados en adquirirlo lo pueden hacer en la librería del ICSYH-AVP.

El conflicto que ahora esta viviendo la BUAP involucra problemas que deben ser resueltos desde el interior de la universidad. También involucran dificultades que terminan en la ventanilla de la Secretaría de Hacienda. La manera de resolverlos debe ir más allá de buscar conspiraciones o cortar cabezas. Debe ser una ventana de oportunidad para discutir y buscar resolver las dificultades largamente acumuladas en nuestra universidad.

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