¿Cómo resolver el conflicto generado por el paro estudiantil en la BUAP?

Es necesario mostrar y no solo decir que se tiene respeto por la comunidad estudiantil y sus demandas

¿Cómo resolver el conflicto generado por el paro estudiantil en la BUAP?

Autor: Guadalupe Grajales

Este martes en La Nocturna, un panel dedicado al análisis, discusión y reflexión sobre temas relativos a la educación en general, abordamos el tema insoslayable del paro estudiantil en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

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Es indudable que el diálogo nos permite aclarar nuestro pensamiento respecto a los temas centrales en torno a los cuales deberíamos ser capaces de construir una respuesta o, por lo menos, una opinión fundada.

En primer lugar, decir que son intereses externos a la universidad los que han orquestado la protesta estudiantil es afirmar, al mismo tiempo, que en la BUAP no hay ningún problema, que las protestas estudiantiles se deben a su imaginación y a la manipulación de la cual son objeto las y los alumnos de la universidad, como si éstos no fueran capaces de organizarse para exigir que se solventen las carencias que sufren, desde la falta de agua para los baños, falta de conectividad, falta de material e insumos para alcanzar una formación profesional óptima, falta de material bibliográfico, falta de programas informáticos específicos para cada licenciatura, hasta lo más elemental y urgente, falta de docentes dedicados(as) profesionalmente a la enseñanza, dada la enorme proporción de profesores hora-clase que no cuentan con las condiciones para ofrecer una cátedra al nivel de las exigencias propias de una óptima formación integral.

En segundo lugar, están las punitivas condiciones de estudio, derivadas de una administración de la educación que ha hecho de la trayectoria escolar una carrera de obstáculos. Pensemos tan sólo en el REGLAMENTO DE REQUISITOS Y PROCEDIMIENTOS PARA LA ADMISIÓN, PERMANENCIA Y TRAYECTORIA ACADÉMICA DE LOS ALUMNOS DE MODALIDAD ESCOLARIZADA DE LA BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA. Éste incluye la figura de la “baja de la Universidad” en la cual los(as) estudiantes pueden incurrir de muchas maneras. Por ejemplo, si un(a) alumno(a), por las razones que sean, no ha cubierto el 50% de los créditos de la carrera que cursa después de pasados cuatro años desde su ingreso, es dado de baja de la Universidad. Y lo mismo para el alumno(a) de nuevo ingreso, no sólo debe llevar todas las materias asignadas en su primer semestre, pues no puede recurrir a las llamadas “bajas académicas” cuando se percata de que no podrá cumplir adecuadamente con todas las materias en las que está inscrito, sino que además, si no cubre al menos el 50% de las materias cursadas en sus dos primeros semestres, también será dado de baja de la Universidad.

Esta legislación coercitiva y punitiva también está establecida para el nivel medio superior.

Como podemos ver, este reglamento ha puesto bajo la bota burocrática a todas y a todos los alumnos de la universidad, pues la Dirección de Administración Escolar, que más bien debería llamarse de Control tipo panóptico, es el ojo avizor en cuya posesión están los expedientes escolares de las y los estudiantes.

Esto nos lleva a un tercer tipo de consideraciones que, justamente ahora, se ha convertido en el gran reclamo estudiantil. Me refiero al acoso y hostigamiento múltiple del que son objeto las y los estudiantes de la BUAP.

Resulta que ahora las autoridades y funcionarios que conforman la comisión institucional para entablar el diálogo que conduzca a la solución del conflicto, exigen a la organización estudiantil que lidera el movimiento se identifique, y pone como condición esta identificación además de la entrega de un pliego petitorio para sentarse a la mesa.

Las y los alumnos, con justa razón, no están dispuestos a cumplir con estas exigencias porque consideran que sólo hasta que les garanticen su seguridad y les den la certeza de que no habrá represalias se reunirán a discutir su pliego petitorio. Digo que con justa razón porque obviamente no puedes pensar que lograrás algún acuerdo si la contraparte, que cuenta con todos los recursos para obligarte a aceptar sus condiciones, no da muestras de tener la voluntad y la buena fe de aceptar un diálogo sobre la base del respeto y la salvaguarda de la parte que claramente se encuentra en desventaja y, por lo tanto, espera un trato igualitario.

No quiero dejar de mencionar los argumentos esgrimidos por la administración de la universidad en el sentido de que el número de alumnas y alumnos declarados en paro son sólo una mínima parte de la población estudiantil. Esto es cometer la falacia ad baculum, o de “apelación a la fuerza”, que se comete cuando no tomas en cuenta el peso y la verdad de las razones que sustentan una petición sino sólo te fijas en el número de personas que sostienen estas razones. Como su nombre en latín lo indica, esto no es argumentar sino sacar el garrote para amenazar con la fuerza.

Independientemente del número de personas o de los nombres de las personas que se están manifestando, existe un pliego petitorio “verbal” mostrado en los carteles y en las publicaciones de las redes sociales. Muchas de las peticiones se refieren a cuestiones generales sobre las cuales la administración de la universidad podría comenzar a trabajar para proponer soluciones puntuales a las mismas. Quizá esto sea la muestra de buena fe y disposición que los estudiantes necesitan y esperan de las autoridades universitarias.

Con todo y las consideraciones anteriores, tengo la esperanza de que las partes en conflicto lleguen a un entendimiento que redunde en beneficio de la comunidad estudiantil específicamente y en general engrandezca aún más a nuestra Universidad, de la cual estamos todas y todos tan orgullosos.

Guadalupe Grajales

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